Scarlett Hart

My name is Katia; I want to find my fated mate and live a peaceful life raising our pups. The problem is I have holes in my memories and don’t understand who or what I am. I know I am a werewolf, but I am also something else. Rejection is the last straw! I am not worthy is the reason he gives. The pain doubles me over; my wolf is whimpering in my head, and tears are running down my face. I whispered my acceptance of his rejection and took off running. I ran through the pack house out across the green manicured lawn into the forest. "I'm sorry, my sweet girl," I say to my wolf. I'm sorry you have been stuck with me, and our life has been difficult. She whispers," It's not your fault, Katia." I don't know how long or far we ran, but we came to a cliff with a waterfall. The pain from the rejection is unbearable, and the hurt keeps pounding at me. I know I am missing something. Aza, my wolf, feels it, too; she says we are more than regular werewolves and are here for a reason. We cannot remember the reason. I stand staring at the water running over and down, creating the fall. I wonder what the reason is for the millionth time. Why can I or Aza not remember? Does it have something to do with the way others treat us? The way we have been sent to live with different people since the death of our parents? Does it have something to do with why my fated rejected me? I am tired of figuring out why our memories do not make sense. My sweet girl and I want peace, but we do not know how to obtain it. I stand staring into the oblivion of the pool at the bottom of the waterfall. So I stand there rejected, half a wolf, speaking with my Wolfie, my nickname for Aza, debating what we should do next. Someone was yelling my name from the direction I ran. I do not want to go back there. I hear laughter. Turning, I glance down over the cliff. There is another pack having a barbecue. The adults are laughing and watching the pups play. What looks to be the Alpha, beta, and gamma of the pack are in the water playing Marco Polo with some of the children. They look so happy and carefree. I want that. I wonder if Aza and I ever have a life like that.

Me llamo Katia e intento sobrevivir hasta que llegue mi pareja. Lo cual puede ser más fácil de decir que de hacer. El rechazo es la gota que colma el vaso. Susurrando mi aceptación de su rechazo. Corro a través de la casa de la manada, a través del cuidado césped hacia el bosque. —Lo siento, mi dulce niña—, le digo a mi lobo —. Siento que te hayas quedado conmigo y que hayas tenido que sufrir todo lo que yo he sufrido. Ella susurra: —No es culpa tuya, Katia. Llegamos a un acantilado con una cascada. El dolor sigue golpeándome. Necesito que pare. Mi dulce niña, y yo sólo queremos paz, sigo corriendo y salto por el acantilado. Abriendo los brazos, con lágrimas cayendo por mi cara, caigo, sin hacer ruido, esperando el dulce olvido donde no sentir nada nunca más. —¡Te quiero, mi dulce niña! Hasta que nos volvamos a ver—, respondió mi lobo justo antes de que cayéramos al agua. —Yo también te quiero, Katia. Nunca me he arrepentido de un momento contigo. La manada Luna de Nieve está celebrando su última barbacoa del verano junto a la cascada de sus tierras. Los adultos ríen y bromean mientras ven jugar a los cachorros. Los alfa, beta y gamma están nadando con algunos de los niños mayores y jugando a Marco Polo. Alguien grita: —¡Dios mío, alguien acaba de saltar por la cascada! Todos se quedan helados al ver caer lo que parece ser un niño con los brazos abiertos, nadie hace ruido. El pequeño cuerpo golpea el agua como un avión que se estrella contra la ladera de una montaña. El alfa, beta, y gamma, entran en acción, nadando hacia el área donde la persona se hundió. El alfa grita y su lobo enloquece repitiendo: —¡Encuéntrenla! Encuéntrenla... ¡encuéntrenla! Se sumergen y el beta sale a la superficie con una pequeña persona en brazos. El alfa le quita la niña a su beta y la tumba en el suelo. Los hombres se sorprenden por lo que ven. Está llena de cicatrices y heridas. Su cuerpo está retorcido y roto. El beta pregunta: —¿Quién ha podido hacerle esto a alguien tan indefenso? El Alfa cae de rodillas, repitiendo: —¡MATE...MATE...MATE!