Luna Blanca

Desde el inicio, esta novela atrapa con su mezcla de suspenso, drama y romance. La protagonista, con su valentía y misteriosa conexión con los zombies, aporta una perspectiva fascinante a un mundo postapocalíptico. A lo largo de la historia, las preguntas sobre su origen, su inmunidad y su relación con los lobos generan una intriga constante que mantiene al lector enganchado. El autor ha creado un universo único donde los zombies no son solo enemigos, sino también una extensión de los personajes. La conexión de la protagonista con ellos no solo plantea preguntas, sino que agrega una capa de humanidad y vulnerabilidad al relato. Su supuesto rol como Omega, una posición supuestamente débil en la jerarquía de los lobos, se convierte en un giro inesperado, especialmente al ver cómo los alfas podrían beneficiarse de su inmunidad. Sin embargo, el libro deja muchas incógnitas: ¿Quiénes eran sus padres y qué relación tienen con su resistencia al virus? ¿Es su inmunidad realmente por la leucemia, o hay algo más profundo detrás? ¿Por qué los zombies la obedecen? Estas preguntas piden a gritos una secuela, especialmente para explorar cómo la jerarquía de los lobos puede evolucionar frente al apocalipsis zombie. El final deja un sabor agridulce, pero con la esperanza de más. Es evidente que el autor ha sembrado las semillas para una continuación. La posibilidad de que los alfas se vuelvan inmunes por su vínculo con ella es un giro interesante que podría redefinir las reglas del juego. En conclusión, esta novela es emocionante, pero necesita una segunda parte para responder a las preguntas pendientes y seguir desarrollando este rico y cautivador mundo.