Ruidos a medianoche
- Genre: Paranormal
- Author: Zadi
- Chapters: 31
- Status: Completed
- Age Rating: 18+
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- ⭐ 5.0
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Annotation
Al lado de la casa de una adolescente hay un descampado en el que suceden cosas extrañas. Una casa que se construye sola, ruidos inesperados en mitad de la noche, una niebla que parece tragarse todo lo que entra en sus dominios. Ella y sus amigos están intrigados con esto, se atreverán a entrar en la casa?? se atreverán a descubrir el primer amor??
Chapter 1
Hace mucho tiempo…Bueno, mejor dicho, no hace tanto tiempo que sucedió lo que te voy a decir, pero yo que tú no dudaría en pensar que todo es una mentira y en sospechar que cualquier cosa de lo siguiente haya sido sólo un mal sueño, o puede que no, ¡que lo voy ha hacer, soy así! Bueno sigamos.
Hace unos dos ó tres veranos en un solar que había al lado de mi antigua casa, sucedió lo impensable pues en uno de los primeros días de las vacaciones, en los que el calor era sofocante, se empezó a oir voces. Pero claro está, allí no vivía nadie y estaba abandonado, completamente abandonado, en el que ni el mismo sol se atrevía a penetrar. El lugar en sí se veía desde mi ventana y solo se podía contemplar un viejo edificio, de mármol en el mismo centro del recinto, y alrededor se divisaba un pequeño jardín de estatuas, el cual ningún día repetía la misma posición del día anterior.
A mi me extrañaba y todavía me extraña esto, aunque soy una de los que vivieron lo que sucedió, como te he dicho antes no tenía dueño pero tampoco nadie podía decir lo contrario porque, ¿quién iba a mover las estatuas todas las noches durante todos los años que ese jardín había existido?
Cada noche después de las doce se oían ruidos en la casa del solar. De vez en cuando me gustaba asomarme a la ventana pero nunca llegué a ver luz alguna en sus ventanas. A veces, podía ver entre las cortinas algunas sombras, pero desaparecían enseguida. Puesto que siempre me acostaba muy temprano pensaba que eran cosas de mi imaginación, ya que sabía que en aquel lugar no residía nadie. Aunque los desgarradores gritos y las lamentosas súplicas que de allí provenían, daban lugar a pensar todo lo contrario. Esto sucedía desde el día en que todo aquel solar había aparecido de la noche a la mañana y la verdad, es que esto me ponía nerviosa desde el primer momento en que apareció.
Sólo durante algunas noches de bruma se podía distinguir claramente cómo alguien salía por el portón con varios bultos a cuestas, para luego perderse en la oscuridad y en la niebla.
A parte de este detalle nadie veía ni oía a personas dentro de esa residencia.
Por el día ni siquiera se podía divisar salir el humo de la chimenea, ni el menor movimiento de las cortinas.
Un día, unas amigas y yo, paseábamos por un parque que había por allí cerca. Cuando oímos un grito, sería cerca de las siete de la tarde, y decidimos ir a averiguar de dónde provenía. El grito se repitió hasta que logramos acercarnos lo suficiente. A lo lejos pudimos ver a una hermosa muchacha que era conducida a la fuerza hacia un callejón que había a un lado del camino, pero que, sin embargo, no tenía salida ni ninguna puerta o ventana por la que meterse. Lo sabía muy bien, ya que antes solía pasar mucho por ese lugar. Pero cuando echamos a correr, para ayudarla, y llegar a la esquina pudimos comprobar con estupefacción que allí no se encontraba ninguna chica y mucho menos un salvaje raptor. Y no podían haber saltado, pues el único muro que había medía cinco metros de altura.
Chapter 2
Nos fuimos un poco confusas por lo sucedido, porque estábamos seguras de lo que habíamos visto, pero claro tampoco queríamos dejar de pensar que aquello hubiera podido ser una mera ilusión de nuestros pensamientos.
De vuelta a nuestra casa, tuvimos tiempo suficiente, y me atrevería a decir que de sobra, para hablar de lo sucedido tan solo un rato antes, sin encontrarle solución aparente.
Ese día una de mis amigas se quedaba a dormir en mi casa. Así que para variar, mis padres nos dejaron acostarnos tarde. Eran las doce menos diez de la noche y todavía seguíamos hablando de lo sucedido ese día. Justo cuando faltaba un minuto para medianoche se oyó un estrepitar de contraventanas y luego un sollozo en el jardín de estatuas. Guadalupe, que así se llamaba mi amiga, dio un brinco y se situó al lado de la ventana de mi cuarto. Me dijo que me acercara corriendo, que había logrado ver a alguien en el solar. No dudé en dirigirme y mirar hacia donde ella me decía. Pudimos comproba