
Consumida
- 👁 381
- ⭐ 7.5
- 💬 892
Annotation
¿Alguna vez has sentido que estás segura con algo que sabes tarde o temprano te va a lastimar? Yo lo hice y no sé si fue la mejor idea que tuve y tampoco sé si me arrepiento de haberlo hecho. Yo tuve una salvación, tuve una perdición e incluso creo que tuve una adoración. En mi historia no estoy segura de muchas cosas, una de mis principales características siempre ha sido ser indecisa y dudar de todo, pero, fallé... Fallé cuando me entregué a un mundo que no era el mío sin dudar, cuando permití que mi inocencia se corrompiera, pero, ¿Quién puede culpar a una joven que solo se metió dónde no debía? ¿Y como iba a saber yo que mi monotonía iba a acabar con aquel suicidio?
CAPITULO 1
—No, no te acompañaré para volver a escuchar tus malditos gemidos—niego cruzando los brazos. —¿De que hablas? Mis gemidos son gloriosos—lleva una mano a su pecho haciéndose la ofendida.Mi amiga castaña acomoda sus lentes sobre su perfilada nariz y ahora lleva su atención a Tony, mi otra amiga. —Lo siento, tengo parciales para el lunes y debo estudiar sino perderé mi semestre—niega tomando un sorbo de su batido de fresa. Noto como la sonrisa de Cordy decae un poco al darse cuenta que esta vez ninguna de las dos la acompañará en su travesía para llevar a la cama a su nuevo novio del mes. La última vez que la acompañé me tuvo en su sala comiendo helado mientras escuchaba sus gemidos en su habitación porque no había llevado mis audífonos. —Vamos, saben que mis papás solo me dejan estar con ustedes en casa—hace un pequeño puchero en nuestra dirección que debo admitir se le ve adorable, pero la idea no convence a mi mente—Cuando ustedes tengan novios yo les prestaré mi casa si quieren, pero por favor ayúdenme, no quiero perder a Calum. Calum es el chico del cual mi amiga castaña lleva enamorada desde que la conozco, pero este nunca le había prestado atención hasta hace unos cinco meses atrás que bailaron en una fiesta. Cordy nunca ha sido mujer de un solo chico porque siempre se excusa con que debe vivir su juventud, pero desde que anda con Calum ella solo habla de él y de cuanto anhela que por fin estén juntos. —Si él se aleja de ti por eso entonces no vale la pena—comento mordiendo un trozo de mi sándwich. Tony me señala de acuerdo.—No lo entienden, más que eso yo quiero estar con él. —Te hace falta el sexo por serle fiel—inmediatamente mi amiga asiente en afirmación. —Esta bien, pero más te vale esta vez sí haya audífonos para mí—acepto finalmente. —¡Ay, te amo, gracias, gracias! —mi amiga me abraza de lado y deja un casto beso en mi mejilla.Tony y yo sonreímos ante la emoción de la castaña. Ambas sabemos que esta no es una más de sus ilusiones con un chico que solo se la quiere llevar a la cama, Calum me da buena espina y espero este si sea su ser amado por fin, no soportaría tener que estar en su cuarto escuchando Olivia Rodrigo y con ella llorando a mas no poder de nuevo. A diferencia de Cordy, Tony y yo no somos de estar pendientes a los chicos. La última relación de Tony duró tres años y tuvo que separarse de él porque le empezó a hacer daño emocional gracias a sus cambios físicos, su ex todo el tiempo le estaba criticando su físico y luego ella abrió los ojos y se alejó de él, terminando en una depresión muy profunda que pasó sola, o eso nos contó ya que cuando llegó a la ciudad ya había pasado por eso. Mientras tanto yo, soy chica de una noche que se acuesta con desconocidos de los cuales no vuelve a saber más sin importar cuan pequeña sea la ciudad. Lo admito, una vez me enamoré y gracias al final de eso nunca más volví a creer en las estúpidas palabras de romance de alguien, por eso solo me follo a cualquiera que me guste en una fiesta o en algún lado. Yo nunca he perdido la esperanza de enamorarme y conocer a alguien que en verdad merezca mi lado más dulce y romántico, pero por el momento no planeo tener nada romántico en mi vida. Por ahora me conformo con el amor que mi gata, mi padre y mis amigas me brindan. —Por cierto, el próximo viernes me invitaron a una fiesta, ¿quieren venir? —pregunta Cordy sin permitir que entre nosotras haya mucho silencio. —Claro que si—contestamos al unísono para luego reír.Cordy y Tony son las únicas amigas que tengo desde que me mudé a este lugar. Cuando llegué a la primera que conocí fue a Cordy, con quién llevo unos seis años de amistad, luego Tony con quién llevó unos cuatro años de amistad. Todas tres terminamos juntas el instituto y desde entonces hemos seguido en contacto y tan unidas como en nuestra adolescencia.La juventud de todas nosotras ha sido una montaña rusa que nos ha dejado muchas enseñanzas, pero en la que siempre hemos estado la una para la otra y pasamos las penas juntas. Mi tarde transcurre con mis amigas en el café, hasta que llega la noche y con ella la hora en que cada una deba separase y dirigirse a sus casas para continuar con nuestras obligaciones. Cordy y Tony tienen sus estudios, yo tengo un trabajo que no puedo perder. El transcurso del café a casa dura alrededor de 20 minutos caminando, lo cual para mí es bueno porque la noche es fresca y la quiero disfrutar caminando. Me distraigo viendo mis pies tocar el asfalto mientras camino suavemente sin muchos ánimos de pasar un viernes en casa, pero sin otra opción. Cuando ya me canso de ver mis pies, levanto mi mirada hacia los edificios, viendo como algunos se encuentran decorados con cosas de Halloween debido a la fecha. Calaveras y murciélagos empañan mi vista a mas no poder. —Buenas noches, Fed—una voz a mi lado llama mi atención al mencionar mi nombre. —Buenas noches—contesto a aquel hombre de aspecto deplorable—¿Qué tal te encuentras, Roger? —noto enseguida lo estúpida que sonó mi pregunta.Roger es un hombre que mis amigas y yo conocimos una noche que caminábamos ebrias a casa, recuerdo que esa noche lo golpeamos pensando que era un pervertido o que nos quería robar, pero resulta que él solo intentaba ayudarnos a llegar sanas ya que vio nuestro estado. Es uno de esos hombres que la vida y el mundo no lo han tratado de la mejor forma debido a su adicción a las drogas que le costó el que ahora sea un habitante de calle. Mis amigas y yo una vez lo intentamos llevar a un centro de rehabilitación, pero no demoró mucho cuando estuvo de nuevo en ese mundo de mierda que son las drogas. Pero nadie lo puede juzgar, por lo general las personas lo tratan muy mal y es muy poco el calor de empatía que goza diario.—No sé si afortunadamente o desgraciadamente vivo—responde este sin más—¿Y tú?, ¿Qué tal Cordy y Tony?—Bien, al igual que ellas—lo veo sonreír débilmente y vaya que mi corazón se afloja de cierta forma al verlo así cuando hicimos lo posible por ayudarlo y aún sigue tan hundido. —Les das mis saludos cuando las veas—asiento en respuesta devolviéndole la sonrisa gentilmente—Ten mucho cuidado, estas calles no son las más seguras llegada la noche—nuevamente asiento mientras él pasa a mi lado—Pero en si el mundo mismo no es seguro—dice en voz baja antes de desaparecer por el camino contrario al que me dirijo. No reparo mucho más tiempo en Roger y termino mi trayectoria rumbo a casa observando cada rincón de esta conocida ciudad, siendo todo tan monótono como es mi vida hace tiempo, pero aún así siendo suficiente para mí. Llegué a este lugar en busca de mejores oportunidades para mis estudios, luego de que se convirtiera en mi hogar, me quedé viviendo sola para permitir a mi padre cumplir sus sueños...sueño que ahora cobra mis estudios y solo me permite trabajar para sobrevivir. Pero mientras él sea feliz, yo lo seré. Al llegar a casa, lo primero que hago es buscar a mi gata Farah para acariciarla entre mis brazos y alegrarme con sus ronroneos.—Espero no hayas hecho desastres en mi ausencia, querida—le reprendo mientras la dejo sobre el sofá. Ella maúlla en protesta debido a que disfruta mucho la atención. Me dirijo a mi habitación con Farah siguiendo mis pasos, me tiro en mi cama observando el techo, mientras ella toma lugar en mi pecho. Sé que si sigo perdiendo el tiempo llegaré tarde al trabajo, pero es que me gusta apreciar un tanto la tranquilidad con la que vivo, sin muchas más preocupaciones que trabajar, atender las necesidades de Farah y que mi papá no se de cuenta de que le miento todo el tiempo. Mi celular suena en el momento en el que pienso en mi padre, mostrando su nombre en la pantalla, solicitando una videollamada. Acepto de manera inmediata con la mejor sonrisa en mi rostro porque ya llevaba casi dos días sin hablar con él. —Luz de mi vida, hija adoraba—su rostro se ilumina en mi pantalla con una gran sonrisa que me llena de impulso a seguir con mi vida así no haga mucho con ella. —Hola papi, ¿Qué tal? —acaricio a Farah con una mano mientras sostengo en la otra mi celular. —Lo llevo todo, hija mía, paso todo el tiempo ocupado. Disculpa no haberte llamado antes—observo de fondo su oficina. Él luce tan apacible como siempre, con su cabello castaño cubierto por un gorro, sus lentes sobre sus ojos grises, su inseparable abrigo y aquella bufanda que ambos tejimos antes de que partiera hace tiempo al polo norte, tan lejos de mí. —No te preocupes, entiendo—contesto luego de unos segundos. —¿Qué tal tú?, ¿Cómo te trata la vida universitaria? —mi cuerpo se tensa ante aquellas palabras. —Bien, de hecho...—mis palabras quedan en el aire al ver como la llamada empieza tener interferencia y de la nada simplemente termina. No sé si agradecer o si querer llorar por lo que acaba de pasar. Desde hace ocho meses engaño a mi padre con que me gané una beca y estoy estudiando aquella carrera de psiquiatría que tanto quería cuando él se fue, pero que no pude estudiar por falta de recursos y que por más que he intentado buscar la forma no he podido. La única forma sería si mi padre me ayudara, pero eso sería implicar que vuelva, y puede que llore todas las noches sintiéndome sola y extrañándolo mas que a nada, pero cada que veo cuan feliz le hace su trabajo simplemente no puedo permitirme ser tan egoísta. El sueño de mi padre siempre fue hacer sus investigaciones sobre ballenas en el polo norte y poder por fin ejercer su profesión como biólogo marino, la cual tuvo mucho tiempo estancada en el proceso de mi crianza gracias a que toda su vida fue padre soltero ya que mi madre murió cuando yo tenía solo dos años y desde entonces solo dedicó su vida a mi y a mi felicidad sin importarle la suya. Noto la hora en el pequeño reloj que cuelga de la pared, así que me apresuro a bajar a Farah de mi pecho y poner algo de música mientras me arreglo para ir a mi insufrible trabajo por el cual sigo viva y con un lugar donde vivir. Alrededor de las ocho y quince dejo la comida de Farah en su lugar y salgo de casa con la posible advertencia de lluvia en mi celular, cosa normal en este maldito octubre. Sabiendo que voy quince minutos tarde de nuevo, me obligo a tomar un taxi hasta el casino.Luego de unos quince minutos o más, mi destino se anuncia con un gran letrero brillante. ILUSM es uno de los casinos mas frecuentado de la ciudad debido a que también hay muy pocos, aquí trabajo hace alrededor de unos ocho meses. No soy muy fan de mi trabajo, pero no es nada difícil y recibo una paga justa que me hace sobrevivir. El lugar es amplio y lujoso, con maquinas por todos lados, trabajadoras en uniforme y meseros en patines, un bar con bebidas que valen hasta más que tres meses de mi trabajo y que todos estos clientes adictos a las apuestas pagan sin siquiera pensarlo. La música suena de manera no muy fuerte, el sonido de las maquinas y los gritos emocionados de los apostadores son el poderío del lugar. —De nuevo tarde, Fed—mi jefa sostiene un tablero en su mano en el cual anota cosas sin siquiera mirarme.—Pero nunca faltando—respondo sin mucho animo como todas las veces que llego tarde. —Es la tercera vez en el mes que llegas tarde—le escucho decir mientras suelto mi cabello y paso mis dedos entre este para que se vea más presentable—Aprecia más tu trabajo, no cualquiera puede trabajar aquí.—No cualquiera quiere trabajar aquí—digo más para mi que para ella. Ya sin más que discutir ella se aleja y yo tomo mi pequeño podio frente a algunas personas dispuestas a ganar dinero jugando bingo, este mismo que es una estafa y solo gana quién haya pagado más. La verdad sacar balotas y esperar que alguien grite bingo es algo muy aburrido, pero al parecer es a lo que más puedo aspirar siendo una joven sin estudio y sola en una ciudad sin mucho entretenimiento.—Fed, te necesito en la mesa de póker ahora—las palabras de mi jefa me sorprenden un poco debido a que nunca me piden esas cosas, pero es mejor eso que seguir sacando balotas y repitiendo hasta tres veces todas la balotas que han salido porque a algún anciano se le pasó anotar. Llego a la mesa de póker donde hay siete personas entre ellos cinco hombres y dos mujeres. Observo las apuestas que ya están hechas, pero también noto que en la mesa solo participan tres hombres y dos mujeres.Los jugadores reciben sus dos cartas iniciales y yo solo me quedo atenta sin entender muy bien para que me llamaron. Las apuestas suben luego de que cada uno conoce sus dos cartas sin aún conocer las cartas comunitarias que se van a ofrecer. —Ayúdame a que ninguna de las mujeres gane—mi jefa susurra en mi oído para que solo yo pueda escuchar y sin más me entrega un grupo de cartas. Quedo confundida antes su pedido porque ya conozco que este juego también es una estafa, pero estoy acostumbrada a hacer trampa en un bingo, no repartiendo cartas de póker. Ni póker sé jugar del todo. —Vaya, si que tienes confianza—uno de los hombres en la mesa asegura. —Y tú si que te ves asustado—responde una mujer mientras lleva una copa de champán a su boca y da un sorbo.Me dispongo a dejar en descubierto tres cartas comunitarias más y noto como cada uno hace sus apuestas. Uno de los jugadores se retira quizás sabiendo que no podrá igualar la siguiente apuesta, dejando solo así ahora cuatro jugadores. —Que decepción—afirma ahora un hombre de canas mientras sube la apuesta. Noto en el rostro de su amigo una enorme sonrisa mientras iguala su apuesta. Una de las mujeres se retira sin poder igualar la apuesta y se alivia mi interior sabiendo que ya solo debe perder la otra mujer. Pero al observar como mantiene su cara en seriedad, noto que esta mujer es quizás alguien con mucha suerte para tener una buena mano o que tiene el dinero suficiente para subir la apuesta hasta que los dos hombres se retiren y así ella quedarse con el bote. Pongo ahora la cuarta carta comunitaria sobre la mesa y las apuestas totales suben, haciendo que ahora en juego solo quede una de las mujeres y el hombre. Siento la presión caer sobre mí, pero al llevar mis ojos a mi jefa, encuentro como en sus labios se formula una "a", lo cual entiendo completamente. Bajo mi mano de la forma más disimulada que puedo, pero siendo simplemente yo, dejo caer todas las cartas al piso junto conmigo. Los malditos tacones me hacen perder el equilibrio, haciéndome caer de culo sobre el piso. —¿Se encuentra usted bien, señorita? —la mujer que salió del juego hace un momento se acerca a mi ofreciéndome su mano. La acepto apenada porque sé que con estos malditos tacones del infierno no me podré levantar sola. —Sé más cuidadosa, Fed—mi jefa se acerca a mi para ayudarme a recoger las cartas rápidamente y seguir con el juego.—Discúlpenme, ya podemos continuar—acomodo mi vestido y siento la mirada pesada de los presenten sobre mí, pero solo me dispongo a poner la última carta sobre la mesa.El hombre sonríe victorioso, viendo que esa mano que tiene le podrá ganar a la mujer y la cual no hubiese podido obtener de no haber sido por mi estúpida y casi fingida caída. Mi jefa solo se acercó a mi para pisar una de las cartas que el hombre necesitaba para ganar el bote. —No debiste apostar tu vida en un juego, preciosa—el hombre triplica la apuesta ya hecha sobre la mesa, sorprendiendo incluso a su amigo, quién traga seco sin siquiera disimular. Yo me percato más en sus palabras que en su apuesta, no diferencio si habla en serio o quizás es solo una metáfora. —¿Pero de que hablas? —mi atención la tiene ahora la mujer. La mujer es una chica de cabello negro azabache y liso que cae sobre su espalda, tiene una piel blanca que hace relucir el suave tono de su labial rosa que combina con el color verde atrapante de sus ojos. Noto como su postura se mantiene relajada en todo momento, acentuando sus curvas y facciones delicadas y serias bajo cada mínimo movimiento que hace. —La vida misma es un juego—no puedo evitar preocuparme ante su cara y postura impenetrable. Esta mujer luce tan segura de lo que hace que asusta y atrae de cierta forma. La mujer sin más iguala la apuesta del hombre y confieso que no sé si me encuentro más ansiosa que los demás en la mesa. Estoy segura que el hombre tiene el bote ganado gracias a que hizo trampa, pero la seguridad que esta mujer emana es demasiado preocupante, tiene una indescifrable cara de póker. —Pues en ese caso creo que perdiste—el hombre toma de un solo trago su whisky, demostrándome que no soy la única que está nerviosa gracias al rostro implacable de la mujer. Espero un instante por si alguno de los jugadores subirá la apuesta, pero al ver que ninguno decide hacerlo, anuncio: —Jugadores pueden mostrar sus cartas.El primero en hacer lo dicho es el hombre, mostrando así una buena mano con dos ases, un siete de corazón, un dos de trébol y un cuatro de picas. Sé que la mujer aún tiene oportunidad de ganar, pero siendo este un juego ya con trampa no creo tenga muchas posibilidades, pero al voltear sus cartas me sorprendo completamente. Una limpia mano de dobles pares con un par de seis, un par de nueves y un as de pica demuestran que definitivamente esta mujer sabía lo que hacía. El hombre no disimula su cara de sorpresa ante lo que es testigo y simplemente se levanta de la mesa sin decir nada y a pesar de que su perdida no haya sido mi culpa, me asusta ver que haya perdido ya que yo estaba encargada de que ganara. —Buen trabajo, pero recuerda que un buen jugador le puede ganar hasta a la trampa—afirma la mujer ganadora mientras se levanta de la mesa también. No estoy segura de sí habla conmigo, por lo que tengo que volver mi atención total a ella. —¿Disculpa?—Te disculpo—me sonríe para luego tomar un sorbo de su champán—De no ser por ti no hubiese ganado—acto seguido remanga un poco el pliegue de su vestido negro y saca de allí una carta que pone boca abajo sobre la mesa. —Entonces en este caso no hubo un buen jugador—afirmo tomando la carta que puso sobre la mesa para luego enredarla con el resto sin siquiera mirarla. —Lo hubo, pero un buen jugador para la trampa y los engaños, no una para el póker—me levanta levemente su copa en sentido de brindis y sin más simplemente se aleja meneando sus caderas. La figura y porte de aquella mujer demuestra seguridad por doquier, nunca la había visto en el casino por lo que supongo debe ser alguien que viene de pasada a la ciudad, personas de afuera vienen muchas veces de visita al casino solo por diversión y ganar dinero, como creo es el caso de esta mujer. La observo un minuto más solo pensando como hizo para tomar aquella carta y ponerla en su mano para hacerla ganar. Es entonces cuando mi atención se fija en la otra mujer a su lado y recuerdo que fue la primera en acercárseme cuando caí, seguro fue allí en el momento que esta mujer tomó la carta ya que estábamos distraídos. Ahora entiendo porque dice que la ayudé, aunque en realidad el trabajo lo hizo esa mujer de cabello castaño y corto que camina a su lado, la cual si no detallé mucho y creo ya es tarde para hacerlo. Sin muchos ánimos continuo con mi trabajo, regresando a cantar bingos en la esquina más aburrida de todo el casino. La inusual pregunta de porque querían que yo ayudara a ganar a aquel hombre pasa por mi cabeza un par de veces, pero descarto el pensamiento de que la simple respuesta es que el encargado de eso no está presente desde hace un rato. El tiempo que resta de mi trabajo me toma unas horas hasta que se hacen alrededor de las once de la noche y simplemente cambio los estúpidos tacones por unas sandalias bajitas que traigo en mi bolso todas las noches para descansar mis piernas y prepararme para la relajante caminata. Al salir del casino la lluvia torrencial de octubre y el frio de la noche me abrazan en su manto, así que sin más solo saco mi paraguas y me dispongo a caminar hasta mi casa donde espero dormir hasta las diez de la mañana sin hacer más nada con mi vida. Una canción que desconozco retumba por mis audífonos a medida que camino calles abajo tratando de no caer ante los resbaladizas que son las sandalias con el agua en sus suelas. Me aburro de aquella música que no sé ni de donde la obtuve, por lo que saco mi celular para poner pausa y apreciar simplemente el sonido de la lluvia y la soledad de las calles debido a la hora. Ya me encuentro cerca de casa por lo que puedo hacer el resto de camino en tranquilidad de que nadie me robará o violará, no es que viva en un barrio tan peligroso y en esta ciudad a pesar de todo tampoco es que abunde mucho el peligro. Efectivamente no demoro mucho en llegar a casa. Me sumerjo en el ambiente calentito de mi hogar y como siempre que llego, la primera y única en recibirme es Farah, quién se frota sobre mi pierna ronroneando por cariño. —Hola, mi niña preciosa, ¿Qué tal tu soledad en casa? —la tomo en brazos y dejo un beso en su cabeza—Tuve un día normal, hoy repartí cartas y vi un juego de póker muy raro—le cuento aún sabiendo que no me va a contestar. Subo las escaleras con Farah en mis brazos, contándole mi día y desahogándome cualquier estupidez que se me pase por la mente. Al llegar a mi habitación simplemente vuelvo a poner música y voy al baño mientras Farah espera por mi en la cama, lista para dormir junto a mí y desaparecer en la mañana a hacer quién sabe que cosas hacen los gatos. Canto las canciones que suenan desde mi computador mientras dejo que el agua me relaje y el frio me llene gracias a la lluvia que aún cae y suena en el techo. Al salir me visto con mi pijama mientras bailo suavemente y le sigo cantando a Farah. De alguna forma u otra trato de mantenerme activa y positiva en mi vida, con una buena vibra que no permita que me apague a pesar de lo sola y aburrida que me siento a veces. Básicamente trato de hacer de la monotonía algo agradable. Mi padre me enseñó que nunca debo dejarme derribar sin importar cuantas piedras haya en el camino para tropezar, él es mi ejemplo para continuar con mi aburrida vida, no quiero que haya perdido su tiempo criando a alguien que solo se rinda por la monotonía. Salgo nuevamente de mi habitación con mis pies descalzos y bajo las escaleras rumbo a la cocina por algo de comer antes de dormir y así no me despierte temprano con hambre. Abro mi nevera encontrando en ella leche y sé que el alguna de las alacenas debe haber cereal, nunca es mal momento para que alguien super independiente coma cereal con leche.Efectivamente un momento después de buscar en las alacenas encuentro la pequeña caja de cereal con el suficiente para la leche que tengo. Procedo a tomar uno de mis platos de porcelana para servir el cereal y luego echar la leche que quedaba. Tomo el plato en mis manos para regresar a mi habitación, pero no soy capaz de sostenerlo en mis manos cuando me doy vuelta. Siento el frio de la leche llegar hasta los dedos de mis pies, pero mi vista no se despega de la figura frente a mí. —¿C-como entraste? —formulo tratando de regular mi respiración asustada. —Por favor, ayúdame, Fedra—él avanza unos pasos, manchando el piso con el barro de sus botas.—Tú...—mis manos tiemblan y retrocedo hasta que el mesón de la cocina golpea mi cadera—¿Qué hiciste?—No es lo que crees, yo lo juro—gruesas lágrimas brotan de sus ojos, mezclándose con su mojado rostro. —Vete de mi casa—le pido suavemente, sin saber del todo que hacer.Siento el suave ardor en mi pie, por lo que sé que posiblemente haya pisado algún trozo del plato que partí, pero eso es lo que menos me interesa ahora. —No, tú dijiste...—me apunta con el arma en su mano, un grito ahogado sale de mí y bajo mi cabeza mientras aprieto mis ojos llenos de lágrimas debido al susto—Tú dijiste que me ayudarías, Fedra. Eres mi única amiga.—Por favor, vete—le suplico, pero él sin hacerme caso solo se acerca más hasta que queda frente a mí.—Tienes razón, no debo ser tan egoísta como para enredar a una de mis únicas amigas en esto. Una luz tan bonita como la tuya no merece ser consumida por la oscuridad—noto como su mirada se encuentra perdida mientras habla. —¿A quién mataste? —pregunto temerosa ante la respuesta. Su figura gotea agua debido a la lluvia, sus botas y ropa se encuentran llenas de barro y hay sangre en sus manos, en su rostro y en su ropa también. —No maté a nadie...—ríe, lo cual me asusta aún más—más que a mi mismo—con su mano libre pone lo que observo es una bolsa en mi mano, ensuciándome de sangre a su paso, pero no presto mucha atención a eso. Mi atención se va por completo a su rostro lleno de lágrimas cuando apunta su arma a su cabeza. —¡Roger, no...Un disparo suena acabando con todo. El cuerpo de Roger cae sin vida al suelo de mi cocina y yo solo me quedo observándolo sin saber que hacer o que mierda acaba de pasar.
CAPITULO 2
Luego de que Roger se suicidara literalmente frente a mí, lo primero que hice cuando salí del shock en el que estaba, fue llamar a Tony y Cordy, les conté todo lo que pasó, pero algo en mi mente simplemente no me permitió contarles de lo que me entregó Roger antes de acabar con su vida. Aquel paquete lo escondí como pude en casa y a pesar de lo misterioso que es.
Un día tan monótono terminó siendo el peor día de mi vida. De haber sabido que esto pasaría no hubiese bajado de mi cuarto por ese maldito cereal y simplemente me hubiese ido a dormir con Farah.—¿Ya nos podemos ir? —pregunto sin poder soportar otro momento más en este lugar. La imagen de Roger frente a mí con el arma apuntándose y su cuerpo tendido en el piso lleno de sangre y suciedad se repite mil veces en mi mente. Estoy segura que eso es algo que definitivamente nunca olvidaré y me atormentará por mucho tiempo, pero que espero pueda aprender a vivir con ello rápido.Tengo miles de