WIXOSS

«Sabrina y Sofía están en el baño», decía el papel que Derek le había pasado a Thomas por debajo de su asiento para que el profesor Stigman no los viera. Este lo arruga dentro de su puño y lo mete en su bolso, sin darle mucha importancia.

Segundos después, suena la campana, y es cuando se da cuenta de que toda la escuela sabe lo de las dos chicas. Sus compañeros salen del salón frenéticamente y corren hacia el baño de mujeres. Unas chicas entran y a los pocos minutos salen.

―No hay nadie ―dice Emma a la multitud.

Se escuchan abucheos y burlas por la decepción, casi toda la escuela estaba fuera del baño. Detrás de Thomas estaba Sofía, y Sabrina estaba del otro lado de la multitud.

―¿Cómo lo hace? ―le pregunta Derek a Thomas cuando salen de la escuela y caminan hacia Littlecoffe, el pequeño restaurante del pueblo.

―No lo sé ―le responde mientras mira en su celular las fotos que Clarke Sprout ha subido a sus redes.

Sofía era la exnovia de Thomas. Hace 2 semanas ella le había terminado al confesarle que le gustaba otro chico menos apuesto que él; eso lo sacaba de sus casillas con solo recordarlo. Y se ponía peor al saber que le mentía, ya que en realidad a ella le gustaba una chica, Sabrina, con quien se rumora que tiene relaciones en distintas partes de la escuela, aunque nadie las ha descubierto todavía.

Se sientan en Littlecoffe. Thomas pide una malteada de chocolate mientras que Derek pide un batido. Este último no le quita los ojos de encima a la mesera, Stefany.

Se graduó el año pasado, desde entonces trabaja aquí. Sus padres murieron hace varios años, así que vive sola en casa de ellos.

―¿Vendrás a la fiesta de Charlie? ―le pregunta Derek a Thomas.

Este niega con la cabeza; no ha estado de ánimos desde su ruptura. A Derek le molestaba eso, ya que solo lo veía en la escuela, rechazándole una y otra vez cada que lo invitaba a salir de casa.

Thomas no era el típico chico introvertido que consideraba su habitación como único refugio. Le gustaban las fiestas, salir, beber de vez en cuando y especialmente… c*g*r.

Su único error fue enamorarse de la persona equivocada, aunque a menudo piensa que, en vez de amor, pudo tratarse de dependencia emocional hacia Sofía. Lo que Thomas no sabía cuando la conoció, es que ella era toda una manipuladora experta en hacer que sus víctimas perdieran la cabeza por ella.

Con su mano, se quita un mechón de cabello castaño de su rostro, acomodándolo detrás de su oreja. No lo notó, pero Stefany no le quitaba los ojos de encima mientras lo hacía, aunque solo fuesen unos segundos.

―No puedes estar así para siempre ―le reclamaba Derek mientras se levantaba para ir al baño.

A menudo, en las noches, mientras escuchaba música y se deleitaba con la melodía, pensaba en cómo una mujer le había cambiado la vida hasta cierto punto, haciendo que perdiera el gusto por las cosas que más le gustaban.

―Debes salir con otra chica ―le sugería Stefany mientras recogía los vasos y le cobraba el batido y la malteada.

―¿Alguna en mente? ―le pregunta Thomas mientras le daba el billete―. Conserva el cambio si tienes la respuesta.

Ella sonrió, llevó los vasos y no volvió hasta después que Derek regresaba del baño, quien le reclamaba por haber pagado, ya que se supone que él lo había invitado.

Stefany se acerca de nuevo a la mesa y le entrega un trozo de papel envuelto. Le sonríe y luego se marcha a atender a la pareja del fondo.

―¿Qué pasa aquí? ―le pregunta Derek, sonriendo, rezándole a Dios porque sea una propuesta indecente de la camarera.

Thomas abre el trozo de papel y se da cuenta de que hay un número de teléfono: el de Stefany. Derek también lo ve.

―¡Amigo! ―le grita, por suerte Stefany estaba concentrada tomando el pedido y no lo escuchó―. Debes cogértela esta noche, no hay duda de eso. Es tu oportunidad de olvidar a Sofía. No pierdas el tiempo.

Thomas lo consideraba de buena gana. Aunque dejó de hacerlo cuando volteó y vio las gruesas piernas de su futura cita, así como su delgada cintura, que aún con el uniforme de Littlecoffe se podía apreciar. Solo lamentaba no poder ver más que eso. Sus senos no eran tan grandes, pero él nunca le ha dado importancia a eso.

―La llamaré ―dice volviéndose a Derek.

Este le arroja una sonrisa de orgullo y unas palmadas en su hombro.

Después de un rato, el pequeño restaurante queda vacío, a excepción de ellos. La señora que entregaba los pedidos entró para descansar un poco.

―Mamá me está llamando ―le decía Derek a Thomas enseñándole el celular con una llamada entrante de la señora Johansson―. Te veré afuera ―se levanta y sale del restaurante a atender la llamada a un lado de un carro estacionado afuera.

Stefany se da cuenta de que ha quedado sola con el chico que le gusta desde hace meses. Se acerca y limpia la mesa con un trapo.

―¿Y bien? ―le pregunta a Thomas mientras se inclina muy cerca de él, intentando provocarle.

―Daremos un paseo esta noche ―le dice―. ¿Te parece bien el campo de golf? ―sugiere.

Ella asiente alegremente con la cabeza mientras intencionalmente deja caer el trapo al piso, detrás de ella. Se da la vuela, dándole la espalda a Thomas y se inclina lo más que puede para agarrarlo. Thomas vio lo que quería ver: su trasero.

Ella voltea a verlo de reojo y lo descubre con su mirada fija, sin darse cuenta de que lo está observando.

―Nos veremos en la calle Adams ―le dice mientras camina para limpiar las mesas del fondo.

Antes de llegar, voltea a verlo. Este también la mira. Le da la espalda nuevamente y se levanta la falda del uniforme, dejando que Thomas viera su lencería roja de encaje.

Este suspiró y se echó a reír, intentando mirar a otro lado, aunque no quisiera. Stefany se baja el uniforme y le corresponde la sonrisa mientras se dedica a limpiar las demás mesas.

―Nos vemos ―le dice Thomas después de levantarse y sujetar la manija de la puerta de salida.

La chica asiente nuevamente.

Sale y ve a su amigo que acaba de colgar con su mamá.

―¿Pasa algo? ―le pregunta.

―No es nada ―le responde.

Normalmente regresaban a casa en el auto del padre de Thomas, pero el día de hoy lo necesitaba para ir a una junta en Nueva York. Aunque, de todas formas, las calles de Suanville no eran tan largas. Esta vez, caminaron de regreso a casa.

―¿Vas a una cita? ―le pregunta Liz, su hermana, al verlo peinarse en el espejo de la sala.

―Deja de molestar ―lanza una bofetada al aire hacia ella.

Se termina de arreglar y sale por la puerta. Su madre está tan concentrada en su novela que ni siquiera notó que salió.

La calle Adams no estaba tan lejos. Llegó en menos de 15 minutos.

Se sentó en una banca que estaba cerca a esperar a su cita mientras texteaba con Derek, quien le decía que la fiesta de Charlie estaba muy buena, proponiéndole que llegase al terminar la cita.

Finalmente, la ve venir. Cabello negro, liso, peinado hacia un lado. Llevaba un vestido blanco con escote. Sus ojos eran negros como la noche, y su mirada tan cautivadora como si de Afrodita se tratase.

Llega y se sienta al lado de Thomas.

―Hola ―dice casi suspirando. No dejaba de mirarle los ojos al chico que le gustaba desde que lo vio aquel fin de semana a finales del verano del año pasado.

―Hola ―le responde Thoma