
Claroscuro
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Annotation
Skylar (Sky) Graham, torpe, decidida, temperamental; debe regresar a la escuela para su último año de preparatoria. Con un leve cambio. Hace sólo unas semanas, todos eran testigos de su apasionada y envidiable relación con Vincent Rourke. Tras su repentina e inexplicable separación, Sky deberá volver a la escuela dónde verá al chico que le rompió el corazón, pero que también la enseñó a amar y a descubrir los colores. El corazón debe sanar. Pero no siempre el sanar está en el perdón. Skylar descubrirá que su vida cambará en un abrir y cerrar los ojos al descubrir los secretos de su familia y la gente a su alrededor. Sin darse cuenta, Skylar acaba en medio de una guerra de la mafia.
Capítulo 1
—Tengo que decirte algo, Skylar.
Me preocupé. Vincent estaba muy serio.
—Bien… ¿Qué ocurre?
Me había citado para vernos en la azotea del antiguo edificio que había sido una fábrica de jabones en un pasado. Había sido nuestro lugar por mucho tiempo, pero nunca había tenido esa expresión en su rostro. Sus ojos café claros estaban serios, inescrutables, y no me gustaba ni un poco el aura que desprendía.
—Debemos terminar.
Mi rostro se mantuvo confundido durante varios minutos, y asentí en ignorancia. —¿Terminar qué?
Vincent tragó grueso. —Nosotros, Skylar. Nuestra relación.
Fruncí un poco el ceño. —¿De qué hablas?
—Ya no podemos seguir juntos, Skylar.
Ahí mi nariz empezó a arder y mis ojos comenzaron a perder calidad de visión. No entendía nada.
—Pero… No entiendo… ¿Qué pasó? ¿Por qué me…?
—No puedo explicártelo, Skylar. Solo… Algo cambio. Y ya no puedo estar contigo.
Sentí la primera lagrima deslizarse por mi mejilla. —¿No puedes estar conmigo? ¿Qué mierda significa eso?
Vincent se pasó las manos por el cabello negro. —Eso es lo único que puedo decirte, Skylar. Solo te estoy informando.
De mi salió una carcajada histérica mientras mi rostro se cubría de lágrimas y mi voz comenzó a fallar. —¿Solo me estas informando? ¡Pues para esa mierda me hubieras mandado un puto mensaje, si esa era tu única intención!
—Te mereces más que te terminen por mensaje.
—¿Merezco que me termines aquí, desentendida, de la noche a la mañana sin darme una puta explicación?
Estaba llorando. Llorando a mares. Y gritaba mientras mi pecho subía y bajaba con rapidez.
—No eres tú, Sky. Soy…
—No, no, esa mierda no —susurré con un hilo de voz—. No me interesan tus frases rebuscadas. ¡Quiero que me digas por qué, maldita sea!
Lo vi bajar la mirada y apretar los puños. —No puedo estar contigo, Skylar. Ya no.
—¿No puedes o no quieres?
—Eso es todo, Skylar.
Me rodeó dispuesto a irse, pero no se lo permitiría tan fácil.
Le detuve tomándole la mano. —No. No es todo. Ya me estás dejando aquí, mínimo dime por qué. ¡Si en algún momento de nuestra relación sentiste el amor que juraste, si sentiste algo por mí, alguna empatía, o lastima, aunque sea, dime en mi cara por qué te vas y no seas un cobarde!
Se quedó ahí, dándome la espalda, mientras de mi salían sollozos desgarradores y seguía llorando. Me estaba humillando, lo sé, pero necesitaba una puta explicación.
—Ya no siento lo mismo por ti, Skylar —respondió sin mirarme—. Ya no es lo mismo, y ya no quiero estar contigo.
Esas palabras bastaron para que mi mano aflojara su agarre, y mi corazón terminara por romperse. Sin embargo, Vincent se mantuvo ahí un momento más, dándome la espalda.
—¿Ya no… me quieres?
¿Por qué seguía echándome limón en la herida? Ya me lo había dicho. Pero no quería una respuesta entre líneas. Necesitaba que me respondiera eso de forma clara, directa.
—No.
Ya no lo sujetaba a él. Mis brazos se aferraron alrededor de mi frágil y tembloroso cuerpo. Sentí la tristeza y la decepción como un objeto tangible que caía sobre mi espalda con una fuerza descomunal, y el corazón rato como algo real, pero los fragmentos se clavaban en mi pecho haciéndolo sangrar.
Vincent se dio la vuelta rápidamente cuando yo tenía la mirada en el suelo, sujetó mi rostro entre sus manos y dejó un beso en mi frente antes de irse con paso fuerte de la azotea, dejándome ahí, rompiendo mucho más que mi corazón. Y su beso fue como un susurro. Me susurró un adiós dulce y lastimero, llevándose la última chispa que me mantenía de pie.
El reloj me había levantado hace unos minutos, pero había querido seguir saboreando el amargo recuerdo de hace un mes. Pero mientras mi mente comenzaba a formar un huracán, afuera había un cielo azul hermoso y un sol radiante que se coló a través de las cortinas.
Me levanté más abrazada a las sábanas que a mis ganas de vivir. Caminé medio dormida palpando las paredes para llegar hasta mi baño, y me avispé un poco cuando me di de frente con la puerta.
Todo el sueño me abandonó cuando, aún sin abrir los ojos, litros de hielo derretido golpearon mi cuerpo desnudo, provocando que me erizara por completo y soltara más groserías de las que podía decir en un día.
Me vestí con toda la flojera del mundo y peiné mi cabello con más violencia de la que fuese necesaria si colaborara. Mamá aún dormía cuando mi hermano y yo bajamos a desayunar.
Mi uniforme consistía en una falda negra de pliegues a la mitad del muslo con unas líneas blancas verticales al final, una camisa blanca, una corbata negra, botas negras y el saco negro con el escudo de la preparatoria Melville. No habría nada de diferente en todo esto sino fuera porque... Claro que todo era distinto.
Iba a la misma escuela desde hace tres años. Tenía a los mismos amigos. Era la misma rutina. Bueno, a excepción de que ahora iría acompañada de mi hermano, que empezaba preparatoria en la que iba yo.
Pero, además de eso... Era la primera vez que vería a mi ex desde que terminamos antes de las vacaciones de fin de año.
Hace menos de dos meses que Vincent me había terminado sin darme mayor explicación después de dos años de relación, y desde entonces no había vuelto a saber de él.
Bueno, eso era un decir. Había stalkeado un poco su perfil de Instagram. Ya saben, lo que todos hacen después de una ruptura, ¿no?
Admitiré que estaba nerviosa. Vincent y yo habíamos pasado por demasiadas cosas. ¿Cuál sería su reacción al verme? ¿Cómo reaccionaría mi cuerpo al verlo? Para ser sincera, ni siquiera sabía si yo estaba bien.
Fueron semanas bastante duras. Sólo me faltó llamarlo borracha. Y eso sólo porque no acostumbro tomar.
Pero ya era suficiente. Empezaba mi último año antes de ir a la universidad. Sólo debía sobrevivir un año, y entonces él no volvería a tener repercusión en mi vida.
—Skylar, me estás estresando —soltó Cory mirándome con el ceño fruncido—. Si no dejas de mover la pierna, me vas a derramar el jugo encima.
Carraspeé y erguí mi postura para luego quitarme un mechón del hombro. —Perdón.
Aunque éramos hermanos, Cory y yo no nos parecíamos en nada. Nada en absoluto. Él tenía el cabello rojo ondulado, con pecas por la nariz, trigueño y ojos verdes. Él era la viva copia de papá. Mientras que yo ese día llevaba el cabello rosa rubio en unas ondas naturales con una raya en la mitad, ojos grises tras unos lentes, de piel que yo diría seguro era la de Lisa Simpson. Yo, por otro lado, era un clon de mamá.
—¿No vas a comer?
—No, siento un nudo en el estómago.
—Seguro estás estreñida.
—Fuiste un error, ¿lo sabías?
—¿Lo dice la que nació de una madre de dieciséis años? —contraatacó sonriendo con los ojos verdes brillando.
—Yo soy adoptada, no lo olvides —bromeé.
—Hay que irnos ya, llegaremos tarde —se levantó dándole el último mordisco a la tostada. Yo, mientras tanto, me quedé ahí sentada, estática, viendo mi desayuno intacto—. ¡Sky!
—Ya te escuché —me levanté y me acomodé la diadema antes de tomar la mochila—. ¿Por qué tienes tanto afán?
—¿No tenías afán el primer día de preparatoria?
—No. Sabía perfectamente lo que se me venía. Habría preferido mil veces primaria y no salir de las multiplicaciones de dos cifras.
—Sí, sí, ya, apúrate.
Mientras mi hermano me jalaba de la mano para apurar mi paso, yo sólo contaba los latidos de mi corazón para calmarme.
Bien. Ya era hora.
Capítulo 2
Fue reconfortante ver de nuevo mi instituto. No podía quejarme de mi preparatoria. Tenía a los mejores amigos, había salido mucho de fiesta, había tenido las mejores notas, había conocido los secretos de los amantes y me había enamorado.
Y ahora sería testigo de mi duelo.
Le indicaba a Cory cuál sería su salón de clases cuando escuché el estridente grito que reconocía a kilómetros. Mis mejores amigas me rodearon en un sándwich como si no me hubieran visto en años. Ya éramos el centro de atención sólo por el escándalo de ellas.
—Chicas, creo que en la cafetería no se oyó.
Penny y Naomi aceptaron dejarme respirar. Para cuando volteé, vi que Cory ya no estaba junto a mí. Seguro había huido del foco público. Pobrecito.
—Ay, honestamente estaba preocupada —expresó Naomi—. No sabía si vendrías hoy.
—Yo no sabía si mantendría cerrada la boca por mucho tiempo —dijo Penny—. Ya veo que no.
Penny y Naomi eran mis mejores amigas desde hace tres años. Pe