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La cumbre de las luciernagas

La cumbre de las luciernagas

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Annotation

Hyo ri un ser de otro planeta con poderes mágicos, enviada a la tierra como castigo por 150 años. su misión principal aprender de los humanos, su única prohibición no enamorarse. Namjoon, un príncipe que ha vivido encerrado en su castillo, su primer acercamiento con alguien fuera del palacio es con una extraña chica, quien llega para alterar todo en su vida. Una mujer ciega y una reina con un pasado en común y un terrible secreto entre ellas dos. La lucha entre ángeles y demonios. Amor, traición, secretos. Un amor prohibido, una guerra que amenaza con acabar todo un reino. Que ganara, ¿el amor o el deber?

Capítulo 1

Orión, planeta J316…

Hyo ri no entiende la necesidad de tomar clases de tiro, nunca han tenido ningún enemigo potencial, el maestro Ji Sing, la mira con disimulo y nota su falta de interés. Hyo ri ya es experta en tiro al arco, fue la primera de su grupo, asi que lanza las flechas con tanta facilidad que todas las demás aprendices hacen un vallado a su alrededor, mientras mascullan palabras de asombro.

—recuerda que las alas deben estar bien resguardadas, de lo contrario se podrían romper y no creo que quieras ser una lampyridae sin alas— Dijo el maestro Ji Sing mientras acomodaba las alas de Hyo ri dentro de su camisa.

Las lampyridaes, eran una tribu del planeta j316, similar a los humanos, seres que aún no conocían. tenían alas bioluminiscentes en la noche.

Gobernadas por el gran creador, y orientados por los siete hermanos, cada uno con un don diferente. Ji hye, la sabia de los siete y la mayor de todos, I Jae el entendimiento del mundo que los rodea, Cham Sa Hwan el consejero, Hananim Ui Yeong, la línea directa con el creador, Han Jan el más poderoso y fuerte. Ji Sing el conocimiento, Jon Yeong su don es el respeto el que enseña la practica moral del planeta.

Los siete hermanos nunca envejecían, tomaban diferentes formas, ya que no eran seres físicos, aunque se transformaban en seres similares para que las lampyridaes pudieran comunicarse con facilidad.

Hyo ri nacida en el día 941209 desde que la primera lampyridae, iluminó la noche de las dos lunas.

Las lampyridaes nacían en grupos, grupos que permanecerían unidos a lo largo de sus vidas y serian algo asi como una subdivisión del gran ejército.

Hyo ri había sido la única que nació esa noche, en la extraña víspera en que solo una luna se puso en el firmamento, el campo estaba solo, no nació en un día previsto, al salir de su pequeño huevo, se dio cuenta que estaba sola, no hubo alguien que la felicitara por su nacimiento, como si fuera una noche sin importancia, el que hubiera solo una luna en el cielo, hizo que la noche fuera más oscura de lo habitual, la pequeña lampyridae, camino sola por el bosque del nacimiento, recorriendo el camino hacia su nuevo hogar, el mismo camino que transitaron sus antecesoras, no sabía a donde se dirigía, su instinto le indico por donde debía caminar.

Sus alas eran más pequeñas que las de las demás, crecer fue difícil, Recibió el rechazo de todos.

Una leyenda comenzó a circular, supuestamente el grupo en el que debía nacer, murieron todos antes que Hyo ri naciera y la única sobreviviente fue ella, los sabios no tenían explicación para lo que había ocurrido esa noche, pero creían que había algo especial en Hyo ri.

su niñez estuvo plagada de soledad y silencio, mientras las demás lampyridae volaban por encima de las copas de los árboles con gran facilidad, Hyo ri chocaba una y otra vez contra las enormes ramas, sus pequeñas alas, se cansaban rápidamente, lo que la obligaba a caminar por en medio de la selva por muchas horas hasta llegar a su destino. Al llegar las demás la miraban y se reían. ­«¿Un lampyridae que no puede volar? Semejante despropósito, no entiendo porque fue la única que sobrevivió esa noche, quizás ella las mato a todas y ese es su castigo» eran los comentarios que se escuchaban, de allí surgió que ella traía mala suerte a los que se acercaban a ella. A pesar de las incontables veces que los sabios trataban de corregir esta situación afirmando que nada de eso era cierto, las demás no dejaban de pensar en la mala suerte de Hyo ri y huían de ella como si tuviera una enfermedad contagiosa.

Al principio iba a llorar incontables horas al bosque de los sauces, los viejos árboles en su sabiduría solo abrazaban a la niña, el paso del viento por sus ramas imitaba el sonido del llanto, y parecía como si todo el bosque se solidarizara con la pequeña Hyo ri.

Hyo ri fue creciendo y con ella otras habilidades con ayuda de I Jae, Ji Sing y Han Jan, no solo aprendió a interpretar los cambios de estación mirando las estrellas en el cielo, si no a tener presente el viento y asi impulsar su vuelo, quizás nunca podría ser como las otras, pero tenía a su favor algo que ellas no tenían, velocidad al correr, habilidades de defensa y ataque.

—Ante la imposibilidad de ser como las demás, tienes una cosa a tu favor que ellas nunca tendrán, la capacidad de potencializar otras habilidades, la conformidad y el ser común no son palabras que riman con Hyo Ri— le inquirió Han Jan, mientras le daba la mano para sacarla del gran bosque de los sauces llorones.

Cada noche todas las lampyridaes iban a la gran cumbre a presentarse ante el creador, con sus enormes alas brillantes, Hyo ri siempre llegaba de ultima, su luz no era tan brillante, era más bien un tono opaco casi imperceptible.

Todas brillaban y cantaban la gran canción del agradecimiento al Creador.

«gran creador, a ti presentamos nuestra canción,

desde la noche en que nacimos con las dos lunas como testigo

hasta el día que el creador no nos necesite,

estaremos brillando y cantando acompañando dulcemente el camino de los peregrinos,

brillando en este mundo solo con gobierno tuyo

juramos lealtad con la fuerza de nuestro vuelo

siempre cantaremos e iluminaremos los cielos»

Hyo ri, después de 19 años dejó de cantar la canción por primera vez, creyendo que nadie lo notaría, solo haciendo la mímica con su boca.

—alguien ha dejado de cantar— dijo el creador, ante la multitud de lampyridaes, los 7 sabios y los millones de guardianes que lo rodeaban en ese mismo momento.

Un silencio sepulcral se instaló en la cumbre, el viento dejo de correr, y todos quedaron inmóviles ante la voz del gran creador. —¿Quién ha sido? — pregunto de nuevo la deidad, con voz fuerte.

Nunca antes habían visto tan serio al creador, el nerviosismo se esparció rápidamente entre todas, prueba de ello eran las luces desincronizadas de las lampyridaes, asustadas no daban crédito a lo que estaba pasando, como podía darse cuenta que en los miles que cantaban al creador una de ellas había dejado de cantar. Lo que antes era un hermoso espectáculo articulado ahora solo era caos y nerviosismo, todas se miraban las unas a las otras, tratando de preguntar por medio de sus ojos quien se había atrevido a semejante falta.

El silencio se rompió con la voz de Hyo ri — He sido yo— dijo mientras al unísono todos soltaron un suspiro tan fuerte que la cumbre se estremeció un poco, el aire contenido por todos en el planeta había sido exhalado al tiempo lo que provocó una gran onda sonara que retumbo por todo el lugar.

—¿pero cómo te has dado cuenta que he dejado de cantar?, somos miles las que nos presentamos ante ti cada noche, todas tenemos las voces similares— dijo Hyo ri, entre tanto todas abrían un espacio corriéndose a un lado para que la pequeña joven quedara a la vista de la deidad.

La deidad no se asombró de la pregunta, ni de la astucia de la jovencita para responderle, es como si lo hubiese estado esperando.

—Pequeña, conozco desde el sonido de sus aleteos, hasta el latido de sus corazones, como no iba a saber que una de ustedes había dejado de cantar— la deidad sonreía ante el rostro asombrado de la pequeña, sin duda alguna era la más pequeña de todas. — Creo que ya es hora— la deidad se dirigió a Hananim Ui Yeong

—Entiendo— respondió como si todo hubiese estado planeado.

—Pequeñas pueden marcharse a descansar, como siempre estoy complacido con su canto — dijo la deidad mientras todos se marcharon volando rápidamente, entre cuchicheos, y miradas despectivas hacia Hyo ri.

Ella salió meditando lo que había ocurrido, ensimismada en sus pensamientos, comenzó su viaje de vuelta a su hogar, cuando fue detenida por dos guardianes del creador.

—Necesitamos que vayas a tu casa y tomes lo necesario, el creador te ha llamado a su presencia, te acompañaremos y volverás con nosotros— dijeron los jóvenes con sus rostros inexpresivos.

El camino a casa fue rápido, los dos guardianes la tomaron cada uno de un brazo y volaron rápidamente hasta el lugar donde vivía.

—eso le pasa por no cumplir con sus deberes

—Si, además es como faltarle el respeto al gran creador,

—se lo tiene bien merecido, seguro la van a desterrar por eso la mandaron a sacar sus cosas.

Se decían unas a otras las lampyridaes, que observaban con burla y altanería aquel gran suceso.

Entre el miedo y la vergüenza, de aquel momento, saco sus cosas, solo llevo su arco y sus flechas, aprendió a no apegarse a nada, asi que el resto lo considero como basura.

—¿Solo vas a llevar eso? — pregunto uno de los guardianes

—Si, dijo ella con su mirada en el suelo, a su alrededor una gran nube de testigos que mascullaban cosas en su contra y otros chasqueaban la lengua en señal de desaprobación.

El camino en medio de la noche, fue largo, la casa de la deidad quedaba fuera de la galaxia, la subida fue más fuerte de lo que pensaba, miro hacia abajo y vio las luces de las alas de sus compañeras que se perdían rápidamente entre las copas de los árboles, luego subió al cielo y vio las estrellas, esa noche habían más estrellas que de costumbre, vio a las dos lunas de su planeta una al lado de la otra, esta fue la última imagen que tuvo, el aire comenzó a faltarle, llego un mareo insoportable, sentía como su cuerpo se iba desvaneciendo, mientras las dos lunas comenzaron a difuminarse ante sus ojos, de repente todo se puso negro.

Al abrir los ojos se encontró en una habitación de un rosa pálido, miro a su alrededor y no había nadie, se levantó de la cama y lo que vio por fuera de la ventana la dejo asombrada, su corazón se desboco, de inmediato entraron unos seres enormes.

—Dile al creador que su invitada ya despertó— dijo uno de los seres.

Hyo ri se quedó mirándola, tratando de descifrar que era lo que veían sus ojos, su rostro parecía femenino, tenía el pelo rojo, como el fuego, dos hermosas alas blancas, como nunca las había visto, su piel era como el color de las nubes, y sus enormes ojos azules, como el mismo cielo, llevaba una túnica azul como las piedras preciosas de la corona de la deidad.

—MI nombre es Tabatha, estás en una de las habitaciones del gran palacio de la deidad y eres su invitada. Sal por el siguiente pasillo a la derecha y te encontraras con el gran salón del reino, allí están el que es tres en uno, la gran deidad del todo lo que existe, el primero y el último, el que no fue creado, pero lo creó todo, allí te encontraras con tu destino.

—¿te hacen aprenderte todo eso? — dijo Hyo ri, ladeando la cabeza

—algo asi— respondió Tabatha, mientras se quedó analizando por qué siempre respondía de esa manera.

Hyo ri caminó por el palacio, sus ojos no daban crédito a lo que estaba observando, todo el lugar estaba construido en oro, el piso era de un cristal reluciente, podías ver tu reflejo en él. Todos los seres que vivían en aquel lugar eran gigantes, todos ellos eran bellos, de una belleza que no podías dejar de mirarlos, algunos tenían 4 alas, otros tenían formas que la pequeña Lampyridae se había acostumbrado a ver, eran seres que no existían en j316, tenían forma de unos seres que habitaban en otro planeta y que se llamaban animales, águilas, osos, leones, fueron los que Hyo ri pudo identificar, mientras los miraba y decía sus nombres en voz alta, ante la risa tierna de los seres.

Hyo ri no te distraigas, te estoy esperando

Hyo Ri escucho la voz dentro de su cabeza, aquello al principio la asustó y miró hacia todos lados, para ver de dónde provenía la voz.

Sigue el camino, el creador estaba hablándote directamente — Dijo Hannam Ui Yeong que paso por el lado de Hyo ri en ese momento.

La niña siguió el camino detrás de su maestro, quien también se dirigía a el encuentro.

—¿Descansaste bien? — pregunto la deidad, mientras regaba agua sobre una pequeña esfera azul y verde

—Si, gracias por preguntar, ¿perdón mi insolencia, pero porque me ha traído hasta aquí?

El salón del reino tenía tres sillas en oro, de ellas fluían como ríos de una sustancia blanca brillante que conectaba con todo lo que estaba en el palacio.

Hannam Ui Yeong se sentó al lado izquierdo, el creador en el medio y un ser cuya forma no era nada de lo que Hyo ri había visto antes se sentó a su derecha.

—Él es Gujoja, los tres somos uno solo, ellos pertenecen a mí y yo a ellos, uno lo has visto y el otro nunca lo has visto, pero pronto no las veras a ninguno de los dos, Aun asi confía en que, aunque no nos veas los tres somos uno y vamos a estar contigo — dijo el creador.

Hyo ri que no entendí nada salió del lugar por orden del creador, meditando en sus palabras, a lo lejos vio a Tabatha, se acercó con la intención de saludarla, la siguió hacia un patio exterior, allí estaban reunidos varios de los seres, se unieron en un círculo y se cubrieron con las alas para que nadie supiera que estaban hablando cada vez se acercaban más y más, Hyo ri, sintió que algo estaba mal, asi que se escondió tras una columna.

Lo que escucho la dejo sin habla, estaban planeado derrocar al Creador de su lugar. Pronto sonaron las trompetas que anunciaba el momento en el que la deidad recibiría su canto y el reporte de los planetas de los millones de galaxias, la multitud se dispersó y por último en el centro de todos estaba Gasu el cantante principal, Hyo ri rápidamente lo reconoció porque había sido él, quien había escrito el canto para el creador, y aunque nunca lo había visto, escuchó sobre su hermoso aspecto y su prodigiosa voz.

Caminó con la mente confundida, y el corazón pesado hacia el salón de reino, su mente no dejaba de pensar una y otra vez en lo que había escuchado.

El canto al creador comenzó y Gasu dirigió el coro de los millones que antes habían estado reunidos planeado la forma de destruir al creador.

No te preocupes, ya lo sé, se lo que estaban haciendo ellos antes de venir a cantar.

Hyo ri lanzo una mirada confundida al creador quien miraba el canto de Gasu, sin quitarle la mirada de encima.

Se lo que estás pensando, no te preocupes es algo que ya sabía que iba a pasar, asi que no hagas nada, quiero disfrutar de su canto la últimavez.

El canto de Gasu era sumamente hermoso, todos quedaban embelesados por su voz sublime y fuerte, seductora y emotiva, el coro que lo seguía estaba a la altura del acto que se presentaba, todos en el palacio de la deidad no podía resistirse a su voz, acompañada de instrumentos de cuerda.

Nadie podía proveer o tan siquiera imaginar que horas después de ese último canto, iba a desatarse una guerra.

Capítulo 2

La creación de Gasu no fue como la de los demás ángeles protectores del trono, de Gasu emergía una luz especial. Fue dotado de una gran inteligencia, el gran creador junto con Hananim Ui Yeong y Gujoja, los tres que no tenían tiempo y no fueron creados, los tres que son uno solo, crearon a Gasu. Le dotaron sus ropas de las piedras preciosas más especiales del universo, le pusieron en alto nombre, estaba cerca del trono, habitaba en el palacio, fue el encargado del coro, de dirigir a miles en la adoración al creador y de vigilar los planetas circundantes, Su forma era perfecta; su porte noble y majestuoso. Una luz especial resplandecía sobre su rostro y brillaba a su alrededor con más fulgor y hermosura que en los demás ángeles.

Sin embargo, Gujoja, tenía la preeminencia sobre todas las cosas, era uno con el creador y estaba antes de la formación de todas las cosas que existían en ese momento.

En Gasu comenzó a crecer un sentimiento de envidia por Gujoja.

La deidad

Heroes

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