Oye tonto, me gustas
- Genre: Romance
- Author: Isdairabeth
- Chapters: 68
- Status: Completed
- Age Rating: 18+
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- ⭐ 7.5
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Annotation
¿Quién en su sano juicio pensaría la vida universitaria sería sencilla? Pues claro, yo lo pensé. Para que tus años universitarios pasen de lo más sencillo y sin problemas, solo se deben seguir algunas reglas esenciales para la supervivencia de tu salud mental y, por supuesto, tu corazón: Número uno, elige bien a tus amigos. Número dos, esfuérzate al máximo con tus estudios. Número tres, no te enamores de alguien de tu misma carrera. Número cuatro, no olvides la regla número uno y número tres por nada del mundo.
Capítulo 1: Introducción al caos universitario
Lunes por la mañana
—Desde hoy y para siempre te maldigo, cabeza hueca —gruñí, mientras me enterraba bajo la almohada, intentando silenciar el ruido del despertador.
Mi cuerpo pesaba como si me hubieran llenado de concreto, y no podía dejar de arrepentirme por haberme quedado hasta las dos de la mañana haciendo absolutamente nada útil en Facebook. Yo me lo busqué, sí, pero aún así, no dejaba de doler.
Antes de que piensen que soy una boca sucia de nacimiento, aclaro: normalmente no me despierto maldiciendo al mundo. Pero hoy, créanme, estoy odiando con toda mi alma a mi mejor amigo. Gracias, David. Mil gracias por arruinarme la vida.
Verán, David y yo éramos inseparables desde el cole. Cuando llegó el momento de elegir qué estudiar en la universidad, ¿qué hice yo? Fácil, me dejé llevar por él. "¡Vamos a estudiar Química!", me dijo con ese entusiasmo de quien sabe lo que quiere hacer toda su vida. Y como la tonta que soy, dije: "Sí, suena bien".
Spoiler alert: no, no suena bien. Para nada. Y David, en cuanto pudo, se largó a Australia, dejándome aquí, atrapada en esta carrera que no me gusta. Así que, todos los días lo maldigo un poquito más. Se lo ganó.
Solté un suspiro cansado, esperando que tal vez, solo tal vez, esto fuera un mal sueño. Pero no, cuando miré el reloj, me di cuenta de que eran las seis de la mañana y efectivamente, tenía que levantarme. Primer día del tercer semestre y ya iba tarde. Gran manera de empezar el semestre, ¿no?
Con todas mis fuerzas, apagué la alarma y me senté en el borde de la cama, mirando el armario como si la ropa fuera a salir sola y vestirme. La vida no me quiere, claramente, porque cuando volví a mirar el teléfono, ya eran las seis y quince. Genial.
A regañadientes, me arrastré al baño, con los ojos medio cerrados y las ojeras testigos de unas vacaciones bien aprovechadas… viendo series hasta las tantas. Me lavé la cara, me cepillé los dientes y recogí el pelo en una coleta rápida. Volví a mi habitación y, sin pensar demasiado, agarré unos jeans y una camiseta cualquiera, porque la verdad, hoy no tenía tiempo ni ganas de ponerme creativa.
Bajé las escaleras y me encontré con mi papá, que ya estaba despierto y preparando el desayuno como si fuera lo más normal del mundo estar activo a estas horas.
—¿Y eso que te levantaste tan temprano? —preguntó sin siquiera mirarme, concentrado en sus cosas.
—Hoy es el primer día de clases, pa. —respondí con voz arrastrada, aún peleando con el sueño.
—¿Ya te vas? —preguntó, como si no me hubiera visto hacerlo en los últimos dos años.
—Sí, se supone que tengo que estar allá a las siete y media, pero ya son las seis y treinta y cinco, así que voy tarde —contesté, intentando sonar calmada, pero con las ganas de salir corriendo.
—Eso te pasa por quedarte hasta tarde en esa computadora tuya —dijo, en tono de padre que ya te ha advertido mil veces.
Lo ignoré. No había tiempo para sermones.
—Ajá, ya me voy. —Me colgué la mochila al hombro, lista para salir de una vez por todas.
—Al menos cómete algo, no vayas a salir sin desayunar.
Mi estómago hizo un ruido como si estuviera de acuerdo con él, así que agarré el pan que me ofrecía. No iba a discutir con eso.
—Chao, papi, te quiero —le dije, dándole un beso en la mejilla antes de salir corriendo.
—Chao, mija, cuídate.
Mientras caminaba a toda prisa las ocho cuadras hasta la parada del bus, le mandé un mensaje rápido a Ronny: "Voy saliendo, espérame en la fila de los horarios".
Agradezco al universo por mis aliados en este caos. Elle fue la primera persona que conocí cuando entré a la universidad. Era de esas personas que te hacen sentir cómoda desde el primer momento, así que nos volvimos amigas de inmediato. Y luego apareció Ronny, que básicamente es como nuestro hermano adoptado. Él es ese amigo que está contigo en los momentos duros, pero también en los más ridículos. Es experto en hacerme reír cuando más lo necesito, y eso en la universidad es oro puro.
Sabía que Ronny me estaría esperando en la fila para que sacáramos nuestros horarios, y aunque estaba súper tarde, al menos me consolaba saber que no tendría que enfrentar este día sola.
El primer día del semestre Llegué a la parada justo cuando el bus estaba por irse. Lo alcancé por los pelos y me senté en uno de los últimos asientos, tratando de calmarme. El día recién empezaba y ya estaba sintiendo el caos. Pensé en lo que me esperaba: nueva sección, nuevas clases, y lo peor, lidiar con el desastre que es mi carrera sin mi amigo David para darme ánimos. Al menos tenía a Ronny y Elle, los únicos que hacían que todo esto fuera un poco más llevadero.
El bus tardó menos de lo que esperaba, y cuando llegué a la universidad, el patio ya estaba lleno de estudiantes corriendo de un lado a otro. Encontré a Ronny haciendo fila para sacar los horarios, su cara de "estás tardísima" me lo dijo todo.
—¡Por fin! —dijo Ronny, cruzando los brazos en señal de reproche. —Mira la hora que es. Se supone que nos encontraríamos a las siete, son las ocho y media, Chris.
—Lo siento, Ron, me quedé dormida —le dije mientras lo abrazaba, porque después de todo, tenía tres meses sin verlo.
—¿Y ya averiguaste en qué sección estamos? —pregunté, porque sabía que Ronny, el más organizado de los dos, ya se habría encargado de eso.
—Estamos en la sección dos, no te preocupes, quedamos juntos. —Me entregó el horario que había sacado por mí también.
—Menos mal... —dije, mirando de reojo la cantidad de clases que tendría este semestre. —Esto apesta.
Ronny soltó una risa sarcástica.
—¿Lista para vivir más en la universidad que en tu casa?
Solté un gemido.
—Ni me lo recuerdes.
Capítulo 2: Primer día de clases
—¡Por fin! Mira la hora que es. Se supone que nos encontraríamos aquí a las siete, y son las ocho y media. —Ronny me miraba con cara de pocos amigos mientras yo llegaba casi corriendo hacia donde él estaba, haciendo la fila para recoger nuestros horarios.
—¡Lo sé, lo sé! Me quedé dormida —respondí, jadeando mientras trataba de recuperar el aliento. Sabía que estaba tarde, pero no podía evitar darle un abrazo porque, después de todo, tenía tres meses sin verlo.
—Ya, ya, no te pongas cariñosa ahora —bromeó, mientras me devolvía el abrazo. —¿Sabes lo que es esperar en esta fila por ti? Podría haber muerto de viejo, pero no, aquí estoy, aguantando esto solo.
—¡Oh, por favor! Sabes que me amas. —Le di un codazo suave.
—Sí, bueno, lo suficiente como para sacar tu horario también. —Dijo, sacando una copia de la hoja que tenía en la mano. —Por cierto, quedamos en la sección dos.
—¡Menos mal que no me dejaste sola! —Le sonreí con alivio mientras veía el papel.