La obsesión del mafioso

El poderoso italiano había asistido a una exhibición de modas, destinada a una obra de caridad. La había organizado un pariente de Vichenzo Raguzza y casi lo obligaron a asistir, para darle mas relevancia al evento; además él contribuyó con una suma considerable y aburrido se reclinó contra la pared trasera de la habitación con una copa de champagne en la mano.

Cuando la hermosa rubia de ojos verdes, Soraya González una famosa top model venezolana salió por primera vez en la pasarela, con un hermoso vestido de seda aquamarine con el elegante sombrero, su hermoso rostro y figura lo cegaron momentáneamente, podía escuchar la charla de las personas pero no distinguía a nadie.

Soraya que estaba concentrada caminando por la pasarela vislumbró a un hombre que surgió de las sombras y la miró fijamente. Ella notó, que era muy alto y moreno que la miraba extasiado, se había olvidado de la copa que sostenía entre las manos. Ya entonces Soraya daba la vuelta para que pasara la siguiente modelo.

Cuando volvió a salir a la pasarela esta vez con un vestido de algodón blanco y con unas botas de tacón alto, el todavía estaba ahí mirandola pero esta vez con una mirada más especulativa, Soraya haba visto el mismo tipo de mirada en otros hombres y sabía, por experiencias amargas que conduciría a que le hiciera una proposición. Echó la cabeza hacia atrás levantó la barbilla y caminó con determinación frente al hombre. Pensó que le había comprendido el mensaje, que no le interesaba, porque cuando apareció de nuevo, él ya no estaba allí.

Como era un evento de caridad, las modelos habían cedido su tiempo y después del desfile se pusieron sus propios vestidos y se mezclaron con los invitados. Soraya aceptó un vaso de champagne, porque no había otra cosa que tomar y lo sorbio con lentitud. Las bebidas alcohólicas tenían demasiadas calorías y trataba de evitarlas. La dueña de una empresa de cosméticos francés se acercó a ella para decirle que quería hablar con su agencia para la campaña de un labial y un estuche de sombras

—Con tu color de ojos te verás perfecta. ¿Crees que puedas hacerlo?

—Me gustaría, pero depende de cuando. En este momento tengo muchos compromisos y se supone que me vaya a Alemania dentro de un mes para hacer una serie de fotos para la temporada de verano.

—Me pondré en contacto con tu agencia para saber cuándo podrías hacerlo, no pensé que viajaras tanto.

—En realidad no lo hago. Por fortuna puedo escoger mis trabajos, no me veo obligada a vivir de una maleta, pero esta oferta es demasiado interesante para despreciarla.

Charlaron durante un tiempo, hasta que las organizadoras, mujeres maduras, pero hermosas, vinieron a interrumpir y la empresaria fue a charlar con otros invitados. Una señora mayor tomó a Soraya del brazo y se la llevó al otro extremo de la habitación.

—Buona notte, fue muy amable de su parte ceder su tiempo para esta obra de caridad, sé lo ocupada que está y nos gustaría que nos acompañara en otro evento, para recaudar fondos para la Fundación una sonrisa para los niños huérfanos.

—Buona notte, estaré encantada de colaborar con ustedes, ya tienen mi número—le dijo sonriendo.

Pronto llegaron al otro lado del cuarto donde había un grupo numeroso de personas. Uno de los hombres se volvió en cuanto la mujer lo llamó en voz alta y Soraya se encontró cara a cara con la persona que la había estado observando durante el desfile. Los ojos castaños oscuros la miraron fijamente, parecía divertido, mas la sonrisa desapareció en el momento que vio el rostro severo de Soraya.

—Vichenzo, permite que te presente a nuestra modelo estrella. La signorina Soraya González. Signorina le presento al señor Vichenzo Raguzza. La dejo en buena compañía.

La mujer desapareció entre un grupo de personas. Soraya la miró alejarse con el ceño fruncido.

¿La había enviado este hombre para que se la presentara?

—Signorina González —la saludó el hombre.

Soraya volteó a verlo con suspicacia. Y ella decidió continuar su camino, se sentía molesta porque la habían manipulado, pero el impidió que prosiguiera.

—Pienso que modela la ropa muy bien.

Soraya decidió mostrarse fría y levantó las cejas ligeramente antes de decidirse a responder.

—Gracias. ¿Ha asistido a otras exhibiciones de modas?

—No, nunca lo he hecho.

—¿Entonces como sabe si lo hago bien o no? —estudió el traje bien cortado de Vichenzo—. Por lo visto no es el tipo de cosas que suele hacer, agregó desdeñosa.

—¿Y cuál cree que sea mi lugar de acción? —preguntó sonriendo.

—Una oficina elegante con un enorme escritorio y mucho personal a quien delegarle todos los asuntos —respondió con sequedad.

Aunque era la primera vez que ella lo veía, había echo suficiente vida social en Italia. Y estaba enterada por los rumores de los negocios sucios a que se dedicaba la familia Raguzza, cubriendo como tapadera con los supuestos negocios empresariales.

Para sorpresa de Soraya él emitió una carcajada.

—No mide sus palabras, ¿Verdad? ¿Cuándo me permitirá llevarla a cenar para que se de cuenta de lo equivocada que está?— Soraya dejó la copa sobre una pequeña mesa que estaba a su alcance y lo miró a a los ojos.

—Lo siento señor Raguzza, no me interesa saber lo que hace—se dió la vuelta para alejarse y sabía sin verlo que la observaba.

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Soraya se encontraba hospedada en el hotel Pallazzo delle rose (Palacio de la rosa) a las orillas del lago de Venecia. Era ya bastante tarde ese dia cuando oyó el timbre de su teléfono móvil, en el momento que preparaba su agenda de trabajo.

—¿Señorita González? —la voz con acento italiano no le era conocida—Soy Vichenzo Raguzza , nos conocimos hoy, en la tarde.

—¿Cómo consiguió mi número de teléfono?—preguntó sorprendida.— ¿Quien se lo ha dado?

Parecía muy divertido cuando contestó:

—Convencí a un amiga para que me lo diera. También me informaron que ama el ballet.

—¿Y eso qué? —respondió cortante.

—Tengo dos boletos para el Ballet para el teatro Fenice ( Fénix), el próximo viernes ¿Vendrá conmigo?”

—Mire señor Raguzza, ya le dije que no estoy interesada. No acostumbro a salir con personas desconocidas.

—¿Cómo es posible que deje de ser un extraño para usted sino me permite conocerla mejor? —pregunta con lógica.

Fastidiada porque no aceptaba un no como respuesta, le mintió:

—Lo siento, voy a estar ocupada el viernes, tengo una cita importante.

—Cancele la cita —le ordenó en voz baja.

“¡Que diantres se cree este hombre!"—pensó furiosa.

—De ninguna manera señor Raguzza. —y le cortó indignada.

Después de eso la llamó todas las noches a la misma hora. Soraya bloqueó el número, luego le enviaba un ramos de rosas rojas a la habitación todos los días. Después empezó a llamar al teléfono residencial de la habitación. Ella llamó a la recepción y pidió que no le pasaran llamadas de Vichenzo Raguzza, pero el hombre tenía demasiado poder e igual se las pasaban. Al principio Soraya era cortante, pero con lentitud se empezaron a prolongar las charlas hasta que por fin, aburrida de sus llamadas aceptó salir con él.

Soraya se arrepintió en el momento que colgó el auricular. Ya había confrontado la misma situación en su carrera como modelo y conocía muy bien el patrón. Los hombres que no pertenecían al mundo del modelaje, las veían como juguetes hermosos, que se irían a la cama con ellos como gratitud por una noche y divertida velada.. con muy poca diferencia de las prostitutas. Sólo las personas mezcladas en este negocio, sabían las largas y tediosas horas que representaba el se