Los Caminos Del Destino

Estimado Adrián,

Espero que no estés enojado, pero no puedo soportarlo más. No puedo tener una vida contigo como si nada hubiera pasado. Me pusiste en peligro cuando entraste por primera vez al club y lo sabías. Aún así, te atreviste a seguir con tu juego egoísta en el cual siempre fui la presa. No quiero que pienses que me arrepiento de haber estado a tu lado, lo disfruté con cada fibra de mi ser.

Te amo tanto que tengo que dejarte para protegerme. Pudiste darme demasiado en solo tres meses y se que nunca podré devolvértelo. Mi escape, o como quieras llamarlo, fue descuidado. Pero de ninguna manera sin pensarlo lo haría de nuevo. No me encontrarás, no importa cuántos contactos uses. No quiero que me encuentren y si ocurre, solo así me encontrarás. Te dejo mis saludos y los momentos que pasamos juntos, por cierto, tus pantalones de diseñador están en mi armario en el fondo del cajón izquierdo. Espero que no estés demasiado enojado conmigo y espero que de alguna manera entiendas el porque te estoy dejando.

Hasta entonces, te deseo todo lo mejor y te dejo todo mi amor.

Alguna ves tuya... Olivia.

XXX

Tres años después de aquella nota...

Lo había logrado.

El trabajo de mis sueños se hizo realidad.

Gracias a mucho trabajo y perseverancia, logré convertirme en directora general de una de las cadenas hoteleras más grandes de Hawái. Han pasado muchas cosas en estos tres años. Tomé el apellido de soltera de mi mamá y me mudé aquí desde México. Fue un gran paso para mí, salí de mi zona de confort y enfrenté muchas dificultades en el proceso, pero siempre ha sido mi sueño y aquí está, ahora es una realidad. Podría quedarme en el hotel si quisiera. Podría surfear todos los días. Cada mañana puedo empezar a trabajar cuando quiera. Pero cada día que pasa me doy cuenta de que nunca más lo volvería a ver.

Hacía tres años que no sabía nada de él.

He cambiado y él ciertamente también lo ha hecho. Si nos volviéramos a encontrar ahora, habría muchas preguntas para las que no tengo respuesta. Preguntas que yo también le haría y no estoy segura de querer saber sus respuestas. Mi primo Rafael lo está vigilando. Mis tios todavía viven en México y ellos nos informarán si se comporta de manera anormal.

—Oliv, cariño— Rafael agitó su mano de un lado a otro frente a mi cara, sacándome de mi parálisis, me miró con sus ojos marrones que siempre me han fascinado desde muy joven— Deja de pensar en él— Puso su mano sobre la mía y la apretó. Me sonrió alentadoramente.

Suspiré y me recosté en mi silla. Tenía razón, no debería pensar más en Adrian. Lo dejé conscientemente porque me engañó. No debería pensar más en él.

Pasé una agradable velada con Rafael y me senté en mi sofá con un vino y palomitas de maíz. Rafael me había convencido para ver una película con él. Por supuesto, sin pensarlo dije que sí. Después de dos semanas de trabajo, merecía una agradable tarde de viernes con mi primo. Rafael había elegido la película porque a mí no me importaba. Mientras pueda pasar tiempo con él, estoy bien con cualquier cosa.

—¿No preferirías cambiarnos a una serie?— me preguntó Rafael porque la película era muy aburrida. Me reí y tomé un sorbo de mi copa de vino.

—Déjame adivinar— fingí pensar mucho sobre qué programa quería ver conmigo— Quieres ver Hawaii Five 0— Fingí que acababa de pensar en ello y luego una almohada cayó en mi cara y me hizo reír aún más—Gracias a Steve McGarrett — Me reí aún más fuerte.

Mi querido primo es gay y está enamorado del personaje. Pero seamos honestos, Steven es un poco sexy.

—Tienes que estar de acuerdo conmigo en que es atractivo

Me reí cuando dijo la declaración. Por supuesto que tenía razón, pero aumentaría aún más su ego si estaba de acuerdo con él, como cada vez que teníamos esta conversación.

Habían pasado tres episodios y casi me quedo dormida en mi sofá si no hubieran llamado a la puerta. Confundida miro a mi primo, quien me miraba tan adormilado como yo. Mis ojos se dirigieron al reloj que colgaba encima del televisor. 5:00 de la mañana.

¿Quién diablos tocaría a mi puerta tan temprano?

—¿Estás esperando a alguien?— me preguntó mi primo, sacudiendo la cabeza.

Definitivamente todavía estaría durmiendo a esa hora. No me levanto hasta las ocho.

—¿Tu lo haces?— le pregunté.

Él simplemente negó con la cabeza y miré confundida hacia la puerta donde hubo un segundo golpe. Con un fuerte suspiro, me levanté y corrí hacia la puerta. Lamentablemente no se podía mirar a través de la mirilla de mi suite porque no había ninguna. Debería haber instalado una en cada habitación de hotel.

Abrí la puerta y tuve que mirar dos veces para darme cuenta de quién estaba parado frente a mí.

Tragué y esperé que fuera sólo un sueño, uno muy desagradable y cruel. ¿Quizás una broma que mi cerebro se cobró? Me tallé los ojos varias veces, esperando que fuera sólo mi imaginación.

—¿Quién es Oliv?— Escuché la voz de mi primo. No miré a Rafael, pero mantuve mi mirada fija en el hombre frente a mí.

—Adrian— susurré, mirándolo de arriba abajo.

No había cambiado mucho. Había escondido su tonificado pecho detrás de una camisa blanca y sus musculosas piernas detrás de unos jeans negros. Sus ojos azules se clavaron en los míos y su cabello negro colgaba en pequeños rizos alrededor de su rostro. Parecía adorable.

—Olivia

Mi noche en el club ha terminado por hoy. Me senté frente a mi tocador y me quité el maquillaje. Me dolían los pies por los tacones altos que me pusieron, pensaba en las otras chicas que no tuvieron ningún problema con eso, las admiraba en ese sentido, pero aquellas chicas no llevaban mucho tiempo aquí y tenían turnos para desnudarse más cortos que las que llevaban más tiempo en el club, en este caso como es el de Ava y mio, era un poco inevitable no sentir algo de envidia por aquellas chicas que no tenían tanta presión y demanda como nosotras.

—Ese hombre te está esperando atrás— Puse los ojos en blanco. Aquel tipo llevaba días esperándome detrás del club. Cada vez que termina mi turno, siempre me esperaba en la puerta trasera.

—¿Otra vez?— Miré a los ojos azules de Ava, mi mejor amiga dentro y fuera del club.

Ambas entramos a este club juntas y nos unimos mucho más. Nos conocemos desde el jardín de infancia y fuimos inseparables. Mis padres no quisieron pagar mi