Alphanovel App

Best Romance Novels

Book cover
Exclusive

QUEDA PROHIBIDO ENAMORARTE

  • 👁 3.1K
  • 5.9
  • 💬 66

Annotation

Abdon, el típico playboy de los tatuajes montado en su auto último modelo, atrayendo a cuántas chicas quisiera, llega de traspaso a una nueva escuela. Scarlette, la típica nerd que solo tiene dos amigos y que fue diagnosticada con leucemia en el pasado, ¿qué puede tener en común con un playboy? Todo lo que sabía es que ella lo conocía pues él era nada más y nada menos que su primer amor solo que, no lo recordaba así. ¿Qué fue eso que lo hizo cambiar? ¿Podrán dos polos opuestos atraerse? Pero sobre todo, ¿es cierto que las enfermedades regresan en el momento más feliz de nuestras vidas?

PRÓLOGO

MAYO, 2008

SCARLETTE JONHSON

Tenía solo ocho años cuando vi a mi padre y madre dar golpecitos con pie contra el suelo mientras esperábamos por la respuesta de alguna de las personas vestidas de blanco aquí No sabía si había tardado mucho, todo de lo que era consciente era que no había comido bien estos días. Y tenía hambre.

— ¿Por qué tardará tanto el médico? —Oí a mi madre decir.

—Tranquila, cariño, no ha pasado mucho desde la hora de la cita.

—Es que yo quiero saber ya lo que está pasando con mi hija.

—Scarlette está bien, solo fueron unos análisis para comprobar cualquier cosa que tuviera, ya lo verás, cariño.

En ese momento vi al doctor que nos había atendido las últimas veces desde que me desmayé en la escuela. Me sonrió y se dirigió a mis padres.

— ¿Señor y señora Jonhson?

— ¡Sí, somos nosotros! ¿Ya tiene los resultados? —Dijo mi madre.

—Por favor, vengan a mi consultorio.

Mi papá me tomó entre sus brazos y seguimos caminando detrás del médico. No entendía nada de lo que estaba pasando, solo sabía que fuera lo que fuera no les agradaba a mis papás.

— ¿A dónde vamos, papá? —Pregunté —, yo tengo hambre.

—Ya, ya casi salimos de aquí.

Entonces entramos en el consultorio del doctor. Él no parecía sonreír esta vez.

—Por favor, tomen asiento.

Mi papá me sentó en sus piernas mientras mi madre tomaba el otro asiento. De pronto me comenzó a dar mucho sueño. No sabía qué era lo que hacíamos aquí.

El doctor suspiró.

—Por favor, doctor, ¡hable ya! —Mi madre exigió.

—Lo que tengo que decirles no es fácil, por favor, les ruego que mantengan la calma, ¿de acuerdo?

A mi madre ya se le salían las lágrimas y mi papá parecía solo parpadear, como si no quisiera que yo lo viera a los ojos.

— ¿Qué pasa, doctor? ¡Hable ya! —Dijo mi padre.

—Lo siento mucho, los análisis que tengo en mis manos me han confirmado lo que me temía. Su pequeña, Scarlette Jonhson tiene leucemia. Lo siento mucho en verdad.

En ese momento vi a mi madre llorar y llorar mientras mi papá no parecía poderse creer lo que el doctor les estaba diciendo en este momento.

En mi mente solo había una pregunta; ¿qué era la leucemia? Debía de ser algo malo si mis padres lloraban así. Yo tenía leucemia, ¿qué era eso? ¿Me iba a morir? Incluso si era así, ¿qué era la muerte?

Entre todas las cosas que se quedan marcadas en la mente, creo que ese es el recuerdo más vivo que tuve desde que lo viví.

Desde ese día vi a mis padres llorar y llorar siempre un poco más. De pronto discutían, de pronto me regañaban, otras veces me abrazaban y otras simplemente, me consentían como nunca antes lo habían hecho.

Desde ese momento yo no hice más ir al hospital veces muy seguidas, a veces dolía a veces no, otras veces mi mamá salía con una sonrisa en el rostro y otras realmente lloraba. Poco a poco fui entendiendo lo que me sucedía hasta que llegó aquel día. De pronto la casa que fue de nosotros dejó de serlo.

SEPTIEMBRE 2008

— ¡No dejes que Scarlette se acerque, esas cajas son mis documentos del trabajo! —Gritó mi papá emocionado mientras se dirigía a la salida.

Enfundada en mi vestido azul que combinaban con mis coletas, mi mamá vino hasta a mí a prisa tomándome de la mano.

— ¿Qué hacemos aquí, mamá? —Pregunté viendo todo a mi alrededor.

Y es que entre más intentaba reconocer este lugar me daba cuenta que realmente nunca habíamos estado aquí. Era un lugar nuevo, un lugar que para nada se parecía a la casa anterior.

—Mmmm, entonces mi pequeña quiere saber qué es lo que hacemos aquí, bien, bien, lo sabrás. ¿Cómo decirte que… esta será nuestra nueva casa?

Entonces sentía tanta emoción como sentía mi mamá. No recordaba la última vez que mi mamá había reído así con mi papá, él tan emocionado. Todo lo que quería era que ellos fueran tan felices como lo era yo.

— ¿Mamá, nos venimos a vivir aquí porque el hospital está más cercano?

La sonrisa se había ido del rostro de mi madre. No era mi intención hacerla sentir de esa manera pero es que seguía sin entender esa parte de mi vida.

—Cariño mío, ¿me harás una promesa muy grande?

Yo asentí.

—Sucede que, solo quiero que dejemos de pensar en el hospital por al menos estas dos semanas. Quiero que me prometas que comerás bien, que harás todo lo que yo te diga y que seguirás adelante, dime, ¿qué quieres ser de grande?

La pregunta que mi madre me acababa de hacer era la misma que me había hecho en la escuela hace poco y la que no podía responder todavía. No sabía lo que en verdad quería hacer. Todos mis compañeros querían ser doctoras, modelos, cantantes pero yo, yo no sabía lo que quería ser. Solo estaba consciente que quería bailar, quería competir con otras personas, quería pertenecer a esos bailes que se ven en la tele mientras hacen movimientos perfectamente coordinados y sorprendentes.

Me encogí de hombros. La sonrisa se fue del rostro de mi madre.

— ¿Cómo que mi pequeña no sabe qué es lo que quiere hacer?

—No lo sé, mamá. Yo solo sé que quiero bailar como ese baile en la tele que te dije.

— ¡Oh! ¿Cómo en las competencias de preparatoria y universidad?

Asentí. Mi madre volvió a sonreír.

—Bien, bien, me gusta entonces prométeme algo.

Asentí.

—Quiero que te esfuerces, quiero que hagas de todo lo que esté en tus manos para estar en unos de eso equipos, ¿de acuerdo? Quiero verte ahí, y que si no importa si ganes o pierdes, yo quiero que estés ahí, que tengas muchos amigos, que todos tus amigos hagan posible ese sueño, ¿lo prometes? ¿Prometes que vas a vivir siempre un poco más?

Asentí. Por supuesto que le podía prometer eso a mi madre porque al final, yo tenía una vida larga por vivir, ¿cierto?

Sin más, abracé a mi madre tan fuerte como ella hacía cuando estábamos en el hospital siempre. Yo también quería que ese sueño se hiciera realidad.

—Te lo prometo, mami, lo juro.

SEIS MESES DESPUÉS

La verdad es que no recordaba mucho de cómo había sido ese tiempo. Desde que llegamos a casa, solo recuerdo que nuestra vida cambió mucho. De un momento a otro dejé de ir seguido al hospital, mi madre cada vez parecía más alegre, ya no lloraba tanto, y así como las cosas habían cambiado para bien también había algo que no había cambiado exactamente para bien. Desde que habíamos llegado a este lugar, mi padre ya no estaba tanto tiempo en casa. Decía que tenía mucho trabajo y que tenía que hacerlo por mis tratamientos.

Y entre el tiempo que se fue aprendí una cosa. Todo lo que se va termina por traer algo.

Haber llegado aquí había traído la presencia de aquel chico que vivía a lado de nuestra casa. Él llegó dos meses después que nosotros. Decía que esa casa era de su abuela pero ella murió y se la dejó a él y a su mamá.

Sentada en el banco de madera que estaba en nuestro pequeño jardín mientras hacía una de mis tareas de matemáticas, pensaba y pensaba en la solución de mis problemas matemáticos cuando de repente sentí como me jalaban de la coleta que mi madre me hacía todos los días.

— ¡Ahhh! —Grité tomándome la coleta con las dos manos. Las lágrimas se me clavaron en los ojos.

Cuando me levanté y me giré para ver quién había hecho eso, vi al mismo niño de la casa de al lado riéndose tan fuerte como siempre. Su nombre era Abdon.

— ¡Le voy a decir a mi mamá lo que me has hecho! —. Dije acercándome a casa. — ¡Mamá! ¡Mami! —Grité.

No sé por qué Abdon me trataba tan mal a veces pero en la escuela era otro chico. Habíamos entrado en el mismo salón y ahí siempre me defendía de los demás niños que me molestaban.

— ¡Oye, Scarlett! ¡Scarlette, espera! —Abdon me llamaba pero no me detuve, continué mi camino. — ¡Scarlette, espera!

Cuando llegué a la casa, corrí a la cocina ya que sabía que mi mamá tenía que estar preparando el almuerzo en ese momento.

— ¡Mamá!

— ¡Por aquí, mi amor! —Dijo ella, seguramente sonriendo como siempre lo hace. — ¿Qué pasa, cariño? ¿Tienes hambre? —Preguntó dándome la espalda.

Yo sé que la mamá de Abdon no estaba y por eso no fui con ella a acusarlo así que tuve que venir con mi mamá. Me dolía la cabeza por el fuerte jalón de pelo.

— ¿Mamá?

— ¿Sí, mi amor? —Por fin mi madre me miró.

Su sonrisa se borró en cuanto vio que estaba llorando.

— ¿Pero qué ha pasado? ¿Por qué lloras, cariño? —Se arrodilló para alcanzar mi mirada. — ¡Dímelo, mi amor!

Abdon tenía que salir regañado de esto. Entonces le señalé la entrada a mi mamá mientras con la otra mano intentaba secarme las lágrimas.

—Fue este Abdon. Estaba haciendo mi tarea de matemáticas cuando me jaló de la coleta!

Mi madre suspiró molesta. No era la primera vez que Abdon me hacía esto — ¡Ven conmigo! —Dijo tomándome de la mano.

Y fue justamente en el momento en que salimos de casa, empezó a buscar a Abdon. Sabía que se escondía de mi madre. Pero la madre de Abdon ya llegaba de trabajar.

— ¡Oh, señora Nancy! —Dijo mi madre.

—Hola, señora Ava —saludó ella gentilmente.

—Disculpe, ¿puedo hablar con su hijo?

El gesto de la señora Nancy cambió.

— ¿Por qué, qué pasa con mi hijo?

— ¡Abdon, ven aquí ahora mismo o le contaré a tu madre lo que le has hecho a mi hija! —Levantó la voz mi madre.

—A ver, a ver, ¿qué es lo que está pasando aquí? —Dijo la señora Nancy.

—Deje que su hijo se lo diga.

— ¡Abdon! —Gritó su madre.

En menos de diez segundos vi que Abdon venía hacia nosotros con las manos atrás, como si ya lo hubieran regañado.

— ¿Sí, mami? —preguntó inocente. Yo le saqué la lengua.

— ¿No te enseñaron tus padres a respetar a las damas? ¿Por qué le has jalado del pelo a mi hija? —Comenzó a reclamar mi madre.

Abdon me miró y luego se rió. Mi madre abrió mucho los ojos. Quizá no se lo esperaba ni mucho menos su madre.

— ¡No le voy a permitir que le hable así a mi hijo! —Dijo la señora Nancy.

— ¿No ve lo que su hijo le acaba de hacer a mi hija?

— ¡Ella es fea! —continuó él.

— ¡Mamá! —gimoteé.

— ¡Abdon, ya basta! —dijo su madre —. No quiero que te vuelvas meter con la hija de esta…

— ¿Esta qué? —Levantó la voz mi madre.

—Señora —contestó la señora Nancy —. ¿Entendido?

— ¡Entendido! —Dijo Abdon.

— ¡Vamos, vamos, hija, no quiero que te vuelvas a juntar con él! —Dijo mi madre mientras nos metíamos a la casa.

No supe por qué pero sentir la necesidad de voltear atrás. Él me miraba, él tampoco quería que las cosas hubieran terminado así.

De pronto nuestras madres nos habían hecho cortar cualquier amistad. De pronto las cosas ya no fueron lo mismo. De pronto… comencé a pensar en él hasta quererle hablar pero siempre que lo intentaba, o su madre o mi madre aparecían. Me pregunto, si yo no hubiera dicho nada, ¿hubiéramos sido amigo siempre?

Quizá eso es algo que nunca sabré porque justo el día que cumplí 14 años mi regalo de parte de él fue su ida.

¿Qué si pasó algo más en ese año que nuestras madres cortaron nuestra amistad? ¡Sí, pasó algo más sin que nadie lo supiera! ¿Qué fue eso? ¿Por qué no te quedas a descubrirlo?

EL PASADO VUELVE

AGOSTO 2017

SCARLETTE

—A la cuenta de tres nos decimos nuestra primer clase —dijo mi amiga Zafiro.

—De acuerdo. Vamos. ¡Una, dos… tres! —Grité.

—Literatura.

—Cuidado de la salud —gritamos al unísono.

Zafiro y yo no pudimos evitar suspirar llenas de pesadez debido a que este años como los dos anteriores desde que nos conocimos habíamos comenzado con el pie izquierdo. Extrañamente coincidíamos en nuestras clases.

—Te veo aquí en 50 minutos —dijo Zafiro.

—Ruega porque la siguiente clase nos toque juntas.

—Así será, Scarlette, ten un poco de fe. Eres tan negativa —reímos —, como sea, te veo en 50 minutos.

—Oye, Zaf.

— ¿Sí?

— ¿Crees que Ruth si se haya inscrito este año? Dijo que tenía muchos problemas con su familia y no contesta mis mensajes.

Zaf sonrió. —Quizá nos quiere dar una sorpresa. Como sea, nos vemos en un rato.

Le sonreí. Hecho eso, ella se fue primero a su cl

Reviews
See All
Heroes

Use AlphaNovel to read novels online anytime and anywhere

Enter a world where you can read the stories and find the best romantic novel and alpha werewolf romance books worthy of your attention.

QR codeScan the qr-code, and go to the download app