Alphanovel App

Best Romance Novels

UN AMOR HA MUERTO
Exclusive

UN AMOR HA MUERTO

  • Genre: Romance
  • Author: Ale22
  • Chapters: 59
  • Status: Completed
  • Age Rating: 18+
  • 👁 159
  • 7.5
  • 💬 2

Annotation

Darcie tiene la certeza de que el amor siempre se rige por los mismos principios, por lo que también cree firmemente que se divide en tres etapas que son imposibles de evitar:. enamorarse, el proceso por el cual dos personas comienzan a conocerse y se enamoran mientras aceptan o, si es necesario, luchan contra sus sentimientos. En el paraíso, todo es ideal, seguro, delicioso y maravilloso. Si bien es la mejor etapa de todas y la que la gente confunde con el amor verdadero, también es la más fugaz y falsa de las tres. Donde verdaderamente se manifiesta el amor es durante el apocalipsis. Las idealizaciones son defectuosas. Los errores comienzan a doler. Este es el punto donde todo parece llegar a su fin. Darcie renuncia por completo a la idea de enamorarse alguna vez porque está convencida de que no puede superar sus tres etapas.

Chapter 1

Lo logramos, Drew! El amor ha muerto.

Así me dejaste, Darcie.

Con esa ironía de la cual te es imposible separarte.

Palabras tan simples que generaron algo peor que un tonto corazón roto.

Contigo todo siempre fue más que eso.

Porque te acuerdas de mí, ¿no? Fingimos que no es así porque eso nos ayuda a seguir con nuestras vidas, pero ambos pensamos en lo que nos hicimos. En cómo cumplimos a la perfección una serie de pasos que te volvías loca por seguir. Te aterraba pensarnos a nosotros dentro de esa lógica, de tu lista mental gracias a la que asumiste en un primer momento que no teníamos otra posibilidad que terminar así.

Supiste desde el inicio que no teníamos sentido.

¿Por qué lo hiciste de todas maneras?

¿Cómo podías quererme aun sabiendo que tarde o temprano me perderías?

E incluso así me permitiste pensar que estaríamos, queriéndonos, hasta morir.

—Y nosotros somos los asesinos.

Nietzsche no te puso un arma en la cabeza para que dijeras esas palabras. Las elegiste porque tenían sentido. Siguen teniéndolo. Y porque me dolerían.

Fue intencional. No querías darme lugar a pensar ni por un remoto segundo que esto no era también mi culpa. Tu paranoia por cómo evitar el dolor quería compartir conmigo una última cosa, y es la tristeza que significa romper sabiendo que eres culpable.

Así que aquí está, Darcie. La segunda virtud que veo en ti.

2. Fuiste, eres y probablemente serás siempre más lista que yo.

Ojalá fuera una metáfora, una manera indirecta mía—aunque esa siempre fue tu área—para decirte que te admiro por no haber caído en la trampa de pensar que estábamos destinados a ser más. Porque yo sí que caí, fui tan hondo que todavía sigo intentando salir. Suerte para mí, desde este pozo soy capaz de verte asomar tu cabeza por encima. Así es como caigo en la cuenta de quién de los dos superará al otro primero.

Supongo que me adelanté a los hechos más rápido de lo que tenía planeado hacerlo. ¿Qué sentido tendría, sino, contarte la historia que ya conoces? Ninguno, y ni a ti ni a mí nos gustan las cosas aburridas. Por eso este es mi punto de vista, mi manera de verte a ti, de ver este nosotros al que, según tú, nos encargamos de enterrar y, en parte, también para pedirte perdón.

Por llamarte Darcie sabiendo que no te gustaba.

Por hacerte creer que el amor tiene que terminar para ser real.

Y por cumplir tu miedo, el de quererme y dejarte querer.

Si tengo que darle un inicio a todo esto, diría que fue cuando todo se fue a la mierda. Cuando llegué a Gunnhild. Si quiero ser específico, al instituto de mierda para gente idiota al que asistíamos. Es un tipo de reformatorio para personas con problemas y, en definitiva, yo parecía encajar a la perfección en un lugar como ese.

Afortunadamente, a ti también te quedaba muy bien ese infierno.

Me convertí en el típico estereotipo de chico que todos piensan que detesta al mundo entero y del cual, en consecuencia, se alejan. Esa era mi estrategia gracias a la que creí ser capaz de evitar acercarme demasiado a la gente, pero fallé en varios aspectos. Tuve que hacer amigos en algún punto, seguir siendo el imbécil que por excelencia fui desde pequeño, y cometer errores. Ya sabes, de esos que te llevan a detención.

Gracias a los cuales conoces a otras personas.

Por ahora, dejemos esos detalles sobre un pasado que de momento no tiene tanta relevancia. Volvamos al día a día de mierda que vengo a contarte desde el inicio. Necesitaba una introducción para ir a la verdadera cuestión, darle un poco de contexto al hecho de que ya nos conocíamos antes de que comience todo.

Por alguna razón, nuestro inicio no fue cuando nos conocimos. Tardamos un poco más de tiempo en activar la chispa, ¿no crees?

Era viernes por la noche, tenía más personas bebiendo a mí alrededor que buenos momentos. No había necesidad de esforzarme tanto para escuchar la horrible música que ponían en todas esas fiestas de último curso. De esas que hablan del amor, del amor, del amor, y del amor, y en muchas otras ocasiones de sexo. Cuando tus intenciones son encontrar pareja, eso suele ser bueno. Más de

lo que a cualquiera de nosotros nos gustaría admitir.

Yo no tenía tales intenciones.

Antes de ti, las rechazaba por completo.

Estaba sentado en un sofá, cosa que estoy seguro que te sorprenderá. A mi lado, William permanecía en silencio sin siquiera observarme. Se había quedado así de tonto desde que Cameron lo había dejado para irse a otra ciudad. Estaba mirando fijamente la fiesta, el gran desastre de personas, como llevaba haciendo desde hacía unos cinco o seis meses. Nadie podía explicar con exactitud por qué acabó así su relación. Todo lo que nosotros sabíamos era que se querían de una manera extraña y dolorosa, hasta que de repente Cameron decidió irse sin decírselo a nadie y, cuando William lo descubrió, intentó solucionarlo. Creyó que podría pero no lo logró. Otro ingenuo que confía en que el amor será suficiente. Ese día nos fuimos del aeropuerto con una nueva persona, alguien con el corazón roto.

Dentro de lo que cabía no me costaba mucho entenderlo, supongo que eso afectó en parte al hecho de que me molestaba a niveles exagerados verlo tan triste. Me recordaba a mí, a fin de cuentas. Era la viva imagen de lo que se siente ser abandonado y que te culpen por ello.

Lo miré mientras sostenía el vaso rojo con la fría bebida que me pasó antes de sentarse. Él no reparaba en mí, en que estaba intentando entablar una conversación, hasta que me rendí en llamar su atención y hablé sin más.

—No puedes ser más patético—le dije. William me observó de reojo—. Tan solo mírate. Ya han pasado seis meses y sigues viéndote como un estúpido con el corazón partido en dos mitades.

Nadie se atrevía a hablarle sobre el tema, no al menos estando sobrios. Creían que sería una falta de respeto recordarle lo de Cameron, que no lo ayudaría. En su presencia todos hacíamos como si nada hubiera pasado. En su ausencia las quejas sobre Cameron abundaban. Por mi parte, yo estaba harto de evitar un tema solo por la posibilidad de que al tonto de William eso le doliera.

Tenía que enfrentarlo, no enterrarlo.

—Pues lo soy—me espetó, evidenciando su molestia—. ¿Tienes algún problema con ello?

Acerqué el vaso a mis labios y me dediqué a beber un poco para así ganar tiempo. Fallé en el intento porque no tenía ni idea de qué era esa mierda que me había dado, pero sabía horrible.

—Sí, lo tengo. No puedes pasar el resto de tus días pensando en ese idiota mientras es probable que él ya te haya superado por completo—me puse de pie con toda la intención de alejarme pero sin quitarle la mirada de encima—. Tú también puedes superarlo. Todo el mundo pasa por esto y sobrevive. Deja ya de lamentarte.

La música era fuerte a comparación de su débil voz pero, de todas maneras, pude escuchar a la perfección su respuesta.

—Como si tuvieses idea.

Lo miré directo a los ojos un instante, repitiendo sus palabras una y otra vez en mi mente. No era la primera ocasión en la que me sucedía algo como eso, no era la primera vez que asumían que tenía la vida hecha como para entender de problemas. Así que mi reacción brusca no extrañó a nadie, ni a mí ni a William. Me acerqué a él, tomé su camiseta con fuerza y lo puse de pie, justo a mi lado.

—Sé sobre esa mierda. Sé más de lo que podrías entender, inútil, así que cierra la boca—mascullé, bajándolo al darme cuenta de lo que estaba haciendo pero sin soltarlo. William se tambaleó, alejándose de mí lo máximo que podía—. ¿Tanto te cuesta entender que nada dura para siempre? Lo tuyo con Cameron estaba destinado a acabar desde que comenzó. Y no seas tonto, él lo sabía y tú también.

—Andrew, déjalo—me dijo alguien a mis espaldas.

—No me jodas, Bailee—respondí, sin aflojar ni por un solo segundo mi agarre contra William. Él ya tenía ambos ojos cerrados como quien acepta sin problema su destino.

Una risita interrumpió mi momento de tipo duro.

—Pero si todavía no he empezado a joderte, imbécil—se burlaba—. ¿Tienes que ser tan duro todo el tiempo para demostrar que eres un machito de pies a cabeza o qué?

Su voz femenina acariciaba mis hombros con suavidad antes de empujarme con agresividad para que volviera a sentarme en el sofá. A veces Bailee podía ser tan fuerte como ella se lo propusiera. Rendido, no tuve más opción que volver a acomodarme y tomar el vaso que había hecho a un lado.

—Deberías relajarte. ¿Cuánto te tomó a ti superar a tu última ex novia?—me preguntó Bailee mientras se sentaba a mi lado, justo en donde antes estaba William.

Él permaneció de pie por más que ella le haya dejado un lugar. No tenía ninguna intención de unirse a la charla pero tampoco se iba a ir a alguna otra parte. Yo observé, tal y como lo había hecho él antes, a esas personas bailando. Esperaba poder pasar esa pregunta capciosa. Ya le había contado en innumerables ocasiones a Bailee las superficialidades de las desgracias de mi vida amorosa, todo para que al final ella las usara en mi contra. En algún momento chasqueó sus dedos justo delante de mi cara para llamar mi atención.

—¿Lo ves? Eres lo que críticas. Ahí tienes, William—anunció


Bailee, dedicándole una de sus miradas al nombrado—. Siéntete libre de estar mal por el resto de tu vida si así lo deseas.

William y yo observamos a Bailee al instante hasta en el que ella comenzó a reírse estrepitosamente como si estuviese nerviosa. Cuando estaba borracha era así, en realidad. Llevaba puesto un vestido negro y su cabello azul estaba suelto, tapándole la espalda. Cambió tanto que parecía otra persona, o bien se convirtió en su antigua versión que creíamos había dejado atrás. Durante las clases volvía a llevar los auriculares puestos todo el tiempo, como hacía antes de que Cameron se volviera su amigo. Nos dimos cuenta de que un poco había abandonado esa necesidad tan suya de aislarse, pero en cuanto él se fue empeoró.

Al resto del grupo también le había pasado lo mismo, o similar. Desde que salimos del aeropuerto ese día, seis meses atrás, muchos de nosotros habíamos modificado algunos aspectos. Me percaté de que solía hablar menos, en la mesa o con cualquiera de ellos, y de repente había empezado a hacerlo más, convirtiéndome en el ser extrovertido pero insensible que era antes. Roland seguía sin hablarme desde esa estúpida pelea que tuvimos por culpa de Cameron. Él y Danielle estaban saliendo todavía, cosa que nunca dejará de sorprenderme. William desistió de cualquier tipo de relación con Skylar, o eso es lo que había oído. Casper se había alejado, sentándose solo durante los almuerzos. Y luego estabas tú.

Aparecías con la misma facilidad con la que podías irte. Estabas sin presentarte de verdad, pero ya sabes que yo notaba tu ausencia. Pensé que, ya que Cameron te había acercado a nosotros, eso no cambiaría. Hasta me agradaba esa idea, por lo que no entendía qué era lo que seguía haciéndote alejar del grupo de amigos que mejor te recibía.

—¿Quieres hablar de Cameron, Will?—inquirió Bailee repentinamente, tirando del aludido para sentarlo en el sofá—. ¿Quieres desahogarte? Porque yo pienso que ese idiota nos jodió a todos, ¿no te parece?

Ya lo dije, pero en realidad se evitaba el tema. El problema es que Bailee se vuelve otra persona cuando está algo borracha, sin tantos filtros de por medio. Ese era el único momento en el que podíamos ver con tanta claridad lo enfadada que seguía estando con quien fue su amigo.

William negó con la cabeza, de nuevo sentándose al otro extremo del sofá. Apenas podía verlo porque tenía a Bailee entre nosotros, pero creo que se recostó y cerró los ojos como quien desea desaparecer.

—Déjame en paz, Bailee.

Todavía tenía el vaso con esa asquerosa bebida en mis manos y al parecer la fiesta estaba en su mejor momento, así que me levanté para alejarme del sofá y de ambos antes de que puedan o quieran intentar detenerme. Así de fácil era para mí aburrirme de una situación intolerable, por lo que me interné en el grupo de personas que bailaban alrededor del equipo de música. Sobre este se encontraba Joanne, la dueña de la casa, quien llevaba puesto un vestido corto que intentaba por todos los medios que se le subiera por encima de los muslos. No le queda para nada mal, y es algo que la chica lo sabía muy bien. Se notaba en la forma en la que bailaba y se restregaba contra todos con más emoción de la que yo sería capaz de contener. Las fiestas en su casa eran emocionantes porque llegaba un punto en el que estaba tan ida que apenas controlaba lo que sucedía.

—¡Eh, tú, Andrew!—escuché que me llamaba alguien—. ¡Wow! Estás más guapo hoy, ¿te hiciste algo en el cabello, verdad?

Alguien tomó mi brazo para acercarme a sí. Se trataba de una chica que creo haber visto alguna vez en los pasillos durante las clases. Puede que me la haya cruzado, es verdad, pero no la recordé en el momento. Ni siquiera me sabía su nombre. Por si fuera poco, apestaba a la bebida que tenía en mi vaso pero mezclado con vómito. La cercanía entre nosotros me resultaba incómoda pero su agarre era fuerte. Intenté alejarme, aunque las personas que nos rodeaban me lo impedían.

—Oye—intenté decirle—, suéltame.

La muchacha sonreía mostrándome una perfecta hilera de dientes. Tenía la misma altura que yo, un ojo de color celeste, y el otro café. Parecía el tipo de chicas que crees que puedes encontrar en cualquier bar a las cinco de la mañana llorando en los brazos de alguna amiga, o incluso de cualquier hombre. Tenía ese tipo de miradas tristes que se disfrazan detrás de mucho alcohol. Y tenía que serlo. Cualquiera con el aspecto tan bueno pero tambaleante como el que tenía ella, agregando el detalle de que asistía al Instituto para imbéciles al que yo, un presunto asesino, también asistía... sólo podía significar una sola cosa.

Me traería problemas. Problemas del tipo que yo no necesitaba.

—Te he dicho que me sueltes—insistí.

Una de sus manos se extendió para abrazarme, acercándome más a su cuerpo. La música subió, quienes nos rodeaban se movían con más ímpetu a nuestro alrededor, pero nada de eso resultaba favorecedor. Quienquiera que haya sido esa chica olía como la mierda y, además, estaba intentando besarme.

Cada vez se acercaba un poco más a mí, lo suficiente para lograr su propósito. Es entonces cuando mis opciones se redujeron a una y tuve que hacer algo más allá de las palabras para detenerla: tomar con fuerza el vaso de plástico y tirárselo encima sin ningún tipo de piedad.

—No vuelvas a intentarlo—le advertí cuando ella retrocedió para alejarse, chillando—, no vas a conseguir nada bueno conmigo.

Nadie reparó en lo que acababa de ocurrir. La fiesta siguió, todos bailaron sin mirarnos, pero ella no dejaba de intentar

llamar la atención gritando. Sabía muy bien qué era lo que se suponía que tenía que ocurrir a continuación: caería en la cuenta de cómo las cosas funcionan y se decidiría a subir al baño a arreglarse porque nadie lo haría por ella. Conozco esa historia. No era la primera vez que me sucedía algo como esto. Por eso preferí irme. Ya daba igual esta asquerosa fiesta.

Dejé mi coche justo frente a la casa. En el porche de la misma tuve que hacer a un lado a un par de parejas que no estaban pensando en correrse para dejarme pasar, pero me dio igual. Busqué las llaves en mis bolsillos y, cuando las encontré, alcé la mirada porque ya había cruzado la calle, dispuesto a simplemente subirme para irme de una vez por todas. Pero, sin embargo, vi algo que me lo iba a poner complicado.

Estabas recostándote justo en la puerta del conductor, así que asumí la probabilidad de que hayas estado esperándome a consciencia. No puede evitar observarte, incluso antes de llegar. También llevabas puesto un vestido pero el tuyo, a diferencia de las personas que estaban en la fiesta, era lo suficientemente largo para tapar determinadas zonas pero ajustado para resaltar otras. Antes de Cameron vivías usando ropa mucho más grande, así que para todos fue una sorpresa inmensa verte cambiar eso con tanta facilidad. De repente te aparecías con vestidos ajustados, faldas o camisetas pegadas al cuerpo. Tu cabello, por si fuera poco, lo llevabas suelto, detrás de ambas orejas. Usabas ese maquillaje oscuro que tanto te caracterizaba. Podía verte a kilómetros y aun así te seguiría reconociendo.

Chapter 2

Me acerqué con lentitud para recostar mi espalda también en el coche, justo a tu lado. No me quedaba otra, y en parte estaba demasiado cansado como para planear algo diferente. Ya sabes, una llegada interesante, alguna conversación divertida, un lugar mejor al que llevarte para que la pasáramos bien. Entonces caí en la cuenta de algo.

Estabas fumando.

—¿Vas a convidarme un poco?—pregunté, observando cómo expulsabas el humo del cigarro sin reparar en mi llegada

Negaste con la cabeza como si lleváramos horas hablando, tranquila. La lentitud de tus movimientos me hipnotizó.

—Paga tu propia droga, Andrew—murmuraste.

Para aquel entonces seguías usando mi nombre completo.

Por primera vez en la noche esbocé para ti una sonrisa instantánea, para nada alegre pero cuyo único objetivo fue atraer su atención. Llámalo suerte, llámalo estrategia, justo volteaste un poco la cabeza para mirarme a los ojos sin decir nada.

Ya te he dicho

Heroes

Use AlphaNovel to read novels online anytime and anywhere

Enter a world where you can read the stories and find the best romantic novel and alpha werewolf romance books worthy of your attention.

QR codeScan the qr-code, and go to the download app