
Los secretos del CEO
- Genre: Billionaire/CEO
- Author: Samanta Leoni
- Chapters: 119
- Status: Completed
- Age Rating: 18+
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- ⭐ 7.5
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Annotation
En el escenario de una próspera empresa internacional, Katia, una madre soltera resistente y decidida, lucha con las cicatrices emocionales de ser abandonada por su ex pareja. Su amor por su hijo es su fuerza motriz, pero su pasado traumático la deja vulnerable, incapaz de soportar estar encerrada en un ascensor, desencadenando una feroz animosidad hacia su jefe, Stefan. Katia y Stefan, ambos guardando secretos profundos, comienzan en un enfrentamiento de voluntades en las altas torres de la empresa. Aunque él es conocido por su carácter frío y distante, ve más allá de la fachada de Katia, encontrando una chispa de ternura y comprensión dentro de su corazón herido. Mientras ella lucha con sus propias inseguridades, Stefan busca constantemente formas de derribar el muro que ella ha construido, dedicando tiempo y atención para hacerla sonreír. La relación entre Katia y Stefan se vuelve un ballet emocional cautivador, mientras las chispas de conflicto y química vuelan en la oficina. A medida que los sentimientos florecen, el regreso inesperado del ex pareja de Katia añade capas de complejidad a su viaje, generando tensiones adicionales entre los dos amantes.
Chapter 1
El despertador sonó y maldije por lo bajo, sintiendo de alguna manera que hoy sería un pésimo día.
Todos los días me levantaba temprano para poder preparar a mi hijo y que este pudiese ir al colegio. Como cada mañana, miraba la foto del hombre que tenía en la mesita de noche.
Lo echaba de menos y no entendía el porqué se había marchado.
Tomé el marco que tenía la foto y me quedé mirándola. Ya habían pasado tres años desde que él se marchó y no podía evitar preguntarme el motivo de su partida.
Dejé el marco de nuevo en su sitio y me levanté de la cama. Tomé la liga que había en la mesita de noche y me recogí el cabello, mientras me dirigía hacia el baño.
Salí y a dos puertas de la mía, estaba la de Adrien, con pegatinas de dinosaurios. Entré en esa puerta y me quedé mirando al niño que dormía sobre sábanas de dinosaurios. Sonreí dulcemente y me acerqué a la ventana que estaba enfrente de la cama del niño para subirla y ver su reacción.
Él apretó los párpados, se echó el brazo por encima de los ojos y remoloneó.
“Todas las mañanas lo mismo” pensé con ternura, mientras me acercaba a la cama. Me senté en el filo y le dije:
—Vamos, Adrien, vas a llegar tarde al colegio.
—No quiero —dijo medio dormido.
—Mamá tiene que irse a trabajar y no puedes quedarte solo en casa.
—La tita Jackie se queda conmigo —se quitó el brazo de sus ojos.
—La tita Jackie también tiene que trabajar —le acaricié la barriga— Vamos, dormilón. El papá de Darío va a venir a por ti y debes estar listo para cuando venga. No podemos hacerle esperar.
Mi niño abrió los ojos de manera perezosa.
—Mami, ¿me prometes que luego vamos a ir al parque?
—Claro, pero primero tienes que hacer lo que mami diga —le di suavemente en la nariz.
—Oye, mami, ¿cuándo va a venir papi? —me preguntó, haciendo que le mirase sorprendida.
“Eso es lo que me gustaría saber a mí” pensé.
—¿Es que papi no nos quiere y por eso se ha marchado?
—¿De dónde sacas eso de que no nos quiere? Claro que nos quiere y mucho. Lo único que su trabajo… lo tiene muy ocupado.
—¡Pero aun así, mami! Todos los papás de mis amigos están siempre con ellos, a pesar de que ellos también trabajan —hizo pucheros
—Adri, cariño. Papá… no tiene su trabajo aquí, lo tiene… en otro sitio. Estoy segura que pronto volverá y que nunca se marchará de nuestro lado —mentí, aunque eso es lo que yo quería creer.
—Mami, ¿me darás una foto de papá? Es que pronto es el día del padre, pero…
—Claro, te daré una foto pero ahora, a vestirse que hay que ir al colegio —le dije con una sonrisa.
Lo ayudé a ponerse el uniforme del colegio y bajamos las escaleras, donde nos dirigimos a la barra que había en medio de la cocina y separaba el salón y la cocina.
Senté a mi hijo en uno de los taburetes y me acerqué a la nevera, donde tomé la leche y la mantequilla. Mientras preparaba el desayuno de mi hijo, se giraba de vez en cuando para ver que no se había movido. El pequeño estaba jugando con un coche pequeño de carreras en color rojo.
No podía negar que echaba de menos al padre de Adrien, pero intentaba hacer todo lo que podía para que a mi hijo no le faltara de nada y gracias a mis amigas, la carga de criar a un hijo sola no era tan pesada, ya que me ayudaban.
Tras dejar a mi hijo con Darío, el padre del mejor amigo de Adrien, conduje hacia las afueras de la ciudad, rezando que no hubiera demasiado tráfico.
De camino hacia el trabajo, pensaba en aquel hombre que me dejó tres años antes. Me gustaría que él volviera para que explicara por qué se había marchado y no había dado señales de vida en todos esos años.
Suspiré.
Debía quitarme eso de la cabeza si quería rehacer mi vida, pero no podía hacerlo. Todavía seguía enamorada del padre de mi hijo.
Estacioné el auto en mi lugar del estacionamiento que había delante de un edificio enorme. Antes de entrar, respiré hondo, abrí la puerta de cristal y pasé dentro del edificio.
—¡Oh, Katia! —me llamó la recepcionista y luego me hizo un gesto con la mano para que me acercara— Escucha, escucha. ¡Tengo un chisme nuevo!
—¿Qué es ese chisme nuevo que tienes, Deva? —dejé el bolso encima de la recepción y empecé a mirar las cartas.
—He escuchado del Director de Recursos Humanos, que pronto el nuevo CEO vendrá a Oklahoma por un tiempo y que encima, ¡es joven!
—¿Y qué? Seguro que tiene novia y se cree el mandamás por ser el dueño de algo. Odio a ese tipo de personas —tomé tres cartas y luego se las enseñé a Deva— me las llevo.
—¡Katia, por favor! —me llamó, mientras que me dirigía hacia el ascensor. — ¿Por qué lo juzgas sin conocerlo?
—Por lo mismo que tú lo admiras o esperas que sea guapo y joven —me giré hacia la mujer de la recepción. — Seguramente es mayor y feo —volví hacia el ascensor y apreté el botón.
—¡Lo que deberías hacer es buscarte un novio! Estás muy arisca con los hombres desde hace tres años —me dijo Deva, mientras que un hombre vestido de un traje se ponía a mi lado.
—Todos los hombres son iguales —hablé sin mirar a mi amiga— sólo quieren lo que quieren.
—Gracias por la parte que me toca, señorita —habló el hombre de pronto, asustandome.
Me puse la mano en el pecho debido a la impresión, pero no le contesté. Torcí la boca y giré la cabeza hacia el lado opuesto al cual se encontraba el hombre.
Suspiré, antes de que las puertas del ascensor se abrieran.
Sin más demora, entré en el elevador, mientras comenzaba a sonar la melodía de mi teléfono celular. Empecé a buscarlo con cuidado de que no se me cayeran las cartas al suelo pero eso no ocurrió así.
Cuando las vio, el hombre se agachó y las cogió. Al encontrar el teléfono, tomé la llamada echándome el cabello hacia el lado derecho, para ponérmelo en la oreja, y dije, mientras agarraba las cartas de la mano del hombre:
—Dime, Jackie.
—Esta noche te toca a ti hacer la cena. Que no se te olvide que Carolina quiere…
—Lo sé, pizza de Pizza Hut, pero eso lo pueden pedir mientras que yo sigo en el trabajo y cuando llegue, se las pago.
—¿Hoy tienes que quedarte hasta tarde?
—Sí… Ah, Jackie. ¿Puedes llevar a Adrien al parque luego por la tarde? Es que hasta que no he visto lo que le toca a mi jefe hoy, no me he dado cuenta que va a ser un día largo… —le rogué.
—Claro, no me importa. Hoy acabo justo para la hora de comer, cuando tengo que ir a recogerlo al colegio.
—No, hoy se va a casa de Darío a comer. Tienes que recogerlo a las cinco —pulsé el botón que me llevaría al piso treinta y volví a mirar las puertas de acero, mientras se cerraban.
—Tú por eso no te preocupes. Carolina y yo nos encargamos —dijo mi amiga con una pequeña risa.
—Como todos los días… —quizás se notó que lo dije algo apurada.
—Tú no tienes la culpa de que Oscar sea un cabrón y te haya dejado sola con Adri. Bueno… aunque no sea su padre biológico, debería haberse comportado como un hombre y no abandonarte como lo ha hecho…
—Jackie… ahora no, por favor. No es el momento adecuado… Además de que estoy en mi trabajo —dije con un dejo de tristeza— además de que me prometiste que no volveríamos a hablar de ello.
—Está bien, está bien. Ya no sacaré más el tema, pero como sigas esperando a que vuelva, es porque eres muy tonta —me dijo con tono serio.
—Lo soy, pero eso ya lo sabes, ¿no? No es algo nuevo —me eché el cabello hacia atrás de la oreja izquierda— recoge a Adrien, por favor. Yo iré cuando termine, ¡y déjenme pizza!
—Sí, sí. Que te sea leve el día —me deseó mi amiga con voz más alegre.
Colgué el teléfono sintiéndome triste. Sabía que mis amigas sólo querían verme feliz de nuevo, pero me negaba a olvidar a Oscar. Él me había ayudado mucho cuando…
Suspiré.
Mi piel se erizaba al recordar lo que me ocurrió cinco años atrás, cuando quedé embarazada de mi hijo.
Chapter 2
En ese momento, me percaté de la presencia del hombre que me había encontrado en la recepción de la compañía para la que trabajaba. Negué con la cabeza mirando hacia otro lado y me puse a mirar los whatsapp que le llegaban de mis amigas, a las que hacía mucho tiempo que no veía.
Desde que me mudé a Oklahoma con Oscar debido al embarazo, no había vuelto a mi pueblo.
No podía ver a mis padres después de aquello, pero desde que él se había marchado, tenía pensado volver para ver a mi familia y así, que ellos conocieran al pequeño Adrien.
Me sentía algo incómoda al tener a ese hombre que ocultaba su vista bajo unas gafas de sol, con las manos juntas por delante de su cuerpo y mostrando una media sonrisa que hacía ver que tenía seguridad en sí mismo.
Me puse bien las mangas de la chaqueta gris que llevaba puesta encima de mi camiseta negra y me subí las mangas, dejando ver un tatuaje en forma de mariposa en mi muñeca derecha.
El hombre del traj