Comprada por él
- Genre: Billionaire/CEO
- Author: Renata Costa
- Chapters: 34
- Status: Completed
- Age Rating: 18+
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- ⭐ 7.5
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Annotation
Amy Carter queda huérfana. Después de la muerte de su padre, se queda completamente sola y desesperada. Endeudada, a punto de perder la casa donde vive y guarda tantos recuerdos. Un desconocido aparece y le hace una oferta a Amy: ser modelo en NUEVA YORK. Sin opciones y soñando con una vida mejor, ella acepta. Pero, al llegar allí, se da cuenta de que la luz al final del túnel, en realidad, es una gran trampa. Amy se ve obligada a vender su cuerpo, pero por suerte, el destino trae a Matthew Cleveland a su vida. Matthew es un empresario multimillonario que llega al lugar y se encuentra con una hermosa joven de ojos claros y cabello largo. El encanto fue instantáneo y a partir de ese momento, Matthew no se rindió, llegando incluso a comprarla. Así comenzó una hermosa historia de amor y pasión.
Capítulo 1
Una vida normal, así siempre ha sido la mía. Una casa bien pequeña y confortable, con un césped verde y macío donde he crecido corriéndome de un lado al otro. La ciudad de Winchester tiene pocos habitantes y aquel aire de ciudad pequeña, la calmaría adónde casi toda la gente se conoce. Yo vivía solo con mi padre , mi madre se ha ido cuando yo tenía ocho años. Yo solo era una niña y aquello fuera diferente, no he entendido muy bien lo que pasó, solo le he extrañado mucho. Mi suerte era tener un padre que se esforzó al máximo para llenar aquel vacío, por más que fuera imposible, hacía con que doliese menos.
A los mis veinte años, mi padre descubrió un cáncer avanzado y aunque nunca tuviera nos ha faltado nada, no teníamos toda la plata para investir en sus tratamientos por entero. Hicimos todo lo posible, pero no tardó mucho para que él falleciese y todo que no he sentido por falta de maturidad en la época de mi madre, se ha convertido en un dolor dez veces peor en aquel momento, o mejor, mil veces peor.
El vacío que ha quedado después que él se fuera era incalculable. No lo sé dónde he logrado encontrar fuerzas para volver a mi casa y mirar la vieja garaje donde mi padre arreglaba carros, el sillón donde el miraba los juegos con una botella de cerveza en sus manos y mucho menos la recámara donde tenía sus ropas y objetos personales. El silencio rellenaba de tristeza aquellos cómodos. El silencio era la voz de aquello lugar.
Pronto se pasaron cuatro meses de la muerte de mi padre, en los tres primeros he logrado conseguir vivir con lo que me restaba del dinero del tratamiento, pero después tuve qué mantenerme sin él. Después de mucho procurar por empleo, lo único que encontré fue una pequeña cafetería ubicada a algunas cuadras de mi casa, no era mucho, pero era un comienzo. Ya estaba hacía quince días trabajando allá , tenía que hacer de un todo para ganármelos mis pocos dólares que eran para mi alimentación. Era temprano, salía de la casa para irme al trabajo cuando mi vecina corrió en mi dirección.
— Amy… Amy… — Ella me llamó a mí.
— Sí, señora Parker? — He quedado intrigada.
— Ayer intentaron entregarte eses papeles, pero cómo tú no estabas, recibí por ti. — Ella extendió la mano entregándome.
— ¡Gracias!
Ella volvió hacia su casa y yo miré al papel en mis manos, mi corazón apretó cuando he visto que se trataba. Mi padre hizo un préstamo para su tratamiento y puso nuestra casa cómo garantía, pues no hubiera otra salida, cómo no hemos conseguido pagar las deudas, el banco reivindicaba la casa. No lo he abierto, comencé a hacer el camino para la cafetería, pues ya debería estar retrasada.
Después que llegué el lugar, he ido hasta el almacén y abrí a los papeles para leer com más atención y en las líneas decía muy claramente que en dos meses, si todas las parcelas que estaban en retraso no fuesen cumplidas, yo perdería definitivamente el inmueble. Me quedaría literalmente sin techo.
Lloré copiosamente por minutos, la casa donde preservo toda mi historia, donde podría sentir un poco de mis padres y no sentirme tan sola. La familia de mi papá vivía en otro país, no teníamos contacto y la de mi madre que era hija única, sus padres también se han ido hace mucho. Yo no tenía a quién recurrir y en aquel momento, lo único que me ha restado era limpiar al piso y arreglar a todo para que yo pueda olvidar a mi desgracia.
Cómo el lugar era pequeño, eran solo dos empleados para dárselo cuenta de todo. En aquel día la chica que trabajaba conmigo se había faltado y yo me quedé responsable por todas las tareas, desde lavárselos a todos los cubiertos, fregar el piso y servirles a los clientes. ¿Cómo yo aguantaba tanto? A mí no me pregunten, pues solo intento dar mi mejor. Y cuando estaba en la encimera, escuché abrirse la puerta, di la vuelta y miré un hombre alto de cabellos rubios y una ropa extravagante entrar, caminando hacia mi dirección. Él se puso cómodo en una de las sillas de la primera mesa y se quedó mirándome por un largo tiempo.
— ¿Desea algo?
— Un cappuccino y panqueques, por favor! — Él hizo su pedido.
Pronto lo atendí, hice su pedido y después de algunos minutos lo he servido. Percibí que sus ojos estaban muy atentos en mí, no llegaba a ser cómo un hostigamiento, pero sí, analítico.
— ¿Se te ocurrió trabajar cómo modelo? Tú eres la tipa perfecta para eso.
Cuando él preguntó aquello, me quedé inmóvil inmediatamente, mirándolo fijamente por algunos segundos, siguiendo de una baja risa. Nunca ha pasado en mi cabeza esa posibilidad y menos me imaginé que un cliente en aquella cafetería pequeña preguntaría algo parecido. Ya pasó innúmeras veces algún hombre hacerle comentarios cómo flerte, pero nada que se asemejase a aquello.
— ¿Yo? No, no soy la tipa adecuada para ser modelo, ni siquiera tengo el perfil… — Afirmé con convicción.
Mi altura era 1,65, mi cuerpo era relativamente normal para las personas de esa altura, tengo los cabellos largos y castaños, ojos azules y los labios levemente carnosos, mi piel era pálida, yo me consideraba definitivamente una persona con rasgos físicos totalmente fuera del padrón exigido en modelos, altas y flacas.
— ¿Por qué no? Existe modelo de pasarela y modelo fotográfica y su belleza, sin embargo, se encuadraría en la segunda opción. — Él intentó explicarme. — Trabajo en una agencia de modelos en Nueva Iorque, la mayoría de las muchachas que cuido de las carreras son modelos fotográficas y son así cómo tú… ¡Solo un minuto!
Él estaba com una valija de color negro, cuando abrió sacó algunos papeles con letras impresas y después algunas fotos de chicas muy bonitas posando para las cameras. Las fotos eran profesionales, los papeles que él enseñó se trataban de los contratos cerrados con todas ellas y dejaban muy claro que él sacaba solo diez por ciento del valor del trabajo. La agencia ofrecía hospedaje, los 3 primeros meses, hasta que la modelo empiece a estabilizarse. Él preguntó mi edad, sobre mi familia y yo estaba en un rato tan triste, que hasta podría hablarme con las paredes. Eso me dejaba curiosa, podría ser una luz al final del túnel para salir de aquella situación , él me dijo con vehemencia que los contratos eran de valores considerables y pronto me imaginé que podría arreglar las parcelas que estaban pendientes del préstamo y consecuentemente recuperar mi casa, eso sí era mi prioridad.
— Tengo que irme, se cambias de idea… — Él me entregó una tarjeta. — … Es mi contacto. — el hombre guiñó un ojo antes de ponerse en pie.
Él salió de la cafetería y he percibido que el carro que estaba era bien lujoso, sus ropas, aunque extravagantes y cursi, parecían ser de marca. Yo me quedé verdaderamente balanceada con aquella propuesta , no tenía a quién recurrir y podría ser una buena oportunidad , pero todavía hay que pensar.
Cuando llegué a la casa me quedé mirando una película hasta el sueño dar alguna señal, pero eso que me había pasado por la mañana no dejaba mi cabeza y nel día siguiente, cuando me desperté, miré los cómodos de la casa imaginándome que allí podría no me pertenece más en algunos meses. No pensé dos veces y llamé él hombre que en la tarjeta tenía el nombre de Dylan, contestándome en la segunda vez que sonó, con un hola.
— Dylan? ¿Este es tu nombre, cierto? ¡Soy Amy de la cafetería, yo acepto tu propuesta!
Algunos segundos de silencio fueron dados por él, después empezó a pasar informaciones advirtiéndome que iba a salir de Winchester en una semana, el tiempo de yo arreglar mis cosas para el viaje.
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En la fecha combinada, lo estaba esperando nel horario reservado en el pequeño balcón de mi casa y él no se tardó mucho. Seguimos viajando por horas y horas, estaba exhausta, pero él se mostraba, hasta ahora, potestativo, parando en algunos lugares y haciendo algunos bocadillos. La ansiedad crecía con la medida que se acercaban del destino: ¡Nueva Iorque!
Cuando finalmente estábamos llegando me quedé deslumbrada con la diferencia de mi lugar de origen en la cual yo nunca salgo, pues, aunque mi padre fuera maravilloso, él era muy rigoroso y cuidadoso, nunca he ido tan lejos. Los predios espejados de varios niveles, el tránsito y todo lo que una ciudad grand tenía como característica, a mí me dejaban encantada. Era un mundo nuevo en mi vida y de la ventana del carro, yo no perdía ni un solo detalle.
Poco después de una hora, él paró el carro en un lugar distinto, tenía un cartel gigante con el nombre escrito “Dream Place” (Lugar de los sueños), en aquel momento yo estaba confundida y dispersada con tanta información nueva al mismo tiempo. Él bajó del carro extendiendo la mano para que yo la tome.
— ¡Vámonos nena! Llegamos a tu nuevo hogar, sea bien-venida.
Después que lo acompañé, su comportamiento ha cambiado del agua para el vino. Desde que lo conocí en la cafetería, el independiente de ser un tipo excéntrico, se dirigía hacia mí de un modo un poco más cordial y con seriedad al mismo tiempo. Cuando al final estaba en el lugar he visto que se trataba de un bar, con mesas tapizadas y un palco en medio con una barra de hierro brillante, era relativamente grand y tenían algunas puertas en algunos rincones de aquel salón. Me detengo donde estoy inmediatamente, Estaban allí algunos hombres con corrientes enormes de oro en el cuello y camisas con estampados ridículos, algunos funcionarios con camisetas estampadas con el nombre del cartel, arreglando el lugar. ¿Dónde estaba yo? Fue en aquel exacto momento que he percibido, hice la mayor tontería de mi vida.
— ¡Quiero irme a la casa! — He dado las espaldas en el intento inútil de salir de allá y un hombre alto se puso en mi frente con los brazos cruzados.
– Lo siento mucho, nena, pero esta es tu casa ahora. Y… ¿Nena? Será mejor que colabores.— Él dio una alta carcajada.
El hombre alto y lleno de muslos, al parecer un guardaespaldas, me jaló por el brazo en dirección hacia una de las puertas del lugar y allí me dejó como si yo fuera un saco de basura, mientras Dylan seguía luego detrás.
— Entra… — Dylan ordenó.
Quedé parada, sin querer moverme. Yo temblaba y no sabía qué hacer, correr no adelantaba, pues tenían guardaespaldas allí, yo estaba aterrada. Ya había visto innúmeras noticias del tráfico de mujeres y pensaba en eso cómo un completo disparate, las chicas sufrían mucho. Yo he sido una verdadera necia, tomada por el desespero de recuperar a la casa y tener una vida mejor aquí por delante, yo no pasaría por eso si no estuviera tan sola.
— ¡Te lo dije que entres, c*r*j*!— Él gritó.
Yo me asusté con su agresividad, y prontamente entré en el lugar donde él ordenó. Allá tenía mujeres de cabellos oscuros, rubios, pelirrojos, cuerpo curvilíneo de todas las formas, senos hartos y pequeños. Las ropas solo eran lingeries que cubrían parcialmente sus intimidades, ellas caminaban de un lado al otro en un enorme pasillo con muchas puertas y a la medida que yo andaba, miraba hacía algunas de las puertas abiertas, eran cuartos pequeños con dos camas de soltero y mucho lío. En este momento ya comencé a imaginar cómo sería mi vida allí, luego yo que siempre estaba con mi jeans confortable y una camiseta blanca corta que jamás decepcionaba No necesitaba tener una bola de cristal para saber que yo sería más una de aquellas mujeres.
He entrado en uno de los cuartos y miré al rededor, dos camas de soltero, un minibar no mucho nuevo y un ropero pequeño que, sin embargo, no debería entrar absolutamente nada, hacían parte del cuarto con paredes que ni siquiera eran tan limpias así. También una pequeña televisión y una puerta que daba para una casa de baño minúscula. Mi casa en Winchester no era una mansión, pero era confortable y hogareño , nada comparado a aquel lugar. En ese momento que los recuerdos de mi padre vinieron el tema y tenía muy claro de que si él todavía estuviera a mi lado, yo no pasaría por eso.
— Ella es Ashley… va a compartir el cuarto contigo. ¡Y quiero que te arregles de una vez, chica nueva, en una hora las dos entrarán… ponga esto! — Dijo en un tono de arrogancia, sacándome de mis buenas recordaciones que tenía en silencio.
Él lanzó sobre el colchón algo cómo una lingerie de encaje negro y transparente y tacones del mismo color, entendí perfectamente el mensaje, yo debería vestirme con aquellas cosas. Mis ojos fueron en la dirección del hombre, irreducible, pues no iría a obedecerlo.
— No me escuchaste nena?! Mejor que hagas lo que digo, o sabrás cómo es murria bien despacito y con mucho dolor. — él golpeó la puerta y se fue.
Sentí un escalofrío, los ojos llenos de lágrimas y la mente completamente perturbada. Era una pesadilla, y yo despertaría a cualquier momento. Me senté en la cama que no era la mía y me puse a llorar, con las manos en mi rostro, señalando mi total desespero. ¿Cómo he ido a parar allí? ¿Cómo me dejé llevar por el agobio ? Yo tengo la certeza de que no merezco pasar por algo tan terrible.
— Sé cómo te sientes, niña … ¡A mí me pasó el mismo! — dijo la mujer, ya sentada en la cama delante de mí.
— ¿No hay ni forma? ¿No hay cómo escapar… huir? — Pregunté sollozante.
Ella sonrió, una risa irónica, pero llena de amargura dentro de sí, que salió en sus labios y negó con la cabeza.
— He intentado, niña… pero ellos me capturaron. ¿Dos veces… sabes por qué no me mataron? Porque yo era nueva, todos me querían y yo les daba mucho beneficio. Pero ahora… desistí, si hago algo… no tendré una otra oportunidad.— Ella se levantó y sacó su ropa, quedándose desnuda sin ningún pudor y vistiéndose con una lingerie roja.— Cómo tú te llamas? — La chica llamada Ashley preguntó.
— Soy Amy Carter… — La dice mientras limpiaba mis lágrimas.
— Tu apellido no importa aquí… ahora solo eres Amy o otra cosa que elijas. — Ella puso los tacones. — Estoy yendo al salón… mejor que seas pronta. ¡Ellos odian las retrasadas! Ah, ponga algo de maquillaje … Se quieres, te presto las mías que están en la casa de baño.
Una sonrisa de canto surgió en su rostro. Me quedé sola sin saber qué hacer, miré al rededor observando el cuarto todavía sin creer en aquella situación. Me acordé de mi padre, de mi casa que ya extrañaba tanto. He prometido a él lograr mis sueños y mira dónde he ido a parar.
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Me bañé para relajarme un poco de la larga, viajé que hice, mi cuerpo dolía y yo solo quería descansar, eso sería imposible en el momento. Puse aquella ropa, si eso podría ser llamado de ropa, pues cubría solo diez por ciento de mi cuerpo y los tacones para completar. Cuando terminé, miré hacia el pequeño espejo de la pared y me sentí rara, sucia, estaba muy avergonzada en exponer mi cuerpo para los hombres que miraban con intención de tocarme. Nunca había puesto algo parecido, yo no sabía ni siquiera cómo actuar, tanto que no hice prácticamente nada de maquillaje, no lograba motivos para arreglarme en aquel lugar asqueroso.
Respiré profundamente y dejé el cuarto. Me tardé una hora y media para arreglarme y cuando caminaba en el pasillo en dirección a la puerta que otras chicas pasaban, sentí una mano jalar mi brazo con tanta fuerza que llegó a doler bastante.
— ¿Tú eres sorda, perra? Te lo dije una hora!!! Ni solo un minuto de retraso, entendiste?. — Dylan me arrastró hasta una puerta.
Cundo pasé por la puerta para dónde él salió a jalarme, he sido eclipsada por las luces coloridas y extremamente claras del lugar más allá de una música alta, eran músicas pop cómo una discoteca normal, que no había nada de “normal”
Él me empujó y yo entré el lugar, balanceándome al máximo en aquellos tacones enormes, esforzándome para no caer. Algunas mujeres también de lingerie me miraban con despecho, otras con curiosidad y yo no entendía qué les pasaba. Miré hacía al rededor y hombres, viejos y nuevos bebían, las mulleres se frotaban las manos en los pantalones de ellos dejándolos excitados, otra bailaba desnuda en la barra de hierro brillante que observé al llegar.
Caminé sin saber para dónde irme, o que hacer Todos me miraban. Ahora me sentía cómo un pedazo de carne lanzado a los leones. Viejos pasaban la lengua por los labios, un hombre pasó la mano en mis senos y yo me asusté empujando la mano de él inmediatamente.
— Hey… Amy! — Ashley gritó, estaba en una encimera adelante.
Yo me acerqué, desesperada, sin saber qué hacer y con miedo de tener que hacer algo todavía peor. Yo intenté planear algo para que si algún hombre llegase a tocarme aquella noche, al mismo tiempo, tenía miedo, por más que yo estuviera sola. Por supuesto que no quería morir. Aunque yo no pensaba en desistir y lograría un modo de intentar huir de cualquier forma.
— Yo no sé qué hacer… — Hablé fuerte para que ella me escuchase mejor debido al ruido.
– Tienes que relajarte, nena, tranquilízate. No hay otra forma. – Ella empujó el vaso de bebida.
Yo solo bebí una vez en la vida con amigas cuando completé 18 y fue una pésima experiencia, pues me convertí en una borracha torpe y con una resaca infernal en el día siguiente. Pero, yo ya estaba en una situación lamentable, entonces sostuve el vaso y le di un sorbo, hice una mueca espantosa cuando sentí mi boca quemar, haciendo hasta con que sienta lágrimas en mis ojos. Ella se puso a carcajear y yo le di una pequeña sonrisa por primera vez. Y todo estaba relativamente bien hasta que Dylan se acercó y atrapó mi brazo con agresividad más una vez y me arrastró para algún lugar.
— Ya tengo un cliente para ti, nena! — Él me llevó hasta un viejo asqueroso que estaba sentado.
— Esa es la chica nueva, fresita cómo a ti te gusta Jones! — Me empujó para los brazos horrendos de aquel viejo.
Me detuve delante del hombre que de pronto puso las manos en mis senos y yo lo alejé, cubriéndome. Hice mucho esfuerzo para intentar huir de sus brazos, pero no tuve éxito.
— Ella es una perra arisca, pero sé que a ti te gusta domar.— Dylan hablaba y el viejo carcajeaba , satisfecho con la situación.
Yo ya no soportaba, necesitaba huir y hasta me quería morir en aquel momento. Sus manos gruesas rascaban mi piel y hacían con que yo tuviera escalofríos de tanto asco. El olor era fuerte de cigarrillo y bebida. Fue en ese exacto momento que se acercó un hombre de traje oscuro bien apuesto, pero con los botones del blazer abiertos, así cómo dos botones de su camisa social blanca, sin estar afeitado y ojos claros, un maxilar varonil y la mirada penetrante. Él sostenía un vaso de bebida y miró hacia Dylan con cara de pocos amigos.
— ¡Yo la quiero! — El tipo fue directo.
¿En quién yo me había convertido para que esos hombres háblenme así? Cada rato que pasaba todo estaba peor. Me sentía en pánico. Me sentía un pedazo de carne siendo disputada y mi voz no lograba fuerzas. Yo no tenía el poder de elegir, el libre arbitrio no existía ni modo. Yo no quería irme com nadie, ni con un viejo asqueroso, ni con el joven, aunque sea un hombre tan… tan… hermoso, que huele bien, atractivo, s*xy… ahhhh no, de ningún modo.
— La chica nueva ya es mía. Cierto, deliciosa?! — El viejo apretó mi cintura.
Yo me esquivé, empujé e hice lo posible para alejarme y nada.
— Dylan… Yo pago el triple que él pagará! — El hombre dijo con el tonido todavía más fuerte.
Dylan carcajeó y aplaudió. Él estaba consiguiendo lo que quería y eso estaba tomando una proporción absurda.
— Lo siento, señor Jones, pero ella será del otro caballero. Cuando vuelvas o hasta mañana podrá tenerla — Él tomó mi brazo y me condujo al hombre. Yo casi me caigo…
— Te pongas cómodo Cleveland… — Él apuntó para mí y sonrió satisfecho…
Yo estaba inmóvil , en choque. No entendía que debería hacer ahora ni que él sería capaz de hacerme a mí. Un hombre de la encimera se acercó y cambió algunas palabras con mi “acompañante”, luego después enseñó a máquina de la tarjeta y él pronto pasó lo suyo. Yo no tenía ni idea de cuanto yo le he costado , tampoco quería saberlo, pues no era de me interés…
Entonces nos acompañó hasta un pasillo rojo, mujeres salen abrazadas con hombres, algunas daban carcajadas y fregaron las partes íntimas de ellos. Mis brazos cruzados hacían con que me sintiese más cubierta y miré hacia el piso con mucho miedo, cada paso que yo daba era trémulo y estaba tan nerviosa pensando que pasaría allí. El funcionario del lugar abre una puerta y señala el cuarto para entrar en yo lo hice, volviéndome inmediatamente a la frente del hombre de traje, para protegerme sea de lo que sea. El hombre estaba serio y en silencio, él cerró la puerta y me miró.
Capítulo 2
Yo no sabía qué hacer, miré al rededor observando el lugar. Era un cuarto con decoración roja y bien más arreglado de lo que me han hospedado. Tenía una cama redonda de color rojo y decoraciones del mismo tono, vuelvo algunos pasos para trás llegando a tocar mis espaldas en la pared cómo un animal acorralado. Yo puse las manos en mis senos, en realidad, de forma involuntaria, pues, no hago ni idea de cómo actuar en uma situación que jamás me imaginé pasándola. Estaba con mucha vergüenza, su mirada era muy intensa, fijándose de mi cabeza hasta mis pies. Sus ojos brillaban y el maxilar estaba tenso. Yo lucia cómo un animal acorralado y él, al revés, lucía cómo un animal hambriento.
He intentado no encararlo y tenía muy claro que estaba completamente ruborizada, sentía mis labios trémulos. Pero cuando él se acercó un poco más, percibió mi comportamiento y se detuvo a un paso.
— ¿Qué te pasa? — Él abrió sus brazos sin entender.
Yo no le dice nada, Dylan también me proh