El Ritual del Alfa
- Genre: Werewolf
- Author: ElCuervoEscritor
- Chapters: 16
- Status: Ongoing
- Age Rating: 18+
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Annotation
A veces la fascinación por lo místico puede llevarnos por caminos peligrosos, Ophilia ha estado obsesionada desde pequeña con la mitología celta, alimentada en la niñez por su padre, con relatos fantásticos de las tierras escocesas, al crecer sus incursiones al bosque, empezaron a causarle terror a sus padres, quienes trataron de evitar que continuara, el peligro no llego en forma de un oso o de un monstruo, sino en el cuerpo perfecto de un muchacho ejercitado, el cual despertó en ella sentimientos nunca antes vividos, el la llevara a conocer cosas asombrosas, mientras esconde entre sus bromas, las intenciones profanas del Ritual del Alfa.
La Niña del Bosque
Cuando nos perdemos en la espesura del bosque, nuestros padres nos suelen decir que tengamos cuidado de los animales salvajes, cuando mis pasos me llevaron irremediablemente a un ruido extravagante en el medio de aquellos arboles retorcidos, nunca espere que lo más terrible no resultara ser un oso o una serpiente, sino un apuesto hombre o al menos algo que emulaba serlo.
(…) Temprano ese día
Abrí los ojos como usualmente lo hacía, con un grito de mi madre el cual me despertó de mi letargo, nunca sueño durante las noches, simplemente caigo rendida, mis días son extenuantes, por lo que hasta ahora no he conocido el termino de vagancia, al menos no físico, mis padres suelen decirme que pierdo mucho tiempo y quizás no estén tan equivocados.
—¡Ophilia! —Repitió al ver que no respondí nada ante su primera provocación.
—¡Ya voy mamá! —Conteste para que se detuviese, con el mero hecho de saber que ya no estaba dormida le bastaba para dejarme tranquila.
Me puse de pie con ligereza y me pasee por la habitación, escogiendo la ropa que llevaría ese día, rutina que me gustaba anticipar, usualmente no me arreglaba, ya que cualquier maquillaje se arruinaría por el camino, sin embargo, no sentía que fuera necesario, mis pecas y mi distintivo cabello rojo ya me hacía resaltar, desgraciadamente los chicos que me cortejaban nunca llegaban a gustarme, eran todos demasiado… Aburridos.
Entre al baño y me di una ducha, el agua que teníamos en casa era fría, ya que no contábamos con un complejo sistema de calefacción, una de las desgracias de vivir en una cabaña tan alejada de los urbanismos, aun así, la belleza de la naturaleza y mi cercanía con el bosque lo compensaba en sobre manera, cuando salía siempre me asomaba por la ventana de mi habitación, la cual me dejaba ver todo, mi recamara yacía en el segundo piso y la vista era magnifica.
—¿Ya estas listas? —Dudó una voz joven al otro lado de la puerta.
—Ya casi, no molestes Agust —Era mi hermano, compartíamos baño, estaba en mi cuarto, por lo que cada tanto tenía que romper mi privacidad.
—¡Por favor Ophi! ¡Me estoy haciendo! —Reclamó con un tono muy divertido.
—No seas un bebé, si estas tan apurado usa el de nuestros padres —Ante ese comentario guardo silencio, sabía que eso no era negociable.
—Esperare… —Termino resignado, igual y no me quedaba tanto, me fui colocando las prendas y me retrase un poco solo para molestarle, sabía que se exasperaría —¿¡Ya!? —Insistió.
—Ya casi… —Me recosté en la cama riéndome ligeramente.
—¡Mamá! ¡Ophi se burla de mí! —Aseguró con enojo.
Justo en ese momento me levanté y le abrí la puerta, este me miro con enojo y salió corriendo al baño, trancando la puerta en el proceso. Acto seguido salió para darse cuenta que no tenía papel, tras darle unas indicaciones falsas de su ubicación baje las escaleras con mi bolso lista para irme a mis clases, la comida ya estaba lista y yacía sobre la mesa.
—Come, no te la lleves —Pidió mi padre quien estaba al otro lado tomando leche caliente y leyendo las noticias en una Tablet.
—¿Por qué no? —Cuestioné sin entender sus manías.
—El camino es largo, sin nada en el estómago no habrá fuerzas para pedalear —Expresó con preocupación.
—Si me pasa algo le diré a un druida que me ayudé —Sonreí, notando que mi progenitor también sonrió.
—No molestes a los sabios con problemas tan triviales —Indicó siguiéndome el juego, ante lo cual mi madre se enojó.
—Horacio, Ophilia ya es mayor, deben dejar de creer en tantas tonterías —Explicó mi mamá con un tono muy serio.
—Mia, como futura historiadora de Escocia, nuestra hija debe tener en cuenta las costumbres tribales de la tierra, no solamente el modernismo aburrido actual —Expresó con emoción mi progenitor.
—En fin, contra ustedes dos nada puedo hacer, menos mal que Agust es más tecnológico y menos creativo —Afirmó ella sentándose, notando que ya había terminado —¿Tan siquiera respiraste? —Cuestionó con sorpresa.
—Eso es para aburridos, mejor me voy, ya voy tarde —Sonreí dirigiéndome a la puerta, frenándome justo en el pomo y corriendo nuevamente para darle un beso al dúo.
—Esta vez no te lo tuve que decir, vamos mejorando —Añadió mi mamá ante mi actitud.
—Cuando dejes de ir al bosque, será perfecto —Agregó mi papá haciéndome enfadar.
—Tampoco me pidan tanto —Discutí, retirándome rápido antes de que me cuestionaran al respecto.
Así fue como subí a mi bicicleta e inicié mi largo viaje, como habitante de las Tierras Altas, una de las zonas más grandes y también poco pobladas de Escocia, mis recorridos eran monumentales, teniendo que trazar largos caminos, ya estaba acostumbrada, mis piernas torneadas me llevaban con velocidad a mi destino. La Universidad de las Tierras Altas e Islas.
Me baje e ingrese a la clase con serenidad, en realidad aun no empezaba la carrera, muy recientemente había salido del instituto y ahora me encontraba en el curso introductorio, desde niña me había vuelto una completa aficionada a la historia de mi país, pero también a la mitología celta y las tradiciones antiguas, todo motivado por los libros de mi padre y por sus cuentos antes de dormir.
Como todos los días, la clase termino, tome mi indumentaria y regrese por el mismo camino, muchos se quedaban a socializar, mis progenitores me instaban a ello, pero a mi simplemente no me provocaba, lo que hacía era regresar lo antes posible para poder ir al bosque antes de que anocheciera, durante mi retorno soñaba con encontrar algún hallazgo increíble, runas o vestigios de algún culto, no obstante lo único que escuchaba era el aullido de los lobos, la principal razón por la que no me querían allí, los animales feroces.
Desde que mi hermano fue perseguido por uno y mi padre tuvo que matarlo, desde ese momento me prohibieron seguir avanzando por esos caminos, pese a nuestro estilo de vida rudimentario, ellos insisten en que Agust y yo nos colegiemos, dejando el pasado de la familia atrás y el rubro de mi padre como leñador que lleva a cabo desde hace generaciones, mi papá es chapado a la antigua, pero mi mamá es muy moderna, sin duda los opuestos se atraen.
—¡Estoy en casa! —Grité para que me escucharan, pero nadie contesto.
—¡Vamos! ¡Vamos ya casi lo tenemos! —Exclamaba mi hermanito en la computadora, estaba jugando por internet con su grupo de colegas.
—¿Qué haces? —Cuestioné desconectándole el micrófono.
—¡Estoy fuera código rojo! —Vociferó saliendo de la partida en curso —¿Por qué hiciste eso Ophi? Íbamos rumbo a la final ¿No sabes que los E Sports pronto irán a los juegos olímpicos? —Discutió notando que yo me encogía de hombros.
—No fueron escogidos para la edición de este año, así que tendrás que esperar para convencer a nuestros padres de que te dediques a ellos a tiempo completo, tienes once años y ya quieres ser independiente ¿Hiciste tus deberes? —Consulté viendo su mirada de vergüenza.
—Los hare enseguida, no les digas que me encontraste jugando por favor —Suplicó notando que yo me burlaba.
—Bien, tu no le digas que me fui al bosque —Sonreí emocionada.
—Ellos se preocupan por ti, no deberías seguir paseando —Comentó tratando de detenerme.
—Bueno… Creo que alguien estará castigado pronto —Intimidé percatándome de su miedo.
—¡No! ¡No! ¿Tú? ¿Bosque? Jamás vi que te fueras —Aceptó sin mayores rodeos.
—Esplendido ¿A qué hora regresan sabes? —Consulté subiendo a dejar las cosas en mi cuarto y cambiando mis zapatos.
—En unas cuatro horas, probablemente —Declaró viendo que empacaba un almuerzo.
—Bien, iré al risco que esta frente al lago, daré un paseo y vuelvo en tres horas, no pasara nada —Guiñé el ojo con confianza, saliendo de nuevo —Cuídate Agust —Me despedí corriendo con emoción.
Así me adentré en la espesura, estaba tan acostumbrada a pasear por el lugar que era imposible para mi perderme, sin embargo, tuve la sensación varias veces de ser perseguida, como si ojos me siguieran, toda una tontería, el camino a mi destino se vio interrumpido por un ruido inusual, vivimos muy apartados, por lo que nunca he lidiado con vecinos, pero el sonido era claramente humano, mi padre lo había producido incontables veces y recientemente mi hermano, mi madre y yo lo hemos ocasionado, alguien estaba cortando leña.
Me acerque con cuidado, previendo la posibilidad de que mi papá me estuviese tendiendo una trampa para capturarme infraganti en el bosque después de tantas veces de decirle que ya no lo hacía, no obstante lo que vi en definitiva no se trataba de él, era un hombre, sin camisa, con abdominales, grandes bíceps y un cabello cortado con precisión, me dejo sin aliento, este alzo la mirada y dejo el hacha clavada en la superficie donde talaba, miro en mi dirección, trate de esconderme pero una frase salió de sus labios.
—¿Qué haces por estos lares? Niña del bosque
El leñador
Me pensé muy bien en que hacer tras escuchar ese llamado a mi persona, por un momento quise salir corriendo, un sujeto sin camisa en el medio de un bosque portando un hacha era seguramente la cosa más peligrosa del mundo, desgraciadamente mi corazón latía con fuerza y ni siquiera podía entender el motivo, más allá de una perturbada percepción de la realidad.
—Hola… Vivo cerca y me gusta pasear por el bosque —Seguramente la peor respuesta que nadie jamás escucho.
—Ya veo ¿Tiene algún nombre? —Cuestionó acercándose un poco.
—Soy Ophilia —Respondí retrocediendo lentamente.
—Disculpa si te asuste, me estoy alejando del hacha para que te sientas menos intimidada —¿Cómo pensaba que lograría eso con la musculatura que tenía? Mi padre me enseño muchas cosas de defensa personal, pero siempre me recomendó huir antes de encarar a un varón.
—No tienes por qué hacerlo, no estoy asustada —Afirmé retirándome poco a poco, pensando en si ya era momento para salir corrie