
Pólvora y Sangre
- Genre: LGBTQ+
- Author: Cas Charlii
- Chapters: 26
- Status: Ongoing
- Age Rating: 18+
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Annotation
Cassian ha estado cuatro años encerrado en una Unidad especial del Gobierno y ahora tiene una misión importante, volver a la ciudad que le quito todo, enfrentar al amor que lo destrozo, para vigilar a toda esa gente que es una amenaza para Z.E.R.O. Freddy no confía en el regreso de Cassian y después de todo lo qué Cassian hizo años pasado lo quiere asesinar y por eso lo mantiene cerca de él. Ninguno confía en el otro, Cassia y Freddy actúan cómo si fueran amigos aunque se quieran asesinar en cualquier momento, pero poco a poco se vuelven más y más cercanos lo qué complicara la misión para Cassian y tendrá qué elegir entre su promesa de un año o sus sentimientos por el hombre que lo quiere matar.
Prefacio
Uno solo
Octubre 2020
Unidad Z.E.R.O
“El Diablo se esconde detrás de las imágenes más bellas…”
— Te dije que sería útil en su momento.
— ¿Crees qué está vez acepte? Cuando lo visitamos en Federal no lo aceptó.
— O creeme que está vez aceptara, mira todo lo qué pasó – suspira. – Alguien con el historial cómo el suyo no debe andar sin cadena y es una lastima que cayera con Alex Conway, porque básicamente nos lo dio en bandeja de oro.
— ¿Qué quieres hacer con él?
— A Conway mándalo a comer mierda y mantenlo alejado de este hospital, declara la muerte de Cassian o inventa alguna mierda, no quiero a nadie cerca de él.
— Tienes una idea en mente, quiero oírla.
Ambos miran a Cassian tendido en una cama, con un tubo de oxígeno, en estado de coma, sus quemaduras apenas y estaban sanando, y no se sabe qué otros daños pueda tener. Pero es el indicado para contrarrestar toda la mierda que la CIA tiene y que más de una vez ha tratado de erradicar, esa plaga que no hace más que multiplicarse cada vez qué han tratado de eliminarla.
— Pogo es el único que siempre tuvo en claro quién era el problema, él vio el verdadero rostro de Alex Conway – sonrió un poco. – Imagínate a él y al Diablo caminando lado a lado, juntos.
— Cassian y Russo – dijo fijando su mirada en el rubio.
La mera idea de tener a ambos controlados en un mismo cuerpo, compartiendo mente y con un solo objetivo, hacía sonreír a más de uno. Tendrían justo lo qué siempre han necesitado. El arma perfecta.
— Controlados.
— Tendríamos que hacer demasiadas pruebas.
— Y las haremos, pero esta vez bien, Conway y Pirce fueron malditas ratas defectuosas porque ambos se resistieron a ella, pero si él lo hace por voluntad propia.
— Será la mejor arma que Z.E.R.O podría tener.
— Y el camuflaje perfecto, sí bien somos especialistas en ser invisibles él no tendrá que hacer eso – se acercó al cristal para verlo mejor. – Toda su vida lo han tachado de inútil, mediocre, Conway mismo lo hizo sentir así, un policía que no servía para nada y cuando la mafia lo trato de mejor manera no dudó en cambiarse de bando. Lo seguirán viendo como el inútil y holgazán qué es, cuando realmente será la mejor arma.
El sonido de sus uñas golpeando el cristal, mientras se imaginaba todo lo qué él podría hacer. Vio las pruebas en la ciudad, la iglesia y el resto que estaba ahí, le encantó ver que él no llegó inconsciente como los demás, estaba consciente y soportando un dolor inhumano, tuvieron que usar sus sedantes más pesados para poder introducirlo al coma. Lo habían tenido en la mira desde que se ligó a Conway, querían saber qué mal tenía él para ligarse con alguien tan inestable e incontrolable, al principio llegaron a creer lo mismo qué el resto, solo un rostro bonito, sarcástico y muy coqueto, que no servía más que para crear problemas. Sin embargo, en cuanto empezaron a investigarlo, empezaron a sacar demasiada mierda, visitaron cada orfanato, las tumbas de sus seres queridos, todo registro de él y llegaron a lo qué buscaban, el porqué de todo… Russo. Y ahora estaba en sus manos, aparentando ser un ángel cuando en realidad es el mismo Diablo.
— ¿Cuánto quieres esperar?
— Dejemos que sus heridas sanen, que se recupere y hablaremos con su parte más razonable, pondremos nuestras cartas en la mesa y él decidirá qué parte del plan jugar – la miro. – Y quiero que te ocupes de esto, Clara.
— No habrá ningún problema.
Por primera vez Z.E.R.O sería paciente, dejarían que Cassian se recuperara cómo debía, prepararon todos los elementos para iniciar su despertar y cuando este lo hizo, sabían bien qué no sería Cassian al que se enfrentarían y tras explicarle lo ocurrido, dejaron que fuera él quien hablara. Ambos observaron cómo incluso con una camisa de fuerza lograba moverse con facilidad, tenía una sonrisa que parecía caracterizarlo como Russo.
— ¿Saben qué es lo qué más me jode de todo esto? Lo que me fastidia, lo que me jode – hizo una breve pausa. – ¡Es no haber tenido más tiempo para matar a esos hijos de puta!
— Te dejaremos todo el tiempo del mundo para hacerlo.
— Pero a su manera – levanto una ceja. – A Cassian no le gusta estar bajo órdenes y a mí no me gusta que le den órdenes.
— No lo estarán, aquí van a estar bajo un tratamiento y vamos a hacer que mejoren en todo, cuando estén listos, serás enviado a cavar lo que empezaste.
Escuchar esas palabras le gustaron demasiado así que aceptó. Z.E.R.O se hizo cargo de todo lo qué consiste en crear un arma, tal vez no era un niño fácil de manipular cómo suelen hacerlos, pero estaba por voluntad propia ahí y eso era lo que servía. Con los mejores bioquímicos del Gobierno crearon la droga y el suero que podría controlar a ambos con un “lavado de cerebro” daría paso a cambiar su química y sería controlada con una pastilla, podrían hacer de ambos un arma letal. Cassian el manipulador nato, Russo el psicópata perfecto.
— Es decir – dijo Cassian mientras miraba todas las armas sobre la mesa. – Nadie me da órdenes.
— Correcto.
— Si alguien de aquí me da órdenes, dejaré de tomar esas pastillas y cuando duerman les clavaré un cristal en el ojo.
— No habrá problema de ello – sonrió Clara.
— Entonces empecemos.
Cassian subió a esa cama de metal, dejó que le ataran piernas y manos, y cuando le pusieron el cinturón de cuero en la boca lo mordió con fuerza, cinco agujas fueron clavadas y le pusieron el mecanismo en la cabeza, las drogas fueron suministradas al mismo tiempo que el voltaje. El grito ahogado de Cassian apenas pudo escucharse, todo su cuerpo se tenso y más de uno de los que estaban mirando sonrieron. La fase uno había comenzado.
Las imágenes qué eran proyectadas en su cabeza eran de la horrible infancia que vivió en las calles, en los orfanatos o peor aún, su primera vez en el reclusorio. Para poder tener a Cassian controlado tenían que romperlo y era mostrando quien era, quien siempre había sido, y después tomar cada pieza y unirla a su modo, terminando el rompecabezas.
Pero había algo que a Z.E.R.O le jodía siempre todos sus planes. La capacidad de amar, de sentir de todas sus armas. Por más que les arrancaban el corazón, siempre lograban tener algo y eso jodía todo al final. Aunque en la situación de Cassian era algo que podrían explotar bien, Russo odiaba a Conway, y Cassian lo amaba con locura…si Russo tenía el control, Cassian no sería un problema aunque podrían romperlo, romper ese lazo y tener a ambos en un mismo plano.
— Tendremos un problema si se vuelve a ver con Conway, sí de algo estamos seguros es que el amor es una droga demasiado fuerte, mejor de las que tenemos aquí. No le creo cuando dice que ya no ama a Conway.
— De eso no te preocupes, me estoy encargando de que cualquier sentimiento por Alex Conway haya quedado bien enterrado en su corazón.
Para poder culminar el proceso había una prueba más. Su amor a Alex Conway tenía que culminar, tenía que ser eliminado de él de una vez por todas, así tuvieran que arrancarle el corazón.
<< —Soy tu puto jefe, soy yo el que manda, soy yo el que te dictamina qué tienes que hacer en la puta operación. ¡Tú, Cassian, eres un peón, y solo sirves para eso. Un peón.! >>
Cassian tal vez no pudo traicionar a quienes amaba, pero Russo sí pudo y era ese pensamiento el que necesitaban en Cassian.
Cuando Cassian despertó no entendía porque sentía un enorme vacío en su interior, cómo si le hubieran arrancado el alma, cómo si su sangre fuera veneno y cómo si su corazón estuviera roto. Le habían arrancado todos sus sentimientos hacía Alex Conway y crearon lo qué necesitaban… un arma sin humanidad.
Un año después…
— ¿Cómo te llamas?
— Cassian Winchester.
Castro levantó la mirada y la fijó en la mirada de Caasian, profundidades sin fondo, azul oscuro, qué la miraban con una determinación inquebrantable. Castro sonrió, palomeo algo en su libreta.
— ¿Cuándo es tu cumpleaños?
Hubo un breve silencio, Cassian sabía la respuesta. Más bien lo qué le dijeron decir, porque nunca supe a ciencia cierta su fecha de nacimiento, nunca tuvo un acta de nacimiento, así qué solo le asignaron una fecha y ese sería su cumpleaños. Castro lo miró un momento, estaba por hablar y recordarle cuál era su fecha de cumpleaños cuando él habló.
— 11 de mayo.
— ¿Cuántos años tienes?
— Cumplire 33 muy pronto.
— ¿Tienes familia?
— No.
— ¿Hermanos?
— No.
Castro volvió la mirada a la de él. Apretó con fuerza su bolígrafo y suspiró.
— ¿Qué era Horacio para ti?
La sonrisa de Cassian se borró, su rostro se ensombreció y se cruzó de brazos.
— Cassian, responde la pregunta.
— Mi hermano – dijo entre dientes.
— Ahora dilo como debe ser.
— No puedo – se levantó y pasó sus manos por su cabello. – Por seguir a ese muerto de hambre pasaron demasiadas cosas, ¡yo era siempre el que tenía que salir a defenderlos! Cassian lo consideraba su hermano, yo lo consideraba un estorbo y es una lastima que la explosión no lo haya tomado a él por completo.
Castro suspiró. Anotó la fecha y la hora, tercer intento fallido.
— Tienes que poner de tu maldita parte, porque estás retrasando más tu salida con los demás.
— Díselo a él, Castro, grítelo si es necesario, yo estoy harto pero este pendejo no pone de su parte.
— Russo, ya habíamos hablado de esto.
Durante ese año había logra identificar la mirada de ambos, uno era un un azul oscuro, profundidades sin fondo y el otro tenía un brillo, como si la luna se reflejara en el mar oscuro. Ahora estaba hablando con Russo.
— Será el último fallo, lo prometo Clara.
Clara salió de la habitación, hizo su informe, las pastillas estaban dando buen resultado, aún tenían que probar una fórmula pero había logra en menos de un año hacer que ambos convivieran como uno solo, lo único que lo diferenciaba era sus ojos, antes era el maquillaje de payaso que se ponía pero ahora solo tenías que mirar sus ojos y a menos que fuera alguien que lo conociera a la perfección diferenciaría entre Cassian y Russo. La pastilla lograba mantener a Russo “relajado” tenía pensamientos suicidas y homicidas, pero no tomaba un cuchillo y los mataba a todos, aunque se esforzaran por entrenar bien a Russo para que no dependiera de esas pastillas azules, conoce bien el efecto que causó en los otros y no quiere que la mejor creación que tienen dependa de esas pastillas. Mientras terminaba de redactar todo, alguien abrió su puerta y entró sin siquiera tocar.
— Este tipo está zafado, ¿cómo quieres que me haga cargo de él?
— Gonzalito, pasa por favor, eres bienvenido.
— No estoy para tu sarcasmo, suficiente tengo con lidiar con las hormonas del embarazo de mi mujer para que me reclames algo – se sentó frente a ella. – ¿Qué quieres que haga?
— Eres el mejor camaleón de Z.E.R.O y de la propia CIA, necesito que lo tengas vigilado y me digas de cualquier cambio que tenga, cuando ya estén en campo.
— Está bien – asintió con la cabeza. – Pero tendré que ver bien quien es ese Russo, para reconocerlo.
— Te haré llegar todo lo que tengo, pero te advierto, no le hace comparación a lo qué es en verdad Russo.
Gonzalo suspiró empezando a notar la carga en sus hombros.
Pasaron un par de días para que Castro volviera y está vez la conversación comenzaba a fluir mejor.
— ¿Quién es Horacio?
— Mi osito, mi hermano – sonrió. – Le di lo mejor que pude y ahora me alegra que sea independiente y tenga lo que siempre soñó.
— Perfecto Cassian – dijo con una felicidad notable. – Ahora, ¿quién es Alex Conway?
Era la pregunta más importante y dónde vería que tanto resultado tuvo lo qué hicieron con él. El hombre al que amo con todas sus fuerzas, el hombre por el cual se encadenó a toda esa mierda. Russo lo odiaba pero ¿y Cassian?
— Cenizas.
— ¿A qué te refieres con eso?
— Ya sabes, cuando amas a alguien es como una hoguera potente, pero cuando ese amor se acaba y la hoguera se apaga, solo quedan cenizas. Eso es Alex Conway para mí.
Castro puso la última anotación, estaba listo para empezar.
— Felicidades Cassian, vamos a salir de aquí.
— Antes, quiero hacerte una pregunta.
— Bien.
— Con esas pastillas ¿lograre no sentir nada por nadie?
— Oh querido con las drogas que te suministramos estamos arrancando lo qué tú o él pueden sentir.
— Perfecto, no quiero de nuevo problemas.
— No te preocupes, ahora ¿quieres dar un paseo?
Después de un año, Cassian por fin iba a salir y ser entrenado en campo, con personas reales, sentir la sangre cubriendo su cuerpo, la pólvora impregnada en su piel, esa sensación de todo su cuerpo entregado a una sola cosa… asesinar. Antes despertaba rodeado de cuerpos sin vida y siempre envidio eso de Russo, poder hacer lo que quería cuando él tenía que “reprimirlo” de cierta forma. Pero ahora estarían los dos libres, podrían hacerlo y recordarlo con lujo de detalle.
El resultado tan efectivo estaba provocando respeto y temor para ambos, ahora mismo, tras enviarlo a sus primera “misiones” todos se apartaban de él, cubierto de sangre cargando dos bolsas negras, se podría pensar que son bolsas de basura pero el rastro de gotas de sangre le hace creer que los altos mandos querían una “prueba” de lo qué había hecho. Habían convertido a un rostro bonito, en la máscara perfecta para disfrazar a un psicópata sanguinario.
Tres años después…
— Cassian – habló Castro y él lo miró. – Hoy es día de paseo.
La sonrisa que se le formó a Cassian era de satisfacción total, casi lo hicieron saltar de alegría. Salir de ese hospital era algo que le daba tanta felicidad porque sabe que era solo para una cosa, en el pasado él despertaba cubierto de sangre y rodeado de cuerpos que él no reconocía, ahora mismo él ve y disfruta hacerlo. Justo ahora, está cubierto de sangre, su pulso está acelerado, lleno de adrenalina, sus armas se quedaron sin balas, sostiene un cuchillo al que le gotea sangre. Limpia el cuchillo en su ropa y lo guarda en su estuche, cuando empieza a escuchar aplausos detrás de él.
Tras su buen resultado, Z.E.R.O dejó que Gustabo fuera parte de la CIA, aunque sólo tendría el “nombre” porque él pertenecería a Z.E.R.O totalmente.
— Estoy tan orgullosa de ti – dijo Castro con una gran sonrisa.
— ¿Lo hice bien? – dijo Cassian a la par que se acercaba a ella.
— ¿Bien? No, Casian, lo hiciste de maravilla – levantó una ceja y soltó una risita. – No me mires así, ya estás acostumbrado. Hiciste un trabajo de maravilla Cassian, incluso mejor que otros nivel 7.
Después de ese “entrenamiento” como suele llamarlo Z.E.R.O, se fue a duchar, el agua salía completamente roja y la pólvora seguía impregnada en su piel, cuando salió, se fue al complejo de la CIA dónde todos estaban entrenando, entró al restaurante y sonrió al ver a su amigo, se reunía con él para controlar el bajón de adrenalina y así se controlaba mejor Cassian.
— Cassian – sonrió al verlo. – ¿Dónde estabas?
— Ya sabes, entrenamientos secretos – sonrió divertido. – Y tú ¿cuándo dejarás el traje?
— El traje es parte de mí, déjame cabrón.
Los dos rieron un poco, Cassian conoce bien el trabajo de Gonzalo pero le gusta molestarle cada tanto sobre su maldito uso del traje, ha ido a misiones dónde se encuentra con pandilleros y él va vestido con un maldito traje.
— ¿Ya ordenaste?
— Te estaba esperando – llamaron al mesero y pidieron su cena. – Y bien, ¿cómo han ido las cosas?
— De puta madre, la verdad es qué he mejorado demasiado, siento que voy a estar en mi prime.
— Joder, eso me gusta mucho, por cierto este fin de semana nos espera mi esposa para cenar.
— Dile que estaré encantado de cenar con ustedes, Gonzalito.
Los dos rieron divertidos, hasta ahora era el único amigo que Castro le había presentado. Era como su único break fuera de todo eso y era como su escape de todo lo qué estaba viviendo. Gonzalo en algún momento del todo dejó de ver eso cómo su trabajo y lo conoció de verdad, su amistad ahora mismo era fuerte pero las cosas podrían cambiar…
— Y dime Cassian, ¿qué es lo que te va a ti? Casi nunca hablamos de eso.
Cassian suspiró y sin borrar su sonrisa lo miró. Aún tenía recuerdos de Conway, sabe que tuvieron una historia pero ha sido distorsionada.
— No me va nada Gonzalo, ni hombres, ni mujeres, el amor está sobrevalorado para mí.
— No me jodas Gustabo, el amor es lo mejor.
— Tal vez no es para todos, además tu esposa acepta todo esto de la CIA, es la mujer perfecta y muy pocos tienen esa suerte.
— Tal vez, no te cierres al amor Cassian, todos necesitamos algo fuera de este mundo de mierda.
— Para ti lo será, pero yo estoy más que condenado a esto.
Cassian se había arrancado el corazón hace mucho, el recuerdo de Alex Conway era algo que ya no le causaba ningún efecto, tal vez por su suplantación de recuerdos o el “lavado de cerebro” con las drogas, pero cómo los altos mandos decían, una cosa era pensar en el recuerdo y otra era enfrentarse al hombre que provocaba fuego en su interior.
Pasó la mayor parte de su noche con Gonzalo, estuvieron jugando cartas pero su juego fue meramente interrumpido por una llamada para Gonzalo quien tuvo que irse, Cassian decidió irse a su pequeño departamento cuando también fue llamado. Al momento de llevaron al último piso, supo qué algo grande iba a pasar.
— ¿Estás listo para regresar?
— Creí que nunca lo iban a decir – dijo con una enorme sonrisa.
— Enfrente tienes lo que debes saber.
Cassian tomó el expediente que tenía, Alex Conway y Freddy Pirce eran sus objetivos, así cómo la ciudad misma.
— ¿Enviaron a Freddy a matar a Conway? – dijo Cassian con el ceño fruncido. – ¿Quién tuvo esa idea de mierda?
— ¿Por qué lo dices?
— Freddy tienes sus razones y planes, sí yo soy un manipulador de puta madre ese es otro igual, pero eso ya lo saben – suspira y mira la información de Freddy. – Él no matará a Conway, no con su historial en la CIA. Lo enviaron a matarlo y darle información de su hijo, ¿creyeron realmente que lo haría? Freddy tendrá a Conway en la palma de su mano, le es útil para recuperar a su hijo y no hará nada, de eso ya se dieron cuenta – los miró. – Y ahora quieren que haga el trabajo que él no pudo hacer.
— No es solo eso. La ciudad es importante, enviamos a Alex a limpiarla pero parece que de nuevo hay caos en ella, es aquí dónde tú vas a entrar, tienes que hacerte amigo de todo el mundo, policías y criminales, porque cuando la bomba explote se fijaran en el único hombre que ha sido “amable” con todos ellos.
— Tienes que demostrar lo bueno que eres, el potencial que tienes, que estos cuatro años no hayan sido en vano, Conway y Pirce tienen que confiar en ti al grado de dejar la comisaría a tu cargo.
— ¿Saben qué en cuanto vean mi nombre se va a crear un jodido caos? – sonrió Cassian y se cruzó de piernas.
— Lo sabemos perfectamente, pero estás capacitado para ello.
— Me tomará un tiempo, pero les aseguro que tendré a Alex Conway y Freddy en la palma de mi mano.
Cassian estaba totalmente listo para eso, sabía el efecto que Alex Conway podría tener en él, así como Alex sabía el efecto que tendría cuando supiera que Cassian siempre estuvo con vida. Es como juntar el fuego y la pólvora.
— El trabajo inicial será cuidarlos, en especial a Alex Conway, no necesitamos que se le vaya la cabeza ¿sabes? Lo necesitamos tranquilo y qué dirija la ciudad, hasta que llegue tu momento.
— Perfecto, no habrá problema.
— Pareces muy animado con esto Cas – dijo Castro.
— Voy a salir de aquí y voy a cargarme a esos hijos de puta por fin, cúlpame por estar emocionado y ansioso por ello.
— Y tendrás un fiable compañero.
La puerta se abrió y Gonzalo entró con una sonrisa, Cassian le sonrió y supo que esta vez tendría a un compañero muy fiable y con quien se la pasaría muy bien.
Era momento de empezar el juego. ¿Quién tendría las cuerdas de quién?
Existe una Unidad llamada Z.E.R.O que se encarga de matar a todos los que ya no son útiles o son cuestionables en el Gobierno, Z.E.R.O se encarga de destruir todo lo que tienes desde tu familia más lejana hasta tu perro, eliminado todo tipo de rastro tuyo, hasta que te asesinan a ti. Pueden empezar desde hacerse pasar por tu hijo perdido, hasta el amigo que consideras un hermano, aquí todos son piezas en un tablero que son eliminadas cuando ya no sirven.
¿Recuerdan el asesinado de John F. Kennedy? Había una conspiración sobre Z.E.R.O pero como toda conspiración nada se confirma. En esta vida nadie está a salvo, cada paso tuyo es vigilado y cuando dejas de ser útil para alguien, eres eliminado.
Alex Conway me condenó a esta vida, a este mundo y es por eso que acepté estar en esto. Aquí si soy útil. Soy un nivel 7 y eso significa no morir. Ahora estoy aquí de nuevo, tomando lo que es mío y con el poder que necesito y siempre quise.
El amor solo me demostró que es una debilidad, una carga que nos jode demasiado. Me arranqué el corazón, ahora soy lo mejor que pueden tener. Un arma sin humanidad, un arma en toda su plenitud. Dispuesto a acabar con lo que empecé sin importar cuanto daño y caos cree.
He estado solo desde lo los 6 años, he sido un criminal desde los 16 años, estuve en el reformatorio tres veces, me sacaron de la milicia por mal comportamiento, nunca fui de los que siguieran la ley, sin embargo llegar a Los Santos se volvió mi condena, para no dejar solo a Horacio tomé una placa y me volví policía pero no tarde en relucir mi verdadero rostro, me enviaron a la Federal, un policía con uniforme naranja por dos años y fue en ese momento qué mi vida se arruino. Haber ido a poner una denuncia en esa comisaría fue lo peor que pude hacer, mientras que mi compañero conoció al amor de su vida yo conocía el error de mi vida.
¿Quién soy?
Mi simple nombre causa revuelo. Mi nombre causa una explosión. Mi nombre hace perder la cabeza a más de uno. Yo soy Cassian Winchester.
Capítulo 1
“Este es el final, respira, cuenta hasta diez, siente el movimiento de la tierra y escucha mi corazón estallar de nuevo…”
Tiene que ser imposible. No. Yo he revisado esto más de una vez y esto no aparecía… mi corazón se detiene, las lágrimas pican mis ojos y los recuerdos me ahogan de la nada. ¿No está muerto?
<< — Cassian está muerto, su cuerpo está perdido y punto final.
— Él no está muerto – me niego.
— Lo está, ahora lárguese. Cassian ha muerto, siga el camino o nos encargaremos de que vuelva a tomar esas pastillas azules. >>
El dolor me invade, miró el tatuaje aún que tengo en mi dedo anular. Cuando lo hicimos, cuando éramos sólo él y yo, Cassian y…
— Abre los putos ojos, este no debe ser el mismo Cassian, él ya no es tu Cassian – me grita Freddy.
— Freddy… no puedo con esto.
Me aparto de él y salgo de la comisa