
Todo de ti
- Genre: Billionaire/CEO
- Author: ArfaMar
- Chapters: 87
- Status: Completed
- Age Rating: 18+
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- ⭐ 7.5
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Annotation
Cuando todo podía parecer normal llega algo y cambia todo. Un segundo y una decisión, podría hacerlo o seguir y su corazón decidió. Sencilla e ingenua. Controlador y peligroso. Se envuelven en una bruma de sensaciones que los hace replantearse el avanzar. Porque estando en un mundo peligroso todo podría pasar y pasando lo temido ¿Como podrán avanzar?
Capitulo 1. Alaia
Camino por el pasillo del auditorio, siempre he amado la grandeza de estos lugares, imponentes y electrificantes cuando es el momento de escuchar los instrumentos sonar.
Gracias a mis padres el amor por la música se mantuvo, lamentablemente ya no están para escucharme en este lugar y sentirse orgullosos de mí.
Me siento frente al piano y levanté la tapa que cubre las teclas, un piano de cola antigua pero que se conserva muy bien a pesar de los años, pasé mis dedos por las teclas y sonreí empezando a tocar Moon light sonata de Beethoven, pieza que tocaba mi papá todas las noches.
Cerré mis ojos y me dejé llevar por la melodía y los recuerdos, por la ligereza de las notas y la agilidad de mis dedos, movían mi cabeza como si estuviera en una danza suave.
Me dejé absorber, guiar y llenar mi corazón de la tranquilidad que se podía sentir, mis dedos viajaban de un lado a otro como si tuvieran vida propia y podía sentir mi corazón hincharse de alegría.
Todo lo que siempre quisimos los tres he podido lograrlo, poder estudiar lo que amo y superarme como persona.
Yo vengo de una familia latina que en un trágico accidente dos vidas se perdieron, dejándome sola en el mundo. Por eso mi tía me trajo a vivir con ella a los Estados Unidos.
Terminé las últimas notas y sonreí.
—Se las dedicó, en donde sea que estén… sé que les llegara—sonreí y me levanté para bajar del escenario y salir del auditorio.
Camine por el pequeño túnel que conecta la universidad del auditorio y llegué al pasillo principal, esta es una escuela de música y arte, donde veas hay hermosos murales representando el lema de la universidad.
‘’El arte y la música son la expresión más pura y real. ’’
Sonreí y vi mi reloj para darme cuenta que iba tarde a mi última clase por lo que corrí procurando no caerme pero sí chocando con algunas personas en el camino.
Llegué al salón sin aliento y me puse en la ventana de la puerta y vi que ya habían comenzado pero en eso la profesora me ve y yo junto mis manos pidiéndole que me deje pasar.
Me asintió y suspiré entrando al salón
***
Salgo de la universidad y camino hacia mi casa pero primero pasaré por mi cafetería favorita comprando un café, ese lugar tiene un teclado en el que algunas veces he tocado, cada vez que llegó se alegran porque piensan que tocaré.
Yo soy muy sencilla, no me gusta la exageración en ningún ámbito. En la universidad las chicas con las que he tenido contacto me tachan de ingenua porque siempre creo en las personas equivocadas pero eso jamás ha borrado mi sonrisa. Aunque sé que no puedo ser así pero mi corazón nunca ha sabido distinguir las malas intenciones, era tan dulce y noble que me olvidaba de cuánta maldad existe.
Voy cruzando una esquina cuando veo a un grupo de hombres, pandilleros seguramente, golpeando a un hombre entre todos. Vi hacia los lados dándome cuenta que no transitaban muchas personas, restregué mis manos de mi jean e impulsada por mi sentido de justicia grité con fuerza.
— ¡La policía está aquí!—Los pandilleros comenzaron a correr y sentí alivio al ver que no se lo llevaron con ellos.
Me acerqué para ayudarlo y cuando estuve cerca de él solté un jadeo por el asombro, su rostro estaba lleno de sangre, tenía un ojo hinchado y morado, mientras sostenía su abdomen con fuerza.
Él levantó el rostro y me vio con una intensidad infinita, sus ojos brillaron y yo le sonreí para que estuviera tranquilo, debía estar sintiendo mucho dolor.
—Mi…sal-salvadora—dijo antes de empezar a toser un poco.
—No hables, puedes tener algo roto—él se removió—tampoco te muevas mucho ¿tienes a alguien a quien llamar? yo…—me quedé en silencio al vernos rodeados por unas grandes camionetas.
Dos hombres apuestos y musculosos, con un aire de peligro e indiferencia se bajaron de una de las camionetas y caminaron hasta que llegaron a nosotros.
No bastando eso, varios hombres vestidos de negro se bajaron también sosteniendo armas, apuntaron observando todo el lugar.
—Amigo ¿qué pasó?—preguntó un rubio de ojos cafés.
—No puede hablar—dije viéndolos con recelos ¿que era todo eso?—no puede hacer mucho esfuerzo, deben llevarlo a un hospital—informé urgida porque se lo lleven y yo pueda salir de ahí.
— ¿Quién eres tú?—preguntó el pelinegro con altanería.
—Ossian—siseó el hombre golpeado.
—Yo…—no sabía que decir porque para ellos no soy nadie.
—Ella me salvó—tosió—si no es por ella los de la pandilla del Toro me hubiesen matado—susurro antes de volver a toser.
—No puede hablar, deben llevarlo a que lo revisen rápido—el pelinegro me dedicó una mirada para asentir con seriedad y volver a su jefe.
—Voy a alzarte—le informó el rubio pero el pelinegro se acercó antes y le pasó una toalla por el rostro para quitarle la sangre.
Abrí mis ojos sorprendida al ver lo guapo que es, cabello castaño, ojos azules aunque solo pude verlo en el ojo que no tiene hinchado, barbilla marcada, facciones perfectas y hermosas, parece un modelo sacado de una revista.
Me espabile y me levante en el momento en que lo alzaron, vi cómo le dijo algo al odio al rubio y este le hizo señas hacia mí al pelinegro que creo se llama Ossian.
El hombre golpeado me dio una última mirada y Ossian caminó hacia mí seguramente pensando cómo alguien tan débil pudo salvar a su jefe. Ni yo podía creérmelo, creo que jamás podré olvidar este día, ni esos ojos azules tan intensos.
—Sígueme, voy a llevarte a tu casa—me informó el pelinegro con frialdad.
—No se preocupe, yo puedo irme sola—este negó y yo fruncí el ceño.
—No, mi jefe desea que la lleve y eso haré, así que por favor no me lo haga difícil—dijo y yo asentí porque no quería crear problemas.
No sabía que salvar a alguien cambiaría mi vida de una forma tan radical.
***
Habían pasado cuatro días y yo no podía sacarme de la cabeza a ese hombre, me regañé mentalmente porque seguramente era un hombre peligroso con el que no debía meterme.
Llegué a la universidad y a lo lejos pude ver una camioneta igual a la que me llevó a casa, parpadeé varias veces pero seguía ahí, no le di importancia y entré a la universidad.
Habían pasado unas cuantas horas y ya me tocaba ir al auditorio cuando veo el revuelo en el centro de la universidad, las caras de espanto y los ceños fruncidos, llegó al centro del problema y me detengo al ver a Ossian con otros hombres con sus armas.
Podía ver el miedo en todos allí y mi molestia creció, así que me acerqué y me planté frente a aquel hombre alto y musculoso, que infundía temor con esa aura fría y calculadora pero yo no le temía ni un poco.
—Sé que tu jefe está muy agradecido pero no necesito que me cuiden porque como ves me encuentro perfectamente bien—respiré profundo—además están asustando a todos, así que te agradezco pero te puedes ir—lo miré esperando que se fuera y no se movió ni un centímetro así que me di la vuelta y me fui.
No sabía que haría con todo eso.
***
Las dos semanas siguientes fueron iguales, no me dejaban ni un segundo tranquila, todos me miraban molestos aunque sin poder ocultar el miedo que los hombres les provocaba.
Si hubiese sabido que ayudarlo acarrearía todo esto, no lo hubiese hecho y sí, sé que fue un acto de buena fe pero es que ya me tenían cansada, no podía ni salir a caminar sola, me hartaba que quisiera mantenerme vigilada.
Ahora no solo me cuidaban, también se habían convertido en mis choferes, me negué demasiadas veces la primera vez pero Ossian me advirtió que si no subía por mi misma me subiría él y preferí evitar. Entonces ahora si salgo a algún lado tengo un carro de lujo a mi disposición y en vez de agradarme me molesta porque yo no necesito nada de él.
Siempre subía y bajaba molesta y refunfuñando, además tenía que soportar que todos en la universidad me miraran, con su presencia habían alterado la tranquilidad del lugar y de mis días.
Yo estaba saliendo de mi última clase y agarré un atajo con nerviosismo para salir por una puerta trasera, necesitaba un descanso de todo eso con una fuerza increíble. Suspiré caminando con tranquilidad a la parada de buses, quería esta normalidad en mi vida de vuelta.
A los pocos minutos llegó y yo me subí con tranquilidad, disfrutando de lo normal que se sentía todo cuando el bus frenó de golpe logrando que pegara mi frente del asiento de adelante, llegue mi mano ahí y me dolió mucho.
Me levanté adolorida y vi esa camioneta que tanto conocía interfiriendo el paso del bus, escuché al conductor decir groserías pero para mí todo se detuvo al ver bajar a ese hombre del auto y caminar con tanta seguridad hacia el bus, el conductor se calló abruptamente al ver a los hombres que se bajaron detrás de él.
Estaba molesta porque no tenía derecho para hacer eso pero en la misma medida me daba gracia que alguien hiciera eso por mí.
Me bajé por mi cuenta antes de que se le ocurriera bajarme ellos mismos, no los culpaba, no estaba molesta con ellos porque solo seguían órdenes.
Caminé por el espacio que quedaba entre ambos dejando una distancia prudente y lo miré fijamente.
— ¿Así será esto?—pregunté cruzándome de brazos.
—No huyas de nuevo y no pasará—escuchar su voz profunda me atontó pero igual me reí de lo que dijo.
—Tengo derecho a decidir dónde quiero ir y como, no puedes obligarme a de un momento a otro aceptar todo esto porque no puedes—él sonrió y casi me deja sin aliento pero debía centrarme.
—Solo te protejo—dijo con simpleza—subamos al auto y hablamos mejor—asentí y subí con él.
— ¿Por qué protegerme? ¿Por ayudarte?—él se rascó a un lado de su frente sonriendo.
—Me salvaste Alaia y estoy muy agradecido por eso—puse mis ojos en blanco—esos hombres que me golpeaban son la pandilla de la mafia enemiga y quieren eliminarme, tú me salvaste—lo miré por un segundo y mis manos sudaron.
—Yo…no sé tu nombre—escuché su risa y le dediqué una mala mirada.
—Bastián, ese es mi nombre—asentí—eres hermosa Alaia—lo miré sonrojada e hice una mueca.
—No quiero que estén dentro de la universidad, todos están asustados y me miran mal por eso, repito que no es necesario, yo solo quiero la normalidad de mi vida de vuelta—él apretó sus manos sobre su pantalón.
—Y lastimosamente eso no podrá ser, no sabemos si te vieron y debemos protegerte, así tu no quieras—me crucé de brazos y no hablé más.
No quería seguir con eso, podía ser muy guapo y atraerle de forma rara pero no soporta que no pueda caminar por las calles o estar como antes, hacer lo que normalmente hacia ella sola y eso logra estresarle un poco por el hecho de que tendría que tener a personas a las que no le tiene confianza detrás de ella solo por meterse en un problema que no le incumbía, por eso es que tratar de ser buena persona con la sociedad no servía de nada porque en vez de evitar cosas, causa más problemas.
En su mente solo se repetía que no lo volvería hacer porque no quería verse involucrada de nuevo en este tipo de cosas que solo la estresan pero igual ya no había nada que pudiera hacer y aun si se arrepintiera de todo esto, sabía que ya nada podría sacarla de donde ella misma se metió por solo querer ayudar a un hombre golpeado e indefenso pero ahora sé que no todas las situaciones son como parecen y que aunque le cueste pasara de largo, aunque sabía que eso era mentira.
Aunque realmente no sabía cuánto más podían cambiar las cosas y las ideas.
Capitulo 2. Bastián
''Mi mundo será tu perdición. ‘‘
Bastián.
Luego de no poder hacer nada por dos semanas, estoy recuperándome totalmente y fui yo mismo a buscarla a la universidad, quería hablar con ella y agradecerle pero extrañamente no ha salido.
La universidad está vacía, confundido mandé a que revisaran y no la encontraron.
—Posiblemente salió por otro lado—habló Ossian—por lo que he podido observar ya está cansada de todo esto y quiere su normalidad—sonreí—o debe estar esperando el bus o ya debe ir en uno—asentí.
Por eso interceptamos el bus de esa forma, verla hablarme y luchar me deja ver que no es débil, es una mujer fuerte que sabe enfrentar a la gente, me dejó noqueado y así los días siguientes en los que tuve oportunidad de acompañarla.
Hoy nos veríamos en su cafetería favorita, le había prometido que mis hombres no estarían sobre ella pero si la seguirían cuidando.
Estoy fuera de la cafetería esperándol