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ADICTA A SUS BESOS

  • Genre: Romance
  • Author: PaolaG
  • Chapters: 93
  • Status: Completed
  • Age Rating: 18+
  • 👁 350
  • 9.7
  • 💬 20

Annotation

Una mañana, Isabella se despierta en la cama de un desconocido, sin recordar cómo llegó ahí. El hombre a su lado, Alexander, resulta ser un atractivo heredero de una familia poderosa, pero también con un lado oscuro: su abuelo le ha legado un negocio ilícito, pero solo con la condición de que se case y tenga un hijo para estabilizar su vida. Alexander es un hombre joven acostumbrado a los placeres que la vida y el dinero puede ofrecer, él ya ha fracasado en dos intentos previos de matrimonio, así que en un último intento desesperado decide que Isabella será su esposa, así no cuente con el consentimiento de ella. Para Isabella, el mundo de Alexander es tan aterrador como fascinante. A medida que Alexander se enfrenta a sus propios desafíos personales, comienza a desarrollar sentimientos genuinos por Isabella mientras descubre sus virtudes y es cautivado por su dulzura. Sin embargo, el peligro está siempre presente, alimentado por los celos de sus primos, quienes han saboteado sus matrimonios anteriores para quedarse con el legado familiar. Poco a poco Isabella descubre que a pesar de las apariencias, el hombre con el cual está casada, no es el ser aterrador que creýo en un inicio y se deja seducir por esos ojos color miel, esa piel ligeramente bronceada, pero sobretodo, por esa sensación de protección que la hace sentirse parte de algo. Deben superar muchas situaciones de peligro y que finalmente Isabella acepte que está ahora con él por amor y no por obligación.

1. ¿UN SUEÑO HÚMEDO? ¿SEGURA?

No recordaba que mi cama fuera tan cómoda ni que mis sábanas fueran tan suaves. Mi cuerpo se siente especialmente relajado, así que me niego a salir de la cama para prolongar esta agradable sensación. Giro para descansar boca abajo, pero al sentir un cuerpo cálido a mi lado, abro los ojos de golpe.

Nunca había dormido con alguien, así que parece que la virginidad de la que estaba tan orgullosa se esfumó anoche, y ni siquiera sé cómo terminé aquí y así, con este hombre. ¿Cómo es posible perder la virginidad y no recordarlo? ¿Siquiera lo disfruté? Frunzo el ceño y me regaño mentalmente, pues no debería estar pensando en eso. 

Lo importante es saber cómo terminé en esta situación, no si tener s*x* es tan bueno como todos dicen. Lo último que recuerdo es que me arreglé para ir a una discoteca con mis compañeros de facultad y que la estaba pasando bien.

¡Oh, por Dios! Siento que voy a entrar en pánico. Volteo a ver al hombre a mi lado y nuevas preguntas llegan a mi mente. ¿Usamos preservativo? Espero que sí, no quiero una enfermedad de transmisión sexual ni un embarazo.

Me siento en la cama suavemente, tratando de no despertar al atractivo desconocido de labios tentadores y abdominales perfectos. 

Mis pies tocan la suave alfombra de la habitación mientras busco desesperadamente mi ropa con la vista. No estoy desnuda, pero no puedo considerar "ropa" a las prendas que llevo puestas. Es una bata corta de tirantes, de seda blanca, y debajo no hay nada más. Ya me revisé.

Mi ropa no está aquí, pero sobre el respaldo de una silla hay un hermoso vestido blanco de novia, zapatos altos blancos y, en el tocador de madera, un velo. Observo con extrañeza esos objetos tan específicos y alzo la mano derecha para mirarla de cerca. En el dedo anular hay un hermoso anillo con una piedra preciosa que parece gritar "sortija de matrimonio".

No tenía la manicura hecha la última vez que me vi, menos aún he tenido una tan perfecta en la vida.

Camino sigilosamente hacia la puerta que supongo lleva al baño y, una vez adentro, observo mi reflejo en el espejo y sonrío.

—Estoy soñando, no hay otra explicación —me digo en voz baja mientras refresco mi rostro.

La lista de cosas absurdas desde que desperté es larga. Además, no siento molestias en mi parte íntima, así que, aunque esté casada, el matrimonio no parece haber sido consumado. El hombre en esa cama parece salido de una revista de modas; no lo imagino conteniéndose para no tener s*x*, un hombre así podría tener s*x* con la modelo que quisiera. Yo no estaría entre sus opciones.

Cepillo mis dientes con el cepillo rosado que encuentro junto al lavamanos y luego tomo un peine para organizar mi cabello. No creo que importe mucho en un sueño, pero, aun así, no puedo evitar tratar de ordenarme antes de regresar a la cama con el hombre que allí descansa. Me recuesto contra el marco de la puerta del baño y observo el lugar con cuidado, tratando de grabar la mayor cantidad de detalles posibles antes de despertar.

Había escuchado de sueños húmedos, pero nunca había tenido uno. Siempre pensé que empezaban con plena acción, pero parece que mi mente es meticulosa y extrajo de alguna revista o programa de televisión esta habitación perfecta y al hombre atractivo que yace en la cama.

—Bueno, Isabella, si este es un sueño, más te vale aprovecharlo antes de que despiertes. ¡No seas tonta! —me digo en voz baja, aunque con dos emociones opuestas: me divierte la situación, pero también estoy extrañamente nerviosa por lo que voy a hacer.

Subo a la cama y me acuesto al lado de este hombre. Está recostado de lado, así que me coloco en la misma posición y observo sus rasgos con detenimiento. Sin duda, es alto y debe hacer mucho ejercicio, a juzgar por su cuerpo bien trabajado. No puede ser solo genética.

Me regaño mentalmente por ese último pensamiento. Si el hombre es producto de mi imaginación, nada tiene que ver la genética; felicito entonces a mi imaginación por el excelente trabajo realizado. Levanto la mano con la sortija y delineo su rostro suavemente con la yema de mis dedos. Su piel bronceada es cálida y agradable al tacto. Paso mis dedos por su cabello y sus ojos se abren lentamente.

Quedo completamente estática y contengo la respiración cuando sus ojos color miel se clavan en los míos. Mi corazón se acelera como si fuera una niña a la que han descubierto haciendo travesuras. Me repito mentalmente que esto es un sueño y sonrío por lo tonta que soy al olvidarlo tan rápido, pero en mi defensa debo decir que se siente tan real.

—Buen día, esposa mía —me dice el hombre con mirada curiosa.

Le sonrío suavemente.

—Tienes una linda voz —digo, reconociendo lo profunda y agradable que se oye—. Buen día, marido con quien sueño.

Él también sonríe.

—¿Soy un sueño? ¿Estás segura? —me pregunta, y vuelvo a sonreír, recordando que estoy en un sueño y dándome cuenta de que, según parece, mi marido de ensueño me quiere hacer una broma.

Mis dedos vuelven a acariciar su cabello y luego bajan a su rostro para delinear su mandíbula, hasta llegar a sus labios. Él muerde ligeramente mi dedo y lo retiro, extrañada por lo real que se siente todo.

—Creo que deberías aprovechar para besarme antes de que te despiertes —dice el hombre de mis sueños con un gesto más divertido que antes.

No puedo negar que eso está en mis planes, pero estaba reuniendo coraje para hacerlo. Mi mente definitivamente hizo un excelente trabajo con la creación de este hombre, hasta le creó una personalidad fuerte, sin llegar a ser brusco. Me encanta.

Acerco mi rostro al suyo y cierro los ojos poco antes de que nuestros labios se encuentren en un beso suave y tentador. Mis manos terminan apoyadas en su pecho, mientras su brazo rodea mi cintura y me acerca por completo a él.

—¿Sigo pareciéndote un sueño? —susurra a escasos centímetros de mis labios.

—¿Qué otra cosa podrías ser? —pregunto, siguiéndole el juego a la divertida y excitante fantasía que estoy disfrutando.

Su sonrisa vuelve a surcar su hermoso rostro, y creo que me humedecí. A partir de aquí, según yo, era cuando debía iniciar un sueño húmedo.

2. ¿SIGO PARECIÉNDOTE UN SUEÑO?

—Voy a tener que sacarte esa idea absurda de la cabeza —susurra a mi oído, y pasa a morder suavemente el lóbulo de mi oreja.

Río al principio, al pensar lo bien elaborado que está este guion en mi cabeza.

Cada vello de mi cuerpo se eriza de gusto al sentir su respiración cálida desplazarse lentamente por mi cuello y rozar ligeramente la punta de su nariz en el trayecto. De forma inconsciente, levanto la cabeza para que el hombre de mis sueños pueda tener mayor acceso a esa zona, y eso parece gustarle. Lame, besa y succiona la piel de mi cuello en momentos, mientras yo solo cierro los ojos y me dejo llevar por el cúmulo de sensaciones que está generando en mí.

Mis manos vuelven a buscar su cabello para enredar mis dedos en él. Pequeños sonidos salen de mis labios sin permiso, pero ahora quiero volver a besarlo; necesito volver a probar sus labios. Eso se ha convertido en una urgencia. Halo ligeramente su cabello, echando su cabeza hacia atrás, y busco

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