
El alfa puro y la luna sin suerte.
- Genre: Werewolf
- Author: Edhen Blaque
- Chapters: 19
- Status: Ongoing
- Age Rating: 18+
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- ⭐ 3.0
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Annotation
Imagina ser una humana, una que finge ser una beta para intentar encajar en una sociedad de lobos y cumplir su sueño de ser de las mejores bailarinas del país, todo para que una noche aparezca un alfa, uno que no solo revolucionará tus hormonas, sino también tu vida. Luna pasará de ser una bailarina y mujer más de la ciudad luchando por sus sueños, a la pareja destinada de Noah Ivanovich, un alfa puro, así como la luna de una de las mafias más poderosas del mundo. Todo mientras las organizaciones criminales más letales están en disputa y los acuerdos de paz, penden de un hilo.
Introducción:
Desde pequeña le ha temido a la oscuridad, aún recuerda, que durante la noche y bajo la excusa de que algún monstruo podría llevarla hacia algún lugar recóndito y muy lejano, se metía en la cama de sus padres quienes la recibían con una sonrisa cómplice y orbes brillantes, mientras le arropaban entre las sábanas, hasta que, bajo el manto cálido del cariño lograba entrar al mundo onírico y descansar allí, alejada de todo, donde nada podía hacerle daño.
Los años pasan y el tiempo corre como si fuera agua de manantial, Luna ha crecido, y ahora ya no es una niña, tampoco sus padres están lo suficiente cerca para tranquilizarla, mientras tiembla y llora silenciosamente durante la noche, con la lluvia cayendo sobre su cuerpo, descalza y completamente sola.
Siente el miedo en su pecho, tiembla, se muerde los labios y gime como un animal herido agonizante, aún así intenta no perder la calma, eso sería su fin, «Cuando pierdes la cordura pierdes la vida», piensa mientras que se mueve en el frío suelo, respira profundo, suave y difícil.
Cierra los ojos, aprieta los párpados, haciendo puños las manos, intentando canalizar sus fuerzas buscar dentro de sí lo necesario para no sucumbir, para sólo dejarse ir, para dejar de ser ella.
Luna no puede ubicar el momento exacto en que su vida cambió para mal en todo sentido, el punto de quiebre que le sacó de eje y en la última pirueta le hizo caer como una muñeca rota, que no podría levantarse jamás.
Alzó la vista y miró hacia el cielo.
Llueve mucho, sin embargo las estrellas parecen tener la suficiente valentía para quedarse junto a la luna e iluminar la oscura tempestad y el camino de los que como ella, atravesaban la oscuridad sin amparo.
Se abrazó un poco más a sí misma, sentada en el suelo con sólo una camisa que le quedaba ligeramente grande y el cabello callendo por todo el femenino rostro, mientras se abrazaba las piernas y como un pequeño cachorro bajo la lluvia sólo esperaba lo peor en aquel callejón de Goddess-M, después de correr por su vida y alejarse de quienes le habían guardado entre cuatro paredes bajo la orden de algún demente y desconocido ser que definitivamente quería lejos.
Su mañana había comenzado lo suficiente bien después de días de incertidumbre y miedo por el desconocimiento y la angustia que este le provocaba, la calle estaba abarrotada de personas y ella lo más tranquila que podía había partido rumbo a la academia.
Luna aún no entendía cómo entre tantas personas pudieron solo así, tomarla entre sus manos y alejarla de allí, sin embargo lo más sorprendente era el simple hecho de que aún si corría por las calles de la gran ciudad en evidente estado de necesitado auxilio y después de creer encontrarlo, sólo la lanzaran a la calle con la frase "Regresa, y quizás tengan clemencia de ti", le había dicho el único policía de la estación central ubicada en la calle Little-S.
Luna conocía la magnitud de su problema, pero se supone que todo iría bien, después de tantos años al fin todo comenzaría a encajar en su lugar y ella al fin podría bajar la guardia lo suficiente para respirar.
Los pasos crearon estridente eco por el callejón, posiblemente llevaban ahí tiempo, y sólo esperaban a que ella hiciera su próximo movimiento, le dolían los pies, incluso le sangraban y parecía que le habían dado una buena paliza antes de botarla en cualquier lugar, suspiró y sólo optó por protegerse de lo que sea que viniera, estaba cansada, le dolía todo, no se creía capaz siquiera de emitir palabra.
La presencia sobre sí fue evidente, y los zapatos de diseñador también, Luna no sabía qué pensar, pero el hecho de que su cuerpo pareciera entrar en completo estado de adormecimiento al sentir ese aroma, extraño, picante, suave y estremecedor, ALFA, gritaba por todos lados, haciéndole temblar y gruñir como la bestia que no aguarda en su interior, como si él fuera una evidente enlaza y al mismo tiempo quizás la única alternativa, la única opción viable, se estremece, duele, pica y arde, no era nada bueno, así como los cálidos brazos que parecieron alzarse con deje posesivo, mientras que, como si no pudiera ser de otra forma, se dejaba caer en la inconsciencia.
Ella había nacido para sufrir para gritar de agonía mientras otros gozaban de lo que brindaba la vida, en un mundo injusto, lleno de prejuicios, Luna lo sabía, estaba condenada, una mujer como ella no sería capaz de nada más que ello, pero entonces ha la elegido luchar, había sacado las garras y aferrado a todo, justo como lo hacia ahora contra la ropa de aquel extraño, justo como hace años entre la sangre y el dolor, como cada vez que escapó de su ignegable condena.
Ella era escoria, bien, ya había aceptado su destino, aún así, quizás, podría luchar.
Luna, es una chica con grandes aspiraciones y una suerte envidiable, que le llevará a perseguir sus sueños y poner a prueba su propia vida.
Luna nació siendo escoria, en un mundo dónde ser Alfa es un privilegio y omega una bendición, ella es sólo una mujer común y corriente que tuvo la buena o mala suerte de conocerlo a él, Noah Ivanovich, para muchos un héroe, para otros, un criminal, para ella, su alfa.
Capítulo 1:
KURTLAR:
—Es un honor hacer negocios con usted, señor Ivanovich—el alfa alzó una ceja y sonrió tenso, el aroma del hombre y alfa frente a él solo podría definirse como putrefacto, tanto que su garganta y fosas nasales se quemaban.
Era algo parecido al bosque, sin embargo, las emociones hacían casi imposible percibir los matices con claridad: envidia, lujuria, deseo y avaricia eran las más potentes y por tanto fáciles de detectar, los lobos pese a la creencia común no expulsaban en sus feromonas solamente aquella emoción momentánea, sino también, aquellas que más predominan en su vida diaria y los acompañan a lo largo de la misma.
—Espero que asista a la baile de hoy, algunos de nuestros mejores bailarines se presentarán, así como el solo debut de nuestra pareja estrella—retomó la palabra.
Ivanovich sonrió moviendo la copa de vino en su mano, apenas eran las diez de la mañana y ahí estaba él, tomando un trago junto a uno de sus clientes. Ladeó el r