Alphanovel App

Best Romance Novels

Book cover
Exclusive

Destino incierto

  • 👁 5.9K
  • 7.5
  • 💬 30

Annotation

Fabiana, es una hermosa joven estudiante de medicina que no tiene idea de su origen debido a que su madre siempre ha mantenido en secreto quien es su verdadero padre, pero cuando él aparezca en la vida de Fabiana, acompañado de un compromiso de matrimonio con un apuesto y buscado mafioso, toda su vida cambiará. Alejando, hombre duro que solo vive para los negocios más oscuros, tendrá que casarse con una cándida y total desconocida por imposición de su padre. ¿Será capaz Alejandro de ser el hombre con el que Fabiana siempre ha soñado? ¿Será Fabiana capaz de sobrevivir a los crueles cambios a los que la vida la enfrente? ¿Podrá surgir el amor nacido del odio? Ven a averiguarlo en Destino Incierto.

Chapter 1

Fabiana acababa de terminar su última clase del día.

—Amiga, esta ha sido una dura semana de exámenes.

—Sí… ¿te das cuenta de que ya nos queda tan poco para graduarnos de médico?

— ¡Ya me veo vestida con una bata blanca atendiendo a mis pequeños pacientes, siempre he querido ser pediatra! — Fabiana respondió emocionada.

—Te gustan mucho los niños… pero no te olvides del amor, también es importante formar una familia, le has dedicado mucho al estudio.

—Yo no soy como las demás chicas. Yo quiero que cuando llegue mi príncipe azul me enamore a la antigua — dijo Fabiana con un rostro soñador.

— Quiero ser madre… que mi futuro esposo me enamore de una forma romántica, que me invite a comer, que me lleve flores, que me corteje… como los protagonistas de las novelas de época, donde existen los finales felices y se aman para siempre.

Fabiana suspiró.

— ¿Si sabes que es muy difícil lograr algo así? Realmente deseo que lo consigas y que no te vayas a llevar una gran decepción — le respondió la otra.

Y con las palabras proféticas de su compañera, Fabiana tomó sus cosas y se dirigió a su casa soñando con su futuro próximo.

Fabiana iba sin prestar atención a lo que sucedía a su alrededor, y se sobresaltó muchísimo cuando un auto desconocido derrapó para frenar justo a unos centímetros de sus piernas.

Una camioneta cerrada tipo Suv grande de lujo paró intempestivamente cerca de ella, tenía los vidrios polarizados así que no pudo ver lo que estaba pasando adentro.

Las llantas rechinaron sobre el pavimento dejando marcas, Fabiana se asustó tanto que saltó hacia atrás y gritó tan fuerte que se hizo daño en la garganta. Dejó caer sus cosas al suelo cuando se llevó las manos al rostro para cubrirse. Las lágrimas comenzaron a rodar de sus ojos.

— ¡Oh por Dios! — Gritó de la impresión al ver que estuvo a punto de ser arrollada.

La desorientación y el aturdimiento de Fabiana la hicieron presa fácil de los malhechores y le impidieron reaccionar a tiempo para correr del peligro inminente y salvar su vida antes de que fuera demasiado tarde.

De la camioneta se bajaron rápidamente dos hombres vestidos con traje y lentes oscuros, eran gigantes como los luchadores de la liga UFC, y se abalanzaron sobre la mujer indefensa. Le cubrieron la cabeza con una bolsa negra de tela.

— ¿Qué es lo que está pasando? Suéltenme.

—Cállate perr@ y déjanos hacer nuestro trabajo.

Fabiana forcejeó con ellos y dio patadas en todas las direcciones, le pegó a uno por la espinilla y con sus uñas le arañó la cara al otro, sacándole sangre y dejándole marcada la cara.

—Esta put@ me hizo daño — gritó el hombre sangrando.

— Enséñala a respetar — le gritó su compañero.

—Más vale que te quedes quieta o sufrirás las consecuencias — y dándole un puñetazo en el estómago a Fabiana la dejó sin aire.

La mujer paró de moverse adolorida y los hombres aprovecharon ese momento para meterla a la fuerza al auto antes de que alguien se acercara y viera el secuestro.

—Ustedes saben cómo hacer su trabajo. No quiero excusas. Si alguien ve lo que están haciendo lo matan — les gritó Odín cuando ya se estaban subiendo a la Suv para ir por la chica. No les había dicho que era su hija.

Su jefe les había dejado muy claro que no quería testigos ni nadie que pudiera identificarlos luego. Los procedimientos siempre eran así de meticulosos, y los hombres no querían abrir fuego en una zona residencial.

—Rápido c*r*j* que alguien puede verlos — gritó el chofer.

Con la Suv ya en movimiento, Fabiana, presa de la desesperación, continuó gritando y repartiendo golpes, los hombres la golpearon de vuelta y uno de ellos llevó un pañuelo con cloroformo hasta sus fosas nasales presionándolo hasta que la chica perdió el conocimiento y cayó sobre el asiento del lujoso auto, inconsciente.

Horas más tarde, Fabiana se despertó desorientada en una habitación oscura y húmeda, se sentía perdida, intentaba recordar y darle sentido a todo lo que le estaba pasando, pero francamente no entendía nada.

—Hola, ¿hay alguien ahí…? — llamó tentativamente, pero no obtuvo respuesta.

— ¿Dónde me tienen? ¿Alguien que me diga que está pasando? ¿Por qué me secuestraron? — gritó a todo pulmón asustada y entre lágrimas mientras tiritaba de frío y ansiedad.

—Mi nombre es Fabiana Valdez, les prometo que yo no soy a quien buscan, se han equivocado de persona — nada de esto tenía sentido.

¿Por qué alguien se la llevaría? Hasta donde Fabiana sabía nadie quería hacerle daño, rogaba al cielo porque todo fuera un error y al día siguiente, al comprobar su identidad, la liberaran.

«Por favor, que esto no sea una red de trata de blancas» pidió, o ella estaría perdida.

—Yo soy inocente… no he sido testigo de ningún crimen. ¿Es que nadie va a responderme? ¡Que se han equivocado de persona! — insistió.

Fabiana se llevó las manos a la cabeza y comenzó a mecerse de adelante hacia atrás.

—Cálmate Fabiana, cálmate.

Respiró y se limpió los ojos con las mangas de la camisa, ya era de noche, entraba una luz tenue por debajo de la puerta, pero no era suficiente para distinguir unos centímetros más allá de su nariz.

—Qué piso tan duro, ni siquiera tengo donde recostarme— se frotó los brazos — ¡El viento se cuela por todas partes!

Se levantó con pasos trémulos y caminó hacia la puerta, con sus manos temblorosas comenzó a recorrerla buscando un picaporte para poder abrirla. No encontró ninguno.

— ¿Pero qué es esto? ¡Qué asco! — intentó limpiarse las manos.

— Lo que me faltaba, ¡ahora tengo las manos pegajosas y sucias!

Se las llevó a la nariz para despejar las dudas que habían surgido en su cabeza.

—Sangre… — Fabiana era estudiante de medicina, ella sabía muy bien cómo podía oler la sangre.

— ¡Oh por Dios! ¡Van a matarme!

Se limpió las manos desesperadamente en el pantalón y se metió un puño a la boca para que no se escucharan sus gritos y sus sollozos.

—No puedo llamar la atención, no puedo cometer ese error — se repitió una y otra vez como un mantra.

—Si ellos vienen molestos por mis gritos me pueden matar, esta es la más horrible de las pesadillas. ¿Por qué tengo que estar viviendo esto?

Se escuchaba como corría la brisa afuera, con fuerza, como si el edificio estuviera en un lugar abierto, tal vez se trataba de algún sitio abandonado.

—Huele a aguas negras y a basura — en ese momento algo pasó corriendo sobre sus pies, Fabiana pegó un brinco impresionante y gritó a voz en cuello sin poder evitarlo.

— ¡Ratas!... hay ratas… me pisó una rata… ¡no, por favor…! esto no me puede estar pasando a mí… yo soy una buena persona… jamás he hecho nada malo…

Fabiana juraba que podía oír a los roedores pelearse por la basura que había en el suelo de esa asquerosa habitación.

Finalmente, agotada de estar de pie y con el peso del cansancio del día, se resbaló por la pared al lado de la puerta y se dejó caer al suelo, desconsolada, se abrazó las piernas intentando mitigar el crudo frío mientras temblaba sin control.

Lloró toda la noche sin parar y gritó con todas sus fuerzas hasta quedarse sin voz cuando descubrió que nadie acudiría para callarla.

—Me encerraron aquí en este basurero y me dejaron sola con las ratas para que me coman después de matarme… — pensó llena de miedo.

Cerca del amanecer se quedó dormida producto del cansancio, finalmente la había vencido el sueño.

Fabiana se despertó por los gritos de los hombres que se encontraban afuera de la celda donde la tenían retenida. Miró hacia todos lados.

—Las paredes están sucias y manchadas de sangre, anoche pude haber recogido alguna bacteria — Se dijo a sí misma.

El día anterior, cuando la secuestraron, Fabiana no pudo ver hacia donde se dirigían porque la durmieron a la fuerza, no supo cuánto tiempo pasó en el auto o cuantos kilómetros pudieron recorrer.

— ¿Estaremos aún en la ciudad? Ojalá que alguien se haya dado cuenta — si tan solo alguien en la calle hubiera sido testigo de lo que le pasó.

— ¡Mamá, por favor, búscame! — rogó en su mente.

Fabiana se levantó y se sacudió su sucia ropa intentando ponerle un poco de orden, pero se la embarró más con los restos de sangre seca que quedaban en sus manos después de haber tocado la puerta.

Revisó minuciosamente todo el lugar buscando una vía de escape, pero era perdido.

—La única salida es esta maldit@ puerta y se abre por fuera — cerró sus puños llena de rabia y la golpeó y como eso no fue suficiente, entonces levantó sus piernas y comenzó a patearla.

Ella estaba tan concentrada que no escuchó que comenzaban a destrabar la puerta.

Entró un hombre alto y elegante, con el cabello canoso en algunas partes, de porte autoritario, debía ser el jefe. Y Fabiana en su repartición de golpes lo pateó en una de sus piernas.

El sujeto enorme la tomó por los hombros para inmovilizarla.

—Buenos días, por lo visto, has pasado muy buena noche porque estás llena de energía — la observó detenidamente con una expresión fría y calculadora.

— ¡Me encerraron con las ratas! — gritó inmediatamente.

—Bueno, hija, no esperarías un recibimiento cinco estrellas — tenía una voz grave que retumbaba en su pecho cada vez que hablaba, la hizo temblar de miedo como una hoja con su intimidante presencia.

— ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué quiere de mí? ¡Le aseguro que usted se ha equivocado de persona, yo no soy a quien busca!

—Se perfectamente quien eres Fabiana Valdez. Yo nunca me equivoco. Tú eres mi hija, el tiempo con tu madre se acabó, ya es hora de que formes parte de mi vida.

— ¡Eso no es cierto! — Fabiana sintió que las náuseas comenzaron a subirle por la garganta, este hombre estaba loco.

— ¡Usted no es mi padre!, seguramente se fumó alguna porquería y está alucinando. Yo no tengo padre, él nos abandonó cuando yo era una bebé.

— ¡Yo soy tu padre, te guste o no!, tu madre te apartó de mí por mucho tiempo, pero ya era hora de que nos reuniéramos.

— ¡Mentira… yo no tengo un padre! Déjeme ir, por favor — y en medio de su angustia, Fabiana recordó que ese monstruo había mencionado a su madre.

—No le haga daño a mi mamá — Rogó llorando, desesperada y preocupada por lo que ese hombre le pudiera haber hecho.

Chapter 2

—Yo no tengo porque darte explicaciones de mis actos. Tú eres mi hija y me perteneces — Dijo el hombre sin contemplaciones — Ya va siendo hora de que cumplas con tu destino, tengo planes para ti.

Y salió sin decir más, dejándola ahí sumida en el miedo y en la desesperación, sola con las ratas.

Odín Reyes sacó su móvil, necesitaba dar aviso de que el negocio seguía en pie:

— ¿Alejandro?

— ¿Cómo van las cosas?

—El paquete está asegurado, continuamos con el negocio.

En el rostro de Alejandro Cruz se dibujó una sonrisa retorcida llena de complacencia.

—Perfecto, trata la mercancía con cuidado, la quiero sin un rasguño, no me interesa si está maltratada, ¡No vayas a meterme gato por liebre!

— ¡En absoluto! Es una yegua pura sangre, te aseguro que quedarás encantado en cuanto la conozcas, ¡Digna hija de su padre!

— ¡Eso espero Odín! Porque ya es mía, que no se te olvide.

Odín colgó la llamada y torció el gesto.

« ¡Estos Cru

Heroes

Use AlphaNovel to read novels online anytime and anywhere

Enter a world where you can read the stories and find the best romantic novel and alpha werewolf romance books worthy of your attention.

QR codeScan the qr-code, and go to the download app