EL SECRETO DEL ALPHA Y SU ADORADA LUNA.

-Vamos, no tienes porqué hacer esto. Podemos... Podemos... No sé, arreglarlo de otra forma.

Camino entre las ramas y hojas secas, sobre el barro ocasionado por la lluvia de ayer. Esto me pasa por irme a las primeras, debí de esperar a que Sara y Nick me echarán a la calle como han hecho con todos los demás. Pero no, yo quería huir para ahorrarme el bochorno de que lanzaran mis cosas a la calle y toda la cuadra lo viera.

El estómago me ruge.

No puede ser posible que aún, cagada de miedo, mi cuerpo no pare de exigir alimentos. Puede ser quizás porque tengo ya dos días desde que no ingiero nada más que agua, que tenía en mi termo rosa con el cual salí de casa esa tarde.

Trago grueso, el frío del metal me hace dudar si por esta vez saldré con vida.

-Eso lo pudiste haber pensado antes de robar mi billetera, pequeña z*rr*. -Sisea entre cabreado y burlesco. -Si tanto querías el dinero pudiste haber ofrecido unas horas de s*x*, seguro que hasta te habría dado unos cuantos dolares de más si me la chupabas bien.

Respiro hondo. No sé qué más planea caminar conmigo antes de meterme una bala en la cabeza y deshacerse de mí, se ve a simple vista que este lugar esta desierto. Es por eso que me trajo aquí, supongo, para que nadie escuche el sonido del disparo.

-Yo... Tengo días sin comer señor, por eso le robe el dinero, perdóneme por favor. -Un sollozo se me escapa de entre los labios, la voz y mi labio inferior me tiemblan. Lágrimas bajan por mis mejillas, pero el muy desgraciado solo se ríe de ello.

-Yo... Yo... ¡Qué patética! ¿Quieres que sienta compasión por ti? Quien te manda a nacer, peor aún quien te manda a ser pobre y miserable. -Escucho un gruñido, debe ser porque está molesto.

Tropiezo un par de veces con mis pies y eso lo hace enfurecer.

-Pedazo de porquería, camina bien, te llevaré unos metros más adelante y... -Otro rugido, pero más fuerte que el anterior, caigo de rodillas al suelo. El hombre enorme y armado se ha detenido, pero no para ayudarme sino para girar en varias direcciones buscando no sé qué. -¿Qué fue eso? ¿Un oso?

Sé que el miedo no me deja pensar con claridad, pero no soy tan estúpida como para no saber diferenciar entre un oso y un lobo. Además estamos en una zona que por lógico no tiene osos de ningún tipo.

-Mira z*rr*, si esa cosa está aquí para devorarnos, tú serás la primera. -Vocifera asustado.

Escucho otro rugido, de pronto por sobre mi hombro veo como algo salta sobre el hombre mordiendo su mano armada, arrancando el pedazo.

¡M**rd*! ¡!

Corro por mi vida hacía adelante, jamás había corrido tan rápido, ni siquiera en clases de gimnasia cuando las chicas populares solían usarme para limpiar los balones en mi ropa.

-¡Pedazo de z*rr*! ¡Ayúdame! ¡No corras! -Escucho al hombre gritar y me vale 3 hectáreas de pepino.

Las jodidas trenzas de mis zapatos hacen que caiga y ruede como una pelota, como puedo me pongo en pie al detenerme de girar y mareada sigo caminando para alejarme lo más que puedo.

Escucho el rugido fuerte y corro, miro hacía atrás pero no doy con nadie, con nada en realidad y es entonces cuando volteo al frente y lo veo.

Tiene los ojos de color azúl, el pelaje totalmente negro y es jodidamente enorme.

-Ahora sí, ya me morí. -Digo, parando abruptamente.

Por alguna extraña razón el enorme animal no se mueve, ni parece querer atacarme.

Trago grueso.

Camino lento, dando pasos hacía atrás sin dejar de ver a la criatura. Y no se ni como, ni cuando, ni el porqué de la nada apareció ese enorme agujero por el cual caigo.

Esto es lo peor que me pudo haber pasado.

Lo último que veo antes de perder la conciencia, es aquel lobo negro mirarme desde las alturas con ese extraño brillo es sus ojos.

Abro mis ojos y siento que el mundo da vueltas a mi alrededor. Estoy, por alguna extraña razón, en una habitación muy bonita y que, a simple vista se nota que todo lo que está en ella es muy costoso.

Genial, al menos llegue al cielo.

Ladeo la cabeza y una punzada de dolor me hace gemir.

Escucho un gruñido, pero lo ignoro rotundamente. Seguro que tengo algún trauma por haber muerto a causa de un lobo, seguro es eso.

Aunque... No entiendo porque puedo sentir dolor si estoy muerta.

Echo una rápida mirada a todos lados, quiero saber si califican las almas por lo que hemos hecho en vida y así nos dan una habitación bonita o fea.

Las paredes son blancas, hay varios cuadros de bosques por doquier. Sí, tengo trauma de muerte, creo.

El piso parece ser de mármol, pulido y limpio. Hay un puf negro al fondo, dos puertas, una frente a la cama en la que estoy y la otra justo al lado izquierdo, imagino luego vendrá algún ángel a decirme para que son o