A una carta de distancia
- Genre: Romance
- Author: Carlos Sierra
- Chapters: 70
- Status: Ongoing
- Age Rating: 18+
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- ⭐ 7.5
- 💬 5
Annotation
Nuestra historia toma paso en la ciudad de Barcelona, ella es Ivy, una chica tranquila, tanto su personalidad con su vida diaria, de padres retirados, con buen capital para tener una estilo de vida respetable ante la sociedad, dueña de una tienda de ropa a la moda, su madre Amanda de 48 años amante a todo lo que tiene que ver con la naturaleza y las energías del universo, su padre todo lo contrario a su madre, ingeniero jubilado, que aun no deja de trabajar en sus inventos tecnológicos para la industria automotriz, contando con su propio taller en su casa donde pasa gran parte de su tiempo, estaba relajada una tarde de verano cuando sin esperarlo, es sorprendida por el ataque de un balón de voleibol, trayendo detrás de si a Dashiell, un chico de 19 años, atractivo y prácticamente independiente, debido a la muerte de su madre a temprana edad, y su padre director ejecutivo - CEO, de una empresa importante en china, su ausencia es aprovechada para divertirse con sus amigos, cosa que no podía hacer tan libremente cuando su padre estaba presente en la ciudad. El cruce entre Dashiell e Ivy, causó una conexión, la cual llevaría su vida por el camino de nuevas experiencias, sacándola de su zona de confort repetidas veces con la ayuda de sus amigos Cathie, Nadia, Zedd, y Kevin, aprendiendo que la vida es más que un simple libro, que existen villanos, dragones, princesas, príncipes y aventuras en la vida real, Su mejor amiga Teva de 20 años, nombre que significa “responsable” pero ella lejos de ser eso, era alguien extrovertida, amigable, muy leal, formará parte de este plan y se unirá en la aventura junto a Ivy, su fiel compañera, la perdida de un ser querido nunca es fácil de afrontar, la amistad son los hermanos que nunca pedimos tener pero que siempre hemos necesitado en este pequeño camino por recorrer.
Capítulo 1 Disculpa
La tarde de cielo despejado, el verano estaba en su apogeo, la brisa fresca y constante en la playa de Bogatell, hacia levantar cualquier sombrilla que no estuviese asegurada en la arena, aroma de mar en el ambiente, el sonido de las olas romperse, al igual que personas a lo lejos jugando, en mi Play List escuchaba “Again - Lenny Kravitz” solo tenía puesto el audífono izquierdo, para no perder atención a lo que me rodeaba, últimamente he adquirido un gusto por el rock clásico, saliendo un poco de mi música rutinaria, baladas, clásicas, pop, es lo que escuchan los jóvenes hoy en día, a mis dieciocho aun puedo decir que pertenezco a ese grupo, continuaba mi lectura Contratando a mis Personajes, volteando la página, tomando un sorbo de mi jugo de melocotón.
De la nada siento interrumpida abruptamente por un torbellino de arena, que sobresalta al caer un balón de voleibol junto a mí, haciendo derramar el delicioso jugo a medio terminar, invadiendo mi cabello, enseguida giro la cabeza para buscar al culpable casi al estilo de Terminator y asesinarlo con mi mirada, mi sorpresa fue ver a un chico joven no tan alto, calculo yo que de unos veintitantos, acercarse rápidamente, suelto mi libro para sacudir mi cabello, mientras el al recoger su balón, me pregunta algo preocupado se podría decir por el tono de su voz:
—¿Estás bien? — pregunta aquel chico, tocando mi hombro, mi cuerpo siente alguna especie de escalofrío.
No soy muy amante del contacto humano, no por el tema de las bacterias, si no por el tema de que me cuesta confiar en las personas, pero su voz me inspiraba una tranquilidad, que no podría describir, como idiota cambie mi mirada de prejuicio y malicia a una de incertidumbre, en mi boca se dibujara un intento de sonrisa con nerviosismo.
—Si, sí, estoy bien, solo un poco de arena que cayó en mi cabello.
—Disculpa, mis amigos son algo bruscos al golpear el balón, veo que tu bebida sufrió las consecuencias.
—Emmm, sí, creo que tienes razón, no importa, déjalo así.
—Bueno, tendré cuidado de que no suceda nuevamente —se aleja esbozando una sonrisa que queda grabada en mi retina.
«¿Qué tendrá ese chico? Su cuerpo no es, que a pesar de esta algo musculoso, y tener linda piel tersa, como muchos más, hay algo que me deja en la intriga de querer más, ¿Quién será?» quedé pensando mirando hacia el mar, unos segundos fueron suficientes para salir de ese pensamiento, y regañarme a mí misma, por pensar en cosas que no pasan realmente en la vida, tomé mi libro, buscando la página en la que había quedado mi universo de fantasía.
Supongo pasó alrededor de una hora y media, sin notar su presencia, debido a lo sumergida que estaba en este libro recomendado por mi madre, la cual sabia mis gustos en lectura, estaba sentado este chico de cuerpo deportivo, con su cuerpo un poco sudoroso y su sonrisa aflorando entre sus labios, sus ojos color castaños apagados no dejaban de verme, lo observo despavorida unos segundos, sonrojándome de inmediato, en su mano llevaba un envase con una bebida apuntando hacia mí, quitándome los audífonos, me indica inmediatamente.
—Toma, una ofrenda de paz, por el mal rato que te hicimos pasar hace un momento, no podía limpiar mi conciencia sin tomar cartas en el asunto.
Un extraño me está dando un jugo, si recuerdo la sugerencia de mis padres en mi niñez, era de no aceptar nada de algún extraño, por cortesía decidí tomar la bebida, colocándola a un lado, no sé si fue un arranque de adrenalina, los nervios, o ya era tanta lectura de fantasía la que me produjo el impulso de preguntarle:
—¿Y por qué querías limpiar tu conciencia con una chica ajena como yo?
—¿Ajena? No podría decir eso, al menos de mi parte —estas palabras lejos de generarme repudio hacia él, crea más intriga, cierro mi libro para prestarle más atención—. Ya te había visto en varias ocasiones.
—¡Ah, ¿sí?! puedo saber ¿desde cuándo tengo a un acosador?
—No lo tomes a mal, es solo que me llama la atención que siempre que coincidimos en un lugar, estas leyendo.
—Eso no quita lo acosador, se podría decir que lo acentúa. —mi cara reflejaba un poco de molestia, sin dejar de mirarlo, se le veía apenado, me parecía tierno, pero no podía demostrarle debilidad en ese instante.
—No bueno, puedo asegurarte que acosándote no lo estoy, solo quería darte esta bebida, espero te guste, es de mis favoritas, no quiero interrumpir tu lectura. —levantándose y limpiando la arena de su short y sus piernas, se aleja de aquel lugar.
Recojo la bebida y la observo como si tuviese un microscopio por ojos, buscando algo extraño, en el envase era transparente, pero de esos que no te dejan ver muy bien en el interior, así que abro la tapa, era color rosa con mucho hielo picado, olía bien, tomando un sorbo, fresa, la verdad estaba deliciosa «tiene buen gusto para la bebida» deduje, colocando mis audífonos al ritmo de “Ed Sheeran - The Joker And The Queen”, «leeré un capítulo más y me iré» sentenció.
Las personas poco a poco iban abandonando la playa, quedando todo en tranquilidad, ya eran las seis y veintidós de la tarde, el sol aun me brindaba de su luz, la brisa se hizo más fría a medida que pasaban los minutos, su estómago hizo un crujido, era la señal inevitable de levantarse e ir a saciar sus instintos básicos, busca en su cartera el celular, el contacto de «Teva» escribiéndole que se verían en el “Centro Comercial Hendaya”, Teva responde en una frase «15 minutos y estoy allá», me despido con un «te tengo que contar algo, es de un chico».
Ivy ya con las cosas en sus manos, se dirige a su auto un A 200 Sedán color blanco, al pasar diez minutos ya estaba entrando al centro comercial, al llegar a la cafetería preferida de ambas, Teva estaba sentada moviendo las piernas, señal de impaciencia, ese último mensaje la había desbordado de curiosidad, moría por saber lo que había pasado, ya que Ivy nunca le había escrito algo semejante con respecto a un chico, por lo general escribía despectivamente en cuanto al s*x* opuesto.
—Hola Teva, que rápido llegaste.
—Nada de saludos, siéntate y cuéntame ¿Qué significa ese mensaje?
—Espera, déjame ordenar algo, muero de hambre —sentándose toma el menú en la mesa, decidiéndose por un café americano, y un croissant—. Bueno —una sonrisa pícara sale de su boca, Teva le sujeta la mano, insistiendo en querer respuesta—, ¡cálmate! Ya te digo, conocí a un chico hoy.
—Ok, un chico, pero, ¡quiero detalles!
—Un chico lindo… muy lindo.
—Ivyyy, por favor, no seas cruel. —observándola como se ríe por tenerla en ese estado.
—Estaba en la playa, leyendo como de costumbre, y de la nada, aparece este chico, hubo cierta incomodidad, porque estaba cubierta de tierra, pero luego se disculpó con un jugo de fresa delicioso, hablamos un poco, y luego se fue, al parecer ya él me había visto, pero bueno, es un poco más alto que yo, su cuerpo bronceado, era lindo, la manera en que sudaba y se reía, pero fuera de juego, tenía una manera de expresarse, que fue lo que me hizo querer saber más de él, pero como todo lo bueno se acaba, esa no fue la excepción, se alejó y ahora estoy aquí hablando contigo.
—¿No le preguntaste cómo se llamaba?
—No, tampoco el me pregunto, así que no vi la necesidad de hacerlo —interrumpe la mesera, rápidamente, dejando la orden en la mesa.
—Ummm… si, eres tan seca como una papa, deberías ser más atrevida, ya te lo he dicho, pero no sigues mis consejos.
—No tengo prisa, ya besé muchos sapos, no quiero más de eso en mi vida.
—Nunca se sabe lo que te puede esperar, termina de comer y vamos a tu casa, quisiera preguntarle a tu madre sobre una piedra para mi aura, me he sentido algo tensa últimamente, pero no sé por qué.
—Si, ella es muy buena en eso. —menciona Ivy, dando su ultimo mordisco.
Capítulo 2 Consejos
Al terminar de comer, Ivy paga la cuenta, y se dirigen a su casa, no quedando lejos a unos 25 minutos de aquel lugar. Al llegar a la casa, todo en orden, una casa grande de dos pisos, 5 habitaciones en la parte superior, paredes blancas, con diversos materos colgantes, alguno que otro incienso encendido en algunas esquinas, candelabro de cristal, muebles blancos, piso de caoba, las paredes de la escalera, color gris, con lámparas en las paredes, alumbrando el camino, al entrar a la casa la primera en recibirlas es Amanda, la madre de Ivy, una mujer de 48 años, de piel un poco sudorosa, de baja estatura un metro cincuenta y cinco, poco encorvada con cabello castaño y ojos marrones reconfortantes. vestida con una bata larga color crema, collar con dije de péndulo de cuarzo color negro, caracterizada por ser amante a la naturaleza y las energías del universo, las buenas vibras y demás, abrazando a cada una con una sonrisa en su calmado rostro.
—¡Hola mis niñas! ¿Qué hicieron hoy?