Alphanovel App

Best Romance Novels

Book cover
Updated

CONSUMIDA POR SU OSCURIDAD

  • 👁 43
  • 7.5
  • 💬 0

Annotation

SINOPSIS Después de pasar por un traumático accidente, me estoy reponiendo. Siguiendo adelante con mi vida, así que unas cortas vacaciones en Milán es lo que necesito. Y todo va muy bien... Hasta él. (####) Soy el líder. Soy un asesino. Soy un monstruo. Uno que consume todo a su paso sin importarle nada... Hasta ella. Esa pequeña y extraña chica de alma rota y solitaria. Su alma llama a la mía. Sé que ella también lo siente... Yo puedo sentirlo. La conexión que tenemos va mucho más allá del deseo de hacer el amor...

Chapter 1: PRELUDIO y CAPITULO 1

PRELUDIO

CAZADOR EN LA OSCURIDAD

Silencio.

Sólo el sonido del silencio perturbador y escalofriante, es lo único que me persigue a medida que trato de, caminar-correr, lo más deprisa que puedo por el oscuro y sucio callejón. Miro sobre mi hombro más de una vez para asegurarme de que no me sigue, pero entonces veo la silueta de una sombra en la pared, y sé que es él, viene por mí.

El terror se apodera de mí y un grito mudo se ahoga en mi garganta. Mis pies descalzos golpean el asfalto helado, cada impacto resonando como un tambor sin fin. Las lágrimas resbalan por mis mejillas, mezclándose con el sudor del miedo, mientras me maldigo por estar atrapada en esta pesadilla. Tengo que salir de aquí, no puedo dejar que él me agarre. Debo escapar, no puedo permitir que me atrape. ¡No puedo! ¡No puedo!

—Corre, corre, corre. Corre todo lo que quieras, pequeña Elena. —Su risa se desliza a través de la oscuridad como un veneno—. Al final, no importa qué camino decidas tomar; terminarás en mis brazos.

Un escalofrío me recorre al escuchar su voz. Esa voz que un día consideré seductora se transforma ahora en un grito de terror.

—¿Por qué haces esto? —le grito, aunque en el fondo sé que las palabras son un intento vano de entender su locura.

Su risa resuena, aterradora, como un eco de mis peores pesadillas.

—¿Acaso no es obvio, pequeña Elena...? —se detiene un instante, como si esperara mi respuesta, pero yo solo puedo concentrarme en seguir corriendo—. Porque eres mía. Siempre has sido mía desde el primer momento en que te vi, y siempre lo serás.

De repente, emerge de las sombras como un depredador acechando a su presa. La colisión es brutal y me estrello contra su pecho. Aturdida, tardo un segundo en reaccionar, intentando sacudirme, pero él no me deja salir de su agarre. Mis puños golpean su pecho, pero es como golpear una pared de piedra.

—Puedes golpearme todo lo que quieras, pequeña. Solo ten en cuenta que los monstruos como yo no sentimos dolor.

Un grito ahogado se queda atrapado dentro de mí, una angustia que late con fuerza.

—No hagas esto, por favor... Déjame ir... Yo... —mi voz tiembla y quiebra, así como se fractura mi esperanza de escape. Permanezco allí, mirando mi reflejo distorsionado en su camisa negra, lamentándome por ser tan imprudente, por no haber llamado un taxi a esa hora desoladora. ¿Cuán idiota pude ser? —. Tú... No quieres hacer esto. —susurro, cada palabra se siente inútil.

—Oh, Elena, es ahí donde te equivocas. Estoy ansioso por hacer esto. —su voz se transforma en un chillido pervertido, mientras él se ríe suavemente—. Shhh, tranquila, no te haré daño, mi hermosa muñeca... No mucho. —El tono burlón en sus palabras no hace más que intensificar el terror que me consume. Él acerca su mano a mi cara, cubriendo mi boca y nariz con un pañuelo, empapado en un líquido oscuro e inodoro. El dolor me abruma, poco a poco, la lucidez se nubla, todo se vuelve borroso. Forcejeo con todas mis fuerzas. Pero pronto, mis ojos se cierran y la oscuridad se adueña de mí, el agotamiento arría mis defensas, llevándome a un lugar donde el miedo se convierte en un eco distante...

El último pensamiento que capto antes de la oscuridad, antes del vacío, es la imagen de sus ojos, azules como el ártico, clavándose en los míos. El tiempo se desvanece. La desesperación se apodera de mí. ¿Terminará todo aquí? ¿Se acabará todo en este callejón oscuro?

CAPÍTULO 1

ELENA

Viajar desde Caracas a Milán sería un viaje largo, especialmente porque tendría que hacer un transbordo en España. Solo de pensarlo me hace sentir incómoda; son tantas horas sentada en un avión… no puedo evitar compadecerme de mi trasero. Termino de hacer mis maletas. No pensaba quedarme más que un par de semanas, pero aun así necesitaba mucha ropa.

—Sabes que no tienes que hacer esto, ¿verdad? —la voz de mi madre me saca de mis pensamientos. Volteo la cabeza hacia un lado para verla mejor. Sí, como lo esperaba, está llorando otra vez.

—Mamá, ya lo hemos hablado. Además, quiero ir a visitarlo. ¿Hace cuánto no vemos a Alejandro? —le pregunto mientras me muevo por la habitación arreglando todo.

—Sí, sí, lo sé. Hace tanto que no veo a mi hijo. Pero aun así, no quiere decir que tengas que irte. No puedes...

Un escalofrío me recorre el cuerpo cada vez que mamá menciona ese tema nuevamente.

—No. ¡No estoy huyendo de un loco de m**rd* que intentó matarme! ¡No estoy huyendo del hecho de que pasé casi dos meses en la cama de un hospital en coma! ¡No puedo dejar que ese episodio dicte mi vida, mamá! No puedo. —Las lágrimas ruedan libremente por mi cara; con rabia las limpio con el dorso de la mano—. Ya hemos hablado de esto, por favor, no más.

—Lo siento. No era mi intención alterarte.

—Lo sé, mamá. Pero entiende que quiero hacer este viaje. No puedo dejar que el fantasma de ese hombre gobierne mi vida a su antojo.

—Tienes razón, ve.

—Grecia te ayudará en todo lo que necesites. Estarás bien. —Hace unos años, mamá y yo decidimos continuar con el pequeño restaurante que le había sido dejado como herencia por su padre. Hoy en día, ya éramos dueñas de siete restaurantes, y aunque ella es la dueña principal y yo solo la inversionista minoritaria, también soy la gerente de tres de esos locales. Por supuesto, tenemos a Grecia, la administradora, entre otras personas que nos han ayudado mucho.

—¿Estarás aquí para la inauguración del hotel?

—Yo diría más bien, posada. Y por supuesto que estaré aquí. —La abrazo.

—Te amo.

—Yo más. Bueno, entonces vamos. Se me hace tarde y no quiero perder mi vuelo. Espero estar llegando por la mañana a España o algo así. La verdad es que no revisé el plan de horarios.

Mamá suspira en desacuerdo.

—Bueno, bueno, suficiente de lágrimas, que nadie se ha muerto. —La alegre voz de Grecia nos hace reír. La despampanante pelirroja entra en la habitación—. ¡Aaaa celebrar! —canturrea, mostrando tres copas en una mano y en la otra una botella de vino tinto. Obviamente ya había bebido unas cuantas de esas ella sola.

—¿Cuántas has tomado, Gre? —pregunto.

—Al parecer, no las suficientes. —Hace puchero—. Te voy a extrañar, peque. —Odio ser llamada así, pero solo a ella se lo permitía. Desde luego, era mucho más alta que yo, de ahí el apodo. Nos da una copa a cada una y las llena—. Pero suficiente de todo este drama. ¡A beber!

—Una copa y ya, jovencitas; recuerda que debes manejar. Y tú, —me señala a mí—. Aún sigues tomando medicamentos, no lo olvides. —Reprende mamá. Yo sonrío.

Una copa dio paso a otra, y otra, y luego otra. Para cuando nos dimos cuenta, nos la habíamos acabado y no podíamos dejar de reír por todo; sobre todo mamá, que fue la primera en decir que no podíamos beber.

(####)

—¡Lo sabía! ¡Sabía que esto iba a pasar! —mamá estaba algo histérica porque se nos hacía súper tarde. El vuelo sale a las diez de la noche y ya son las seis de la tarde. Si a eso le sumamos el hecho de que tenemos que recorrer veinte minutos hasta el aeropuerto y luego hacer el registro.

—¡Ya llegó Fernando! —grita Gre, alegre de que su prometido esté aquí para llevarnos. Puedo decir que no estamos aptas para conducir.

—Dios bendiga a ese novio tuyo. —Dice mamá, saliendo de casa con una de mis maletas. Yo agarro la otra. Antes de salir de casa, me tomo un Alka-Seltzer. Agarro mis lentes de sol y salgo detrás de ellas.

Puedo dar gracias al Todopoderoso por permitir que no nos estrelláramos, porque Fernando estaba haciendo todo lo posible para que llegáramos a tiempo, cosa que hizo. Me despido de él al bajar del auto, agradeciéndole mil veces y prometiendo traerle un regalo de Milán. Gre y mamá me ayudan con las maletas. Solo eran dos, pero ellas son dramáticas. Corro a hacer el registro de vuelo, la revisión del equipaje y el embarque. Una vez que todo está listo y tres horas después llega el momento de irme; me despido de mamá, que se pone a llorar nuevamente.

—Te voy a extrañar, hija.

—Yo a ti, ma.

—Salúdame a tu hermano. Espero que me visite pronto.

—Lo haré. —La abrazo, dándole un beso en la mejilla. Volteo y hago lo mismo con Gre.

—Cuídate mucho, Cuchu.

—Para con los apodos, Gre. —Le digo con una sonrisa.

—Nunca. Y ya sabes, si consigues a un guapo italiano que te guste, sabes lo que tienes que hacer... —me susurra al oído para que mamá no pueda escuchar—. Relaja la pelvis y disfruta, Cuchu. —Me río porque, honestamente, lo que dice es gracioso.

—Te voy a extrañar, loca. Prometo escribirte.

Me despido de ellas y abordo el avión que me llevará a unos días de vacaciones y relajación, libres de estrés.

(####)

—¡M**rd*! —murmuro, estirando mi pobre cuerpo maltratado por dormir muchas horas; fueron más horas de lo pensado, en el asiento del avión. Miro por la ventanilla a mi lado y me doy cuenta de que es de noche. Mi corazón se acelera de excitación.

«¡Ya estoy aquí!» Pienso, las horas valieron la pena.

Aún tenía un ligero dolor de cabeza. Me enderezo, agarro mi pequeña maleta y sigo a los demás pasajeros por el pasillo para desembarcar. ¿Qué es lo peor de viajar por primera vez al país que más anhelabas? No saber hablar su idioma. Me pateo mentalmente unas cuantas veces por ser tan tonta. Solo lograba entender unas cuantas cosas, o más bien las cosas básicas.

¿Por qué le habré insistido a Alejandro para venir a visitarlo?

Respiro lento, pasando y esquivando a las personas, emocionada por verlo. Logro salir del mar de gente lo mejor que puedo y llegar a la entrada del aeropuerto después de obtener mi otra maleta. Y es entonces cuando lo veo: a pesar de la oscuridad, al otro lado de la calle, apoyado en un reluciente Mustang rojo con los brazos cruzados sobre su pecho. Sonrío alegre y, sin poder evitarlo, corro con mi maleta hacia él; solo que en lugar de estrellarme en sus brazos, golpeo un sólido y fuerte cuerpo que sale de la nada. Porque, honestamente, no sé de dónde ha salido. Me tambaleo hacia atrás un poco y doy gracias a Dios por mi decisión de usar zapatos planos, pero igual eso no podía impedir mi inminente caída de c*l* en la acera.

El sujeto reacciona lo más rápido que puede e inmediatamente intenta agarrarme, pero es demasiado tarde. Me encuentro peripatética tirada en el suelo.

—¡¿J*d*r, acaso no ves por dónde caminas?! ¡No llevo ni diez minutos aquí y ya obtengo mi primera caída! —le digo al hombre que me da la mano para ayudarme a ponerme de pie. Levanto la cabeza porque el idiota no dice nada.

Mis ojos recorren un largo tramo de puro pecho y anchos hombros musculosos, envueltos en un traje negro de tres piezas, hasta una hermosa y cremosa piel aceitunada que se muestra en su cuello, llevándome a un mentón firme y cincelado con mandíbula cuadrada cubierta por una ligera barba. Sus labios, y Dios, qué labios, están malditamente bien formados y carnosos. El hombre es alto; para mí, casi todos eran altos, pero quiero decir que realmente es alto, 1.88 o quizás más. No podría saberlo con certeza.

Pero entonces cometo la estupidez de romper mi pequeño hechizo al mirarlo a esas profundidades de ébano... tan hambrientos de dolor y sedientos de sangre. Tan consumidores. No es la primera vez que veía este tipo de mirada, tan peligrosa como hipnótica. Aun así, mi cuerpo se estremece bajo su escrutinio y sé que debo alejarme rápido de él y continuar mi camino. Luego abre su preciosa boca y toda determinación se va al c*r*j*.

Chapter 2

CAPÍTULO 2

ELENA

—¿Stai bene, piccola¹? —j*d*r, ¿quién habría imaginado que el idioma italiano sonaría tan s*xy viniendo de un hombre extremadamente guapo? ¿O solo soy yo y mi imaginación? (¿Te encuentras bien, pequeña¹?).

El hombre aún me mantiene agarrada; parecía que el tiempo se hubiera detenido o que habían transcurrido horas en lugar de segundos.

—Marco, no. Conosco quello sguardo, lascia andare la ragazza². —Un hombre vestido también de traje, pero más a la moda, se acerca a un lado de él, susurrándole. Como si pudiera entender algo más que ciertas palabras tomadas aquí y allá. (Marcus, no. Conozco esa mirada, deja ir a la chica²).

—Mi assicuro solo che la bambina stia bene³. —Eso estoy casi segura de que lo entendí, solo que aún no encuentro mi voz para pedirle que me suelte. (Solo me aseguro de que la pequeña esté bien³).

—È chiaro che lei non capisce quello che dici⁴. —Ellos continúan hablando como si nada. (Está claro que ella no entien

Heroes

Use AlphaNovel to read novels online anytime and anywhere

Enter a world where you can read the stories and find the best romantic novel and alpha werewolf romance books worthy of your attention.

QR codeScan the qr-code, and go to the download app