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Prisionera del Alpha

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Annotation

La muerte de su padre dejo un profundo vacío en el corazón de Aretha Morton, su papá la abandono en un mundo realmente cruel y sin conocimiento alguno de cómo defenderse. Sin nadie que la reclamara a sus 15 años, Aretha termino ubicada en casa de acogida tras otra durante 3 años. Al volverse mayor de edad esta rubia decidió tomar su propio camino. Pero no era una vía fácil; sin empleo y sin dinero la joven se ve forzosa a irse a vivir a casa de una prima de su padre que apenas se enteraba que existía. Sintiendo miedo de ir con una extraña, acepto su oferta puesto que no tenía un lugar al que llamar hogar. El primer día le pareció encantador, pero todo cambia cuando en ese mismo tiempo aparece Salvatore Belmonte un poderoso empresario y encima de todo eso era el alpha de su manada, pero Aretha desconoce aquella información, para ella los hombres lobos no existían, más los hombres peligrosos como él sí. Para Salvatore descubrir que una humana era su luna fue una gran sorpresa, nunca imagino que de tanto esperarla terminara siendo humana y encima joven. Sin embargo a pesar de rechazarla, no lograba mantenerse alejado de ella; su aroma y su inocencia lo traían como un perro faldero y eso lo mantenía enfadado la mayor parte del tiempo. No la aceptaba, pero no podía estar sin ella… pero la razón de su desconcierto mental era que no admitía que esa simple humana se convertiría en su mundo y que sin ella él no era nadie; Salvatore se verá en la obligación de luchar hasta con los de su propia especie para poder estar con Aretha.

Chapter 1 Huyendo del pasado

—Señorita Morton, su boleto —Aretha da un respingo al oír a la mujer, mira el billete y lo toma, se había gastado sus últimos ahorros en ese billete.

—Muchas gracias —sonríe a medias mientras toma el billete.

La joven rubia toma asiento para esperar abordar su vuelo a su nuevo destino, no se sentía tan contenta abandonando la ciudad, pero que otra opción le quedaba.

Vivir en esa ciudad ya no era una opción para ella, y menos después de lo que había hecho hace unos días. Por esa razón tomó la loca decisión de dejar la ciudad e ir a vivir con una prima de su padre de la que *p*n*s se enteraba que existía.

No era agradable para ella hacerlo, pero creía que era lo mejor que podía hacer para su bienestar. Aretha rasca su cuello sintiéndose bastante nerviosa, mira hacia todos lados y luego ve su billete.

Seguido levanta la vista para ver su sí vuelo ya estaba listo, pero aun nada.

—¿Cuánto más va a tardar esto? —musita mientras que sus piernas empiezan a temblar.

Luego recuerda esa llamada extraña que recibió por parte de esa prima de su padre, hasta donde sabía la mujer era una anciana o eso le hizo entender, era muy extraño que apareciera a esas alturas de su vida.

Sin embargo cuando le ofreció su casa para que se quedara, la rubia no se lo pensó mucho aunque no supiera a donde iba a tener que mudarse. Por otro lado, lo que le dijo luego la extraño aún más.

—Tu padre dejo conmigo un poco de dinero, me dijo que si algo le llegase a pasar que te contactara y te lo entregara.

—Mi padre no me contó nada acerca de eso.

—Eso ya lo sé.

—¿Por qué lo dejo con usted? —ella frunce el ceño.

—Porque para que puedas recibirlo debes mudarte de manera permanente aquí.

La verdad es que no le gustó nada aquella imposición, pero si su padre dejo algo para ella quizás era posible que le sirviera para cuando decidiera tomar las riendas de su vida. *p*n*s tenía 18 años recién cumplidos.

No tenía nada en la vida, solo esa mujer que decía ser su prima y un dinero que ni estaba segura de que existiese. Pero al menos tenia donde alojarse dándole la oportunidad de huir del pasado.

—¿Por qué debo mudarme?

—Cuando llegues a casa te lo explicare todo, por el momento estaré esperándote.

Luego de eso, la mujer dejo instrucciones de lo que debía hacer para poder llegar a su nueva casa. Aretha apunto todo y aunque estaba llena de miedo empaco lo poco que tenia de ropa. Esa noche se encontraba en un motel de mala muerte, era el más económico que pudo pagar con un dinero que no era suyo.

Pero al menos estaba a salvo.

Esa noche no paro de pensar en lo extraño que fue cuando su padre murió, ningún familiar lo reclamó, y ella tan solo tenía 15 años y nadie le brindo protección. Su padre termino siendo cremado y ella fue llevada de una casa hogar a otra casa, era lógico, nadie deseaba mantener a una adolescente que generaba más gastos.

Nunca se quedada mucho tiempo con una familia, si no era porque eran unos tiranos, explotares y hasta abusivos. Niega al recordar la última casa en la que estuvo tan solo un par de meses antes de cumplir los 18 años.

Niega mentalmente puesto que en esos momentos no deseaba recordar lo que vivió días atrás, por suerte pudo salir de ese lugar a tiempo y justo cuando se convirtió en mayor de edad.

La rubia suelta un suspiro al mirar su bolso con sus pocas pertenencias, su vida no era fácil. Una madre que murió cuando ella nació, y un padre que la dejo sola tan solo cuando era una niña. Y ahora, de la nada apareció una prima de quien sabe dónde ofreciéndole un hogar.

Aretha frunce el ceño puesto que le parece muy raro, sin embargo, era lo mejor que le habían propuesto en tres largos años. Únicamente quedaba ver cómo era ese lugar al que debía mudarse.

—Espero que todo salga bien.

Su idea era rescatar ese dinero que su padre le dejo, conseguir un empleo y ahorrar un buen dinero para ir a cualquier otra parte que le propine tranquilidad. Bueno, ese sería el caso de que ese tal pueblo llamado Camden fuese de lo peor.

—Dios mio, esto tiene que ser un verdadero castigo.

De la nada escucha que su vuelo estaba por salir, eso la llevo a ponerse en pie y caminar hacia donde revisarían su boleto, luego emprende el camino por el corredor y de vez en cuando miraba hacia atrás. Por dentro deseaba que las cosas resultaran bien en su nuevo hogar.

Se sintió prisionera en todas esas casas por tres años, fue una tortura total tener que soportar a personas de lo peor que lo único que buscaban era sacar provecho de ella. No habían sido nada buenos con ella, y de familia no tenían nada.

Quizás, esa tal prima suya pudiera ser su familia de ahora en adelante. Aunque por teléfono no sonaba tan agradable, se le notaba algo amargada y eso la mantenía en constante angustia.

Odiaba tener que vivir con tanto hostigamiento, solo deseaba ser libre y ella por primera vez en su vida.

Pero ya vería como serían las cosas en cuanto llegara a casa de su prima lejana.

[…]

Las largas horas de viaje hacían estragos en su cuerpo, sin embargo después de todo logro llegar a casa con las indicaciones que su prima le dejo. La joven mira la calle un tanto desolada y se pregunta dónde estaba todo el mundo.

Era un vecindario agradable, y cuando paso por el centro de la ciudad le pareció bastante pintoresco. Posiblemente no terminara yéndose, la rubia vuelve la vista al frente percatándose en  la hoja de papel que la dirección fuese la correcta.

—Bueno, esta es la casa —frunce el ceño al ver que era una casa grande, pero algo descuidada —. ¿De verdad vive aquí? —mira de nuevo a su alrededor para terminar encogiéndose de hombros y caminar hasta la casa.

Al detenerse frente a la puerta pilla que no hay timbre, así que da unos pequeños golpes en la puerta. Pero nadie sale abrir.

—J*d*r, ¿será que no está? Pero si sabía que llegaría hoy —dice un poco irritada.

De la nada la puerta se abre, en eso Aretha distingue un par de ojos verdes asomándose por la rendija de la misma.

—¿Aretha? —dice la mujer.

—Sí, soy yo.

—Has llegado por fin —la mujer contesta abriendo la puerta por completo —. Te has demorado mucho.

La joven rubia pestañea al ver aquella mujer encanecida de ojos verdes mirarla fijamente, se parecía mucho a su padre hasta llevaba el mismo color de sus ojos. No podían existir dudas de que era su familiar.

Se sentía un poco emocionada y algo ansiosa al ver que al final de todo si quedaba alguien de su familia.

—¿Vas a entrar o te quedaras allí?

—¡Ah, sí! disculpe —ingresa en la casa notando que por dentro también estaba un poco abandonada.

—Me llamo Marlene.

Ella asiente mientras observa todo a su alrededor, aquel lugar parecía un poco tenebroso. Pero al menos era seguro y estaba alejada de la ciudad que le traía malos recuerdos.

—¿Tienes 18 años verdad? —la rubia pestañea para luego darse la vuelta.

—Sí, recién los cumplí hace unos días.

—Qué bueno, en ese caso podrás encontrar un trabajo.

—Sí, es lo que deseo. Mañana puedo ir a recorrer el centro.

—Me parece bien, te mostrare donde vas a dormir.

La rubia sigue a la mujer quien caminaba con algo de dificultad, ambas suben por los peldaños y mientras subían las escaleras miraba cada retrato colgado en la pared, hasta que ve un rostro familiar que la hace detenerse.

—¿Mi padre? —susurra, entonces Marlene mira de soslayo la fotografía.

—Tu padre vivió en esta casa hace muchos años atrás. Estuvo bajo mi cuido por un largo tiempo —Aretha mira a la mujer con asombro.

—¿Mi padre vivió aquí? —frunce la mirada.

—Así es, tenía la misma edad que tienes tú cuando decidió irse.

Aretha vuelve a ver la fotografía, su padre no se veía muy feliz que digamos.

—Sigue subiendo.

—¿Por qué mi padre quiso que viniera hasta acá? No entiendo porque.

—Es un lugar seguro, la ciudad no es sana.

La joven frunce el ceño, luego ve que la mujer abre una puerta y le hace señas para que ingresara. Ella hace lo propio, entra en el cuarto para ver que era una recámara confortable.

—Era de tu padre, espero que te agrade. La casa es grande, más no tiene tantos cuartos.

—¿Debo vivir aquí por cuánto tiempo?

—Los que sean necesarios, si quieres reclamar el dinero que dejo tu padre debes permanecer en este lugar.

—Sigo sin entender porque.

—¿Acaso llevabas buena vida en la ciudad?, supe que pasaste de casa de acogida a otra.

Su comentario la hizo enojar, si ella lo sabía porque demonios no la ayudo. ¿Por qué no le ofreció su casa sino hasta que tuviera la mayoría de edad?

—Y si sabe todo eso, ¿Por qué no me ayudo antes?

—Porque no me interesaba —Aretha frunce el ceño y ella termina por darse la vuelta.

—¿Qué dice? Pero si tenía 15 años, era una niña.

—No me gustan los niños, Aretha. Ahora eres una mujer, y no tengo que cuidar de ti, tu misma puedes mantenerte sola.

—Sin embargo me está dando cobijo en su casa.

—Pero no tengo que lidiar contigo, ni cocinarte, ni atenderte. Le dije a tu padre que si algo le sucedía y tú quedaras huérfana de pequeña no me haría cargo de ti hasta que cumplieras 18 años.

Aretha aprieta la mandíbula, era frustrante saber que su único familiar vivo no le importaba si moría o vivía. Ahora que estaba allí, pensó que quizás no durase mucho tiempo en esa casa.

—Eso fue muy cruel, ¿no le parece?

—En tres años aprendiste a defenderte sola, ahora no eres una niña.

—No sabe lo que pase en esos tres años —dice a punto de llorar.

—No intentes conmoverme, mis sentimientos murieron hace muchos años.

Eso era más que evidente piensa la rubia, su prima no tenía sentimientos y su mirada carecía de emoción. Ahora la pregunta es, ¿Por qué era tan fría?

—¿Y lo que dejo mi padre?

—Hay una cláusula para que lo recibas.

—¿Qué dice?

—*p*n*s eres muy joven e imprudente, por ende tendrás que esperar un tiempo de dos años para que te entregue lo que ha dejado para ti.

Tenía que pasar dos años viviendo con esa mujer, era como una tortura.

—De acuerdo —miente, puesto que cree que no lo soportaría.

—Mañana puedes ir a buscar un empleo, es posible que tengas suerte.

—Está bien…

—Una cosa, no te recomiendo que andes muy de noche por las calles. Esto no es la ciudad, así que al salir del trabajo debes regresar a casa y no salir.

—¿Por qué

—Porque así lo he dicho, mantén la ventana siempre cerrada por la noche suele hacer mucho frío. Y evita meterte en problemas, cumple con tu trabajo y no busques problemas con nadie, ¿entendiste?

Eso sí que le pareció sospechoso, parecía un lugar agradable y tranquilo. ¿Por qué no podía salir por las noches? ¿Acaso debía vivir encerrada la mayor parte del tiempo?

—Lo dice como si este lugar fuese una prisión —la mujer guarda silencio baja la mirada y luego la levanta.

—Solo acata las reglas, y no hagas ningún tipo de locuras. No quiero oír que te has metido en problemas con las personas de este lugar.

—¿Tiene problemas aquí?

—Si haces cosas que no debes si tendrás problemas, niña.

Su contesta no le gusto para nada. De hecho le produjo cierto escalofríos, ¿Qué demonios escondía ese pueblo?

Chapter 2 Reclamo de un anciano

Esa noche Aretha debió sentirse tranquila descansando bajo un techo seguro, sin embargo no era el caso. Algo dentro de ella la perturbaba y le impedía dormir, la joven no paraba de ver el techo y pensar en las cosas que su prima le contó.

—¿Qué clase de locura es toda esa de no salir? —frunce el ceño.

Luego niega mentalmente y se reprocha que debe estar descansada para el día siguiente, no iba a salir a buscar empleo manteniendo unas bolsas negras debajo de los ojos.

—Será mejor que me duerma ya y deje de estar pensando en tonterías.

Se acomoda de medio lado en la cama mientras mira por la ventana, esa noche la luna brillaba con gran intensidad. Quizás porque era una zona costera se veía de esa manera, en la ciudad nunca la vio tan cerca, tan clara y tan hermosa.

Y con aquella imagen cerro los ojos hasta quedarse completamente dormida.

[…]

Leía detenidamente unos documentos en sus manos que lo hacían fruncir el ceño, la petición que le est

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