Atada a mi CEO menriroso

Ava estaba emocionada por acompañar a su esposo a la fiesta de aniversario en la empresa donde trabajaba de escolta del CEO.

Entraron desde el estacionamiento por la parte trasera del salón donde se iba a realizar el evento.

Al entrar al salón de fiesta varias personas se sorprendieron al ver llegar a Dante de la mano de una mujer, las mujeres sentían envidia de querer ser ellas las que llegarán junto al elegante hombre.

—¿Has visto cómo nos miran las personas? —Hablo Ava cerca del oído de su esposo—. Mira esas mujeres como te comen la mirada, si supieran que con tu cara de malote solo te gustan los hombres.

—Solo sienten envidia porque eres la mujer más hermosa de este lugar —le comentó mientras caminaba con ella hacia una de las mesas que estaban cerca de la tarima.

—A veces quisiera que fueras hombre, eres mi amor platónico —suspiro haciendo un gesto de resignación, observó el lugar y las personas llenas de glamour.

—¿Dante estás seguro de que te asignaron esta mesa? —ojeo que estaba apartada de las demás y con más lujo.

—¡Sí! Tú sabes cosas de ricos, fueron las personas que organizaron este evento que me ofrecieron esta mesa, deja de ser curiosa y tú solo disfruta del momento—comentó con seguridad para que no desconfiara.

—Este bien, voy a aprovechar de tomar una copa de vino —expresó sonriente.

Dante levantó la mano disimuladamente para que ella no lo viera y un mesonero les sirvió vino.

Ava encantada recibió la copa y coqueta le susurró.

—Brindemos que cuando nos separemos logremos ser felices con las personas adecuadas.

—Yo soy feliz así contigo —soltó con una voz sensual y calándole dos luceros grises que la traspasaba.

Ava sintió como se le erizó cada vello de su piel, suspiro decepcionado, cuando fue a responder un hombre se le acercó a su esposo y le habló al odio y luego se retiró.

—¿Qué te dijo ese señor?

—¿Quédate sentada aquí?, no te muevas.

Ava solo asistió con la cabeza.

Dante se levantó, acomodó su traje con elegancia, dio unos pasos y subió unas pequeñas escaleras hacia el escenario.

Levantó las manos con orgullo y saludo a los presentes, echó un vistazo a su esposa que estaba con los ojos pronunciados y con gesto de asombro, él le dedicó una sonrisa, luego pronunció unas palabras con voz varonil y autoritaria.

—¡Buenas noches! Quiero agradecerles a los presentes por compartir esta noche con nosotros y celebrar juntos el crecimiento de la empresa Musk Systems.

Los presentes aplaudieron con alegría.

—Quiero agradecerle a mi abuela Greta por colocar en mi camino a mi linda esposa Ava, ya cumplimos un año de casados —comunicó mirando a su esposa quien estaba paralizada.

Ava expandió sus hermosos ojos color esmeralda, estaba ruborizada por sentir las miradas de las personas sobre ella, quería salir corriendo del lugar, no entendía por qué su esposo le mintió de esa manera.

—Querida esposa ¡Ven aquí para que te conozcan!

Ava estaba inmovilizada, la abuela Greta se acercó a ella y la tomó de las manos.

—Vamos mi niña, sube al escenario para que los presentes conozcan a la esposa del CEO.

—¿Qué? ¡CEO! —asustada fue lo único qué logró pronunciar.

—¡Ven amor! —volvió a decir la anciana con una sonrisa.

La abuela arrastró a Ava para que subiera las escaleras, sintió las piernas como gelatina, antes de subir el último escalón suspiró varias veces para agarrar fuerza, levantó la mirada al ver unas manos que solicitaban las de ellas, con delicadeza se las ofreció y él la guió al frente del escenario.

Dante aprovechó de besarla tiernamente.

Ava quedó sin aliento y su corazón galopaba a toda velocidad, no sabía si era por los nervios o por ese beso, al separarse susurró bajito.

—¡Me mentiste!

—Sonríe mi amor que las envidiosas te están mirando y los periodistas te están sacando fotos.

Ava forzó una sonrisa y se dejó abrazar por su esposo.

—Disfruten la fiesta, se hizo especialmente para ustedes —tomo la mano de su esposa y la ayudó a bajar del escenario.

En ese momento se escuchó la música y Dante jalo a su esposa a la pista, estaba feliz, ella calmaba todo su aura.

Ava no decía nada, estaba furiosa y quería matar a Dante allí mismo, un escalofrío le recorrió el cuerpo al recordar ese beso, con un hilo de voz pronunció.

—¿Dante tú no eres gay?

—¡No! —respondió con malicia y sus ojos grises se llenaron de lujuria.

Ava asustada trago en seco, sentía su boca reseca, se separó de él y caminó hacia la mesa, necesitaba una copa de vino.

Los periodistas no dejaban de tomarles fotos, los medios de comunicación esparcieron la noticia que el soltero más cotizado por las mujeres de la sociedad estaba casado y desmintieron los rumores que era gay.

—¿Usted por qué me mintió? —le preguntó a la abuela Greta y le dio otro trago a la copa de vino que sostenía en la mano.

—Me pediste ayuda con un esposo y te lo di a mi nieto —la anciana se sentó a su lado y continuó—. Mi niño era tu mejor opción, además lo de pasarse por pobre fue su idea —miro a la dirección de Dante, quien está conversando con unos socios—. No lo juzgues, él solo quería comprobar que no fueras una estafadora que se quería aprovechar de esta anciana.

—Yo no soy ese tipo de persona, jamás me aprovecharía de una persona como usted para llegar a un hombre con poder —suspiró con melancolía, «ahora si estoy en problemas».

—Yo supe que eras una buena muchacha ese día que te encontré llorando en el parque, pero mi nieto es desconfiado y para las relaciones amorosas no es muy bueno que digamos —regalándole una sonrisa de aprecio prosiguió—. ¿Te digo la verdad?, tú me ayudaste también porque le conseguí la esposa adecuada a ese obstinado.

—No será por mucho tiempo, porque de qué me divorcio, como que me llamó Ava Hayek —Refunfuñó molesta mientras lo vea caminar hacia ellas

—Abuela el chofer te está esperando para llevarte a casa —exclamó Dante mirando a su esposa de reojo.

—¡Yo también quiero ir a mi casa! —proclamó Ava con altanería.

Dante le clavó su sombría mirada y con advertencia le susurro.

—Ok está bien Ava como digas, trata de sonreír que los periodistas están pendiente de nosotros.

Salieron del lugar, él la llevaba agarrada del brazo, su chofer ya lo espera en la entrada del lugar, se adentraron al interior del carro.

—Néstor por favor a mi mansión —ordeno Dante a su chofer.

Con los ojos agudos, Ava vociferó.

—Llévame a mi casa y quiero el DIVORCIO —se afianzó en la última palabra.

—No conejita, vamos a mi casa y te voy a demostrar lo vigoroso que puedo ser —pronunció con voz gruesa y una mirada lujuriosa.

Ava observó cómo se la comía con la vista.

—Eres un pervertido, ¿Qué demonios dices?, detén el carro que me quiero bajar —logra articular con un hilo de voz, su corazón cabalgaba en su pecho con fuerza y sus pulsaciones se aceleraron en cuestión de segundos.

—Lo que escuchaste mi amor, tú y mucha gente piensan que soy gay, ¿tienes idea lo que significa decirle eso a un hombre como yo? —sus ojos se tornaron oscuros.

Ava sintió un escalofrío que le recorrió la piel y las piernas empezaron a tambalearse, con un nudo en la garganta pronunció.

—Pues eres un mentiroso y quiero el divorcio.

—Antes de divorciarme tú tienes vas a pagar una deuda que tienes conmigo y eso será hoy —se arrimó un poco a ella y le beso suavemente, al separarse sintió como una mano impacta en su mejilla, un ardor apareció, se llevó una mano a la cara, sobándose la mejilla emitió.

—Puedes pegarme, pero esta noche vas a hacer mía.

Ava sintió el carro estacionarse, prestó atención como Dante salía del carro, su mente era un caos de emociones, ese hombre hasta unas horas atrás era gay y su amor imposible, ahora resultó ser un CEO de una de las empresas más importante en el área de la tecnología. Sus nervios se hicieron presentes «¡Ay dios! Ahora que hago ahora, si varias veces fui yo la que se le insinuaba». Exclamó mentalmente.

Dante rodeó el carro y abrió la puerta trasera, se inclinó y tomó la mano de su esposa que forjaba para no salir, la agarró y lanzó en su hombro, unos de sus guardaespaldas le abrió la puerta principal de su mansión. Dante entraba a paso firme.

—¡Bájame imbécil! Eres un mentiroso, ¿cómo pudiste engañarme? —gritó enojada al imaginarse lo que él piensa hacer.

—¡Bájame maldito, mentiroso! —gritó nuevamente.

—Es mejor que te quedes quieta conejita, falta poco para llegar a nuestra habitación —respondió subiendo las escaleras.

—¡Bájame! Puedo caminar sola —expre