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Profesor Bohdi

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Annotation

¿Tener sexo con un profesor? Gwen es una estudiante que se enamora de su profesor luego de recibir tutorías. Conrad Bella es un hombre que ha perdido a su ex prometida y siempre tiene algo de lo que quejarse. Él y Gwen mantienen relaciones sexuales, luego de un tiempo unas fotos de ambos salen a la luz y los problemas comienzan a surgir.

Capitulo 1

Conrad Bells.

Diez de marzo del 2022.

Mi novia termino conmigo sin ningún motivo, discutimos y me lanzó la bebida encima. Era whisky del caro, me dolió ver cómo todo mi dinero cayó al suelo y sobre mi ropa. Un verdadero desperdicio, caminar debajo de la luna con olor a whisky y el corazón hecho añicos, no es la mejor situación que he vivido, de lejos se puede ver qué me han dejado. Creí que podríamos casarnos, pero no fue así. Llegué al restaurante como de costumbre y le dije que se veía preciosa, llevaba un vestido verde que resaltaba sus curvas, usaba uno de los perfumes que le regalé y tenía algunas joyas que le había dado su madre como regalo de cumpleaños. Nuestra relación era poco convencional, así la describían mis amigos, quienes llegaron a conocer ciertos detalles de nuestra vida sexual.

Cuando nos conocimos le dije a kamila que me gustaba tener s*x* extremo, ella no entendió muy bien a lo que me refería, así que me preguntó si era similar a cincuenta sombras de gray, me quedé pensando y al final asentí convencido. Era similar pero no igual, me gustaba follar con ella de forma agresiva y azotarla, quizás decirle algunas cosas sucias al oído e introducir mis dedos dentro de ella hasta que quiera llorar del placer. Hacerlo duro sin su consentimiento hasta que quede satisfecha y me pida más. Llegué a decirle todo eso cuando tuvimos nuestro primer beso, para mí sorpresa no se sorprendió, tampoco le dio miedo, y pensé «Esta chica es la hostia, es una de las pocas que no se asusta con lo que le digo». Creí que éramos almas gemelas, éramos cariñosos y por las noches unos animales ¿no es esa la relación perfecta? Para mí lo era, parecía ser una relación completamente equilibrada, algo que me gustaba y me llenaba por dentro.

Kamila siempre fue una mujer hermosa, con muchos pretendientes detrás, por el contrario yo era un hombre más joven que ella. Tenía el cabello un poco largo y ondulado, usaba lentes negros porque estaba ciego y odiaba los lentes de contacto, mi cuerpo si estaba bien trabajado, las horas en el gimnasio que pasé durante todo un año me sirvió para conquistar a la mujer de treinta años que llamó mi atención. Actualmente tengo veinticuatro años y ella treinta y dos. No nos llevamos tantos años de diferencia. El hecho es que hoy por la mañana la invité a cenar, ella aceptó encantada o así lo recuerdo. Estaba sonriendo, así que supuse que le hizo feliz saber que comeríamos juntos en un restaurante. Después de pasar la mayor parte del día en el trabajo llegué a casa y me cambié, ella ya había salido, así que corrí lo más rápido que pude.

Estábamos comiendo y hubo un segundo en el que suspiró y me dijo que me levantará, no entendía que sucedía, agarró su bebida y yo tomé la mía creyendo que quería que brindáramos. Que torpe fui.

La chica me tiró la bebida encima y me dijo que terminábamos, luego cogió sus cosas y se fue. ¡Ni siquiera pagó la cuenta! Me quedé boquiabierto viéndola salir del costoso lugar, la estuve llamando para que me diera una razón pero no contestó y dejé de insistir, cuando llegue a casa, mis cosas estaban en una maleta con una nota. Resulta que me estaba echando de allí y que su padre me había despedido de mi trabajo. Comencé a trabajar para su padre poco después que empezamos nuestra relación, no sabía que era su padre, cuando lo descubrí me dio miedo que si rompíamos algo así sucediera. Y no estaba equivocado, esto sucedió. Al parecer, mudarme con ella a su apartamento y dejar el mío también fue una mala idea. Estoy de indigente con una maleta en la mano. ¿Acaso mi vida puede ir peor? ¿De que viviré ahora?.

Sigo mi rumbo hasta que recuerdo que Jeremías vive solo, si voy a su casa puede que me deje quedarme con el, no somos los mejores amigos, no tengo muchos amigos realmente. Los amigos que tenía eran amigos de Kamila. Ahora que lo pienso, dependía mucho de ella. Que estúpido he sido todo este tiempo. Para ser un hombre que le gusta follar de forma brusca diría que soy muy inocente para la vida cotidiana. Quizás demasiado despistado. Da igual lo que soy, llegó a la casa de Jeremías y lo primero que hace al abrir la puerta es agrandar los ojos y escupir, doy un paso hacía atrás para que no me caiga encima su asquerosa saliva y gruño.

—¿Qué m**rd* haces aquí? Deja de pisar mi césped.

—Huele asqueroso, créeme te estoy haciendo un favor.

Jeremías me empuja y caigo de c*l* sobre una hermosa rana de cerámica, el estruendo de la pequeña rana rompiéndose llega a mis oídos y a las de él. El chico grita desesperado y vuelve a empujarme, pero está vez, para recoger los pedazos de la rana.

—J*d*r, mira lo que haz hecho. Es una de mis figuras favoritas ¿no puedes tener más cuidado con lo que haces?. La has roto, Conrad.

—He visto ciento de ellas en el mercado, no intentes hacerme sentir culpable.

—Ella era especial, costaba más de mil dólares —lloriqueó.

—¡No quieras estafarme! Las venden a cinco dólares en todas partes, deja de ser un cabezota. Ni que la rana fuera de oro.

—Eres un imbécil —farfullo

Se levantó y sacudió su ropa, volvió a caminar hasta la entrada de su casa y le seguí para que no me dejará afuera. Cómo había dicho antes, no nos llevábamos bien. Habíamos sido enemigos desde la preparatoria, siempre discutíamos por cosas infantiles, yo me fui por la rama de ciencias y el escogió ser un profesor de inglés en una universidad prestigiosa. Su casa y la ropa que usa me deja ver qué no le va nada mal con esa profesión, al menos, vive tranquilo en un hogar cómodo y pacífico.

—Jeremías —suspiré resignado—. Necesito tu ayuda.

—¿Qué haz dicho? Creo que no te he escuchado.

—Necesito tu ayuda —susurré aún más bajito.

—No te oigo ¿Podrías hablar más alto? —dijo está vez el con malicia.

—¡Quiero tu estúpida ayuda! —grité.

—¿Qué se te ofrece lacayo?.

«Necesito mucha paciencia para esto». Creo que empiezo a arrepentirme por haber querido acudir a él, no es mi mejor opción, después de todo que se burle de mí por todo lo que hago y que discutamos cada dos segundos es irritante, debería irme a dormir bajo un puente y olvidarme de esta absurda idea que he tenido.

—He roto con mi novia y no tengo empleo, necesito un lugar donde quedarme hasta conseguir el dinero suficiente para poder irme nuevamente.

—Conrad ¿Te estás escuchando? La única manera que consigas un trabajo en esta época es que te prostituyas y con el gusto que tienes en mujeres acabarás follando solo con dos.

—No pienso prostituirme —fruncí el ceño—. ¿Me vas a ayudar o me largó?.

—Puedes pasar, con una condición. —alzó su dedo índice—. Trabajarás como profesor sustituto de ciencias en la universidad donde yo trabajo, necesitamos uno y tú necesitas un trabajo mientras buscas otro. ¿Qué dices?.

—No quiero ser profesor, no puedo lidiar con críos.

—Todos son mayores de edad Conrad, nadie va a matarte. Si vas te puedes quedar, sino, tendrás que dormir debajo de un puente y lloraras porque me has perdido y has perdido la fabulosa oportunidad de verme todos los días. Y entonces vas a querer morirte. Sería algo trágico —asintió repetidamente.

—Iré, pero quiero que me lleves cada día.

—Bien —me sonrió con cinismo—. Puedes quedarte en la habitación de arriba, nadie va a molestarte allí, vivimos los dos solos. Mañana mismo tienes que ir a la universidad, te pasaré la dirección por Whatsapp más tarde, espero que descanses pedazo de animal.

—No estás muy lejos de ser la rabia en persona Jeremías.

—Claro —chasqueó la lengua—. Pero a mí no me ha dejado nadie, a ti sí. Me preguntó… porque será.

Subí las escaleras para llegar a mi cuarto y dejé la maleta en una esquina.

Todo en esta habitación estaba perfectamente acomodado, había olvidado que Jeremías tenía una manía con la limpieza, cuando éramos críos siempre estaba limpiando su pupitre, si alguien estornudaba encima de él, se volvía loco y empezaba a llorar, era un niño extraño, para muchos solo era el crío que estaba lleno de amor, recuerdo que los alumnos lo odiaban por ser el preferido de la profesora, nunca me importó, pero me gustaba tener mejores notas que él y por eso comenzó nuestra rivalidad. Está vez, seré el mejor profesor de todos, seré mejor que todos los profesores de esa universidad estúpida.

Yo mismo me proclamó el mejor de todos. Sonrió por mis pensamientos y asiento estando solo en la habitación, estoy sentado, con la corbata un poco floja, la camisa arrugada y con olor a whisky y mi reloj cubriendo mi muñeca. He trabajado muy duro por todo lo que siempre he querido y espero que nadie venga a echar a perder eso, es importante para mí sobresalir y quiero hacerlo, quiero ser mejor que todos en esa jodida universidad. Ya he vivido muchos años, no demasiados, pero si más que otros.

Para mí mala suerte Jeremías tiene razón, lleva con su novia seis años, la chica de cabello corto nunca ha dado señales de querer terminar con él, todo lo contrario, siempre habla de Jeremías y lo presume con sus amigos, quiero tener algo así, ya estoy viejo, necesito una chica que me ame y a la que poder amar. Cuando sea un poco más grande de seguro no conseguiré a nadie. Tal vez me quedé más ciego y no pueda ver a las bellezas frente a mí.

Bufó y me tiró a la cama, cuando recuerdo que sigo lleno de whisky me levanto para irme a bañar. Cuando me deshago de mi ropa y me meto a la ducha, notó que sale agua caliente, mi piel empieza a quemarse y maldigo por lo bajo.

Cuando el agua se regula es el paraíso. ¿Dónde ha estado el agua tibia todo este tiempo?. Ya moría por tenerla. Se siente tan bien, tan genial. «Oh agua mía, debería casarme contigo».

Cierro los ojos y me dejó caer, esparzo el jabón por todo mi cuerpo y comienzo a mover mi mano en mi miembro, de arriba abajo, de forma más lente para torturarme un poco, echo la cabeza hacía atrás por el placer y aumento el ritmo, mi miembro es grande, blanco y no tiene ningún rastro de vello púbico. Tener este momento de placer conmigo mismo es la hostia.

—Ah —gimo.

Me imagino a una mujer completamente a mi merced y eyaculó sin poder evitarlo. Si Kamila estuviera conmigo, ya estuviéramos follando. Que desperdicio, hubiéramos seguido un par de días más. Si hubiese sabido que planeaba dejarme y humillarme, la hubiera follado tan duro que no sería capaz de levantarse al día siguiente. Eso debí hacer, definitivamente.

Al día siguiente desperté con más energías que nunca, recogí mi ropa del suelo y me puse una camisa blanca junto con un pantalón negro de vestir. Me miré al espejo y me coloqué mis lentes, bajé más entusiasmado de lo usual, todo iba muy bien, hasta que encontré a Jeremías besando a su novia en la cocina. Puse una cara de asco y rodé los ojos.

—Es muy temprano —gruñí.

—¡Conrad! No sabía que estabas aquí —dijo Celia sonrojándose, ella si me caía bien, era amable y buena persona. No como su tonto novio, el cual me había dejado vivir en su casa. Soy un quejica de lo peor.

—Parece que a alguien se le olvidó mencionarlo —contesté con ironía.

Mi gran compañero de vida rueda los ojos y se separa de su novia. Me permito admirar a Celia unos segundos, sus curvas, su lindo escote y ese cabello sedoso que vuelve loco a Jeremías. Es una mujer preciosa, no se que hace con un chico como él. Tan corriente y normal, quisiera poder decirle a ella que dejará a Jeremías y estuviera conmigo. Pero entonces, me ganaría un golpe.

—No era relevante.

—Préstame tu auto —le pedí.

—Tengo que ir a trabajar también.

—No quiero que me vean contigo. ¡Solo, mírate! Debes tener fama de aguafiestas, si voy a hacer profesor. No quiero ser uno igual a ti, seré genial.

Jeremías suelta una risa y agarra un vaso de agua.

—Todos van a odiarte —menciona lanzando las llaves del auto hacía mí. Chasqueo la lengua y hago un ademán. No me conoce lo suficiente, puedo ser encantador cuando lo deseo, si tan solo no me diera flojera estar yendo a trabajar podría ser divertido, me cansa tener que convivir con tantos críos, de seguro, no deben ser mucho más pequeños que yo, después de todo, no estoy yendo a una preparatoria, sin embargo, pienso en las tías hablando por los pasillos y los tíos rebeldes que les gusta fumar, luego deben estar los atletas, esos suelen ser los peores.

En mi antigua vida universitaria, yo era sin duda el empollón que nadie quería. No me dolía, cuando algunas follaban conmigo para después burlarse, se sorprendían y solían volver. Nunca cambie mi personalidad despistada ni mi aburrimiento por la vida, lo he intentado hacer y no he obtenido resultados. Me di por vencido, seré así por el resto de los tiempos.

Me estiró y me introduzco en el auto mostaza de Jeremías. Este color es asqueroso, nunca he visto un color más feo que este. He visto a tías usar este color en ropa y no recuerdo que se vea tan mal. Jeremías debería usar mis lentes, así tal vez se de cuenta de lo feo que es este color. Suspiró pensando si irme en este asqueroso carro o irme caminando. Me encojo de hombros y me pongo en marcha. Prefiero dejar que Jeremías caminé a ponerme a pensar en lo feo que es esta cosa, después de todo, a nadie va a importarle. Cuando llegó a la universidad mi sorpresa es enorme, sobre todo cuando veo como todos caminan sonrientes. No recuerdo que la vida universitaria sea tan alegre, parece un montón de críos pendientes de vivir al máximo la juventud. Mi vida no fue así, estuve metido en el club de arte dibujando todos los objetos que se me ocurrían, tenía una profesora que odiaba que estuviera ahí, era un club sin integrantes, solo éramos yo y la presidenta. Una chica que no estaba centrada en nada más que dibujar. Sus trazos eran preciosos, me gustaban sus cuadros. Los míos eran mediocres, fui mejorando después de pasar todos los años de la universidad metido allí.

Capitulo 2

Me bajo del auto y miró a los lados preocupado, acomodó mi ropa y doy pasos firmes hasta la dirección. Cuando me encuentro con la secretaria sonrió, está de espaldas y lleva un vestido floreado. Parce una mujer preciosa, se ve increíble, el vestido es largo y su cabello es negro, está recogido en un moño alto y bien acomodado. Pongo mi mejor cara de «Soy lo que buscas» y cuando se voltea abro los ojos de par en par. Subo mis lentes que se han resbalado de la impresión e intento no escupirle el jugo que he tomado.

Es una vieja. La tía que pensé que era linda es una vieja, está toda arrugada y me mira como si fuera un trozo de carne. Oh, joder. ¿Por qué la tuve que mirar?.

—Yo… soy el nuevo profesor. Uno suplente —aclaré.

—¿Vienes por parte de Jeremías?.

—Si, supongo.

Agarró unos papeles y me los dio para que firmará, después de hacerlo la observó nervioso.

—Vale, supongo que iré a dar mi primera clase.

—Si vez a Jeremías, le dices que su muje

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