
Destinada a tí
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Annotation
En un pintoresco pueblo envuelto en la sombra de un hombre extremadamente déspota, la joven Haisha, hija de la familia más adinerada, se encuentra confrontada con un destino cruel: casarse con el hijo menor del despiadado gobernante para sellar una alianza entre ambas familias. Sin embargo, su valiente madre, temerosa y desesperada ante la idea de verla sometida a semejante unión, se embarca en un arriesgado plan para proteger a su querida hija. En una noche en la que la luna brilla en todo su esplendor, Haisha es enviada en un viaje secreto hacia un destino desconocido. Alejada de su hogar y ocultando su verdadera identidad, la joven debe abrirse camino en un mundo nuevo y emocionante. El destino tiene preparados para Haisha encuentros inesperados y misterios por desentrañar. Entre ellos, un enigmático joven cuya mirada parece atravesar su alma y cuyo pasado esconde oscuros secretos. A medida que se conocen, un vínculo inquebrantable los une, pero los secretos del pasado amenazan con separarlos. Haisha descubrirá que está destinada a más de lo que jamás imaginó. Un poder ancestral late en su interior, y su corazón lucha entre la pasión y el deber. Con cada paso que da, se acerca al corazón de la verdad sobre su linaje y el propósito que el destino tiene reservado para ella. Ante pruebas de lealtad y valentía, Haisha se enredará en una épica lucha contra la opresión e injusticia que azotan su tierra natal. La valiente joven se transformará en el faro de esperanza y cambio que todos necesitan desesperadamente.
Chapter 1
—¡Eres la bebé más hermosa del mundo!— repetía una y otra vez la elegante dama conocida como Marcela Olivares, dirigiéndose así a su hija Haisha que acababa de nacer.
Marcela era esposa de Urelio Olivares, dueño de la gran hacienda que llevaba por nombre “Montana". Haisha era una bebé realmente hermosa con piel tan suave como la seda, y tan delicada como el cristal más frágil.
La familia Olivares poseía tierras en excelente ubicación, ganado, hectáreas completas de siembra, y miles de empleados bajo su mando. Aún así la hermosa recién nacida era su bien más preciado, el tesoro más anhelado, y un verdadero milagro que pidieron hasta el cansancio al buen dios en el que creían.
Y es que literalmente era un verdadero milagro su nacimiento, tomando en cuenta que los doctores habían decretado que Marcela jamás podría tener hijos, e incluso cuándo quedó embarazada, ellos aseguraron que sería un parto muy riesgoso, dónde no auguraban nada positivo. Sin embargo cuando todo parecía perdido, el cálido llanto de esa pequeña criatura inundó toda la hacienda.
Todas las personas del pueblo querían conocer a la hermosa Haisha. Desde los demás ganaderos que avecinaban la hacienda Montana, pasando por el alcalde del pueblo, hasta llegar al amable cura de la parroquia.
Todo era risas y alegría dentro de esa habitación dónde los visitantes llegaban con hermosos regalos para la preciosa niña. El Mayoral era un pueblo conocido por ser un pueblo sin ley donde reinaba el miedo contra un sujeto que se había autodenominado como el dueño de todo el municipio.
Su nombre era Cornelio Trinidad. Un hombre tan vil y déspota, que incluso sus padres le temían. Los habitantes del pueblo se habían acostumbrado al hecho de tener que hacer las cosas de acuerdo a la voluntad de este opresor.
Con su actitud regia, su bigote abundante, y cara de pocos amigos, siempre montaba su caballo favorito para hostigar a la comunidad, obligándolos a hacer cualquier cosa que se le antojara.
En el pasado muchos intentaron librar al mundo de esta alimaña, pero consiguieron un destino muy trágico. Cornelio, gracias al dinero que había heredado, y todo el poder adquisitivo que generaban sus incontables tierras, pudo hacerse de un pequeño grupo de bandidos muy peligrosos que hacían lo que él les ordenaba.
Su mejor socio era precisamente el señor Urelio Olivares, quién se había aprovechado de su amistad con Cornelio para amasar una verdadera fortuna robando, y saqueando otras tierras.
Ese día del nacimiento de la hermosa Haisha, nada podía cambiar la expresión de felicidad en el rostro de Urelio, nada excepto ver la llegada de su “socio", Cornelio Trinidad montando su caballo favorito como era costumbre.
—¡Urelio!— gritó felizmente bajando del caballo en el patio de la hacienda Montana.
—¿Cornelio? ¿Qué haces aquí?— Urelio se acercaba lentamente sabiendo en el fondo de su corazón que esas visitas nunca traían nada bueno.
—¿Qué acaso no puedo venir a conocer al hijo de mi mejor amigo?— Cornelio abrió sus brazos con una enorme sonrisa en su rostro, como si quisiera expresar su buena fe, la cuál por cierto, no existía.
—De hecho fue una niña, nació hembra. Estoy seguro de que ya lo sabes, tú lo sabes todo en este pueblo. No entiendo porqué quieres fingir que no sabes— Urelio no se fiaba de la presencia de Cornelio en su casa, él mejor que nadie sabía que sus pretensiones siempre eran para su beneficio sin importar quiénes pudieran salir dañado.
—Pensé que había escuchado mal, querido amigo— Cornelio miró fijamente a Urelio como si tramara algo, y luego sonrió cordialmente.
—¿De verdad viniste solamente a conocer a mi hija? Te conozco muy bien, y sé que no eres ese tipo de personas— expresó Urelio muy desconfiado.
—Urelio, Urelio, Urelio. ¿Qué habrás hecho de malo en esta vida para que Dios haya decidido castigarte de esta manera?— exclamó Cornelio colocando su mano derecha sobre el hombro de Urelio.
—¿Castigarme?— la expresión en el rostro de Urelio daba a entender lo extrañado que se encontraba por la insinuación de su visitante.
—Piénsalo bien, tienes un hijo bastardo del cuál nadie sabe nada, ni tus padres, ni tu esposa, ni siquiera tú mismo sabes su paradero. Ahora finalmente logras concebir una vida junto a la persona que amas, y resulta ser una niña. Una mujer que no será capaz de heredar estas tierras, ni cuidar la hacienda cuándo tú mueras. Y si, creo que esto es un castigo divino, ¿O no recuerdas a todas las personas a quiénes hiciste daño en el pasado para poder tener las riquezas que tienes hoy en día?— dijo Cornelio.
—¡Todo lo que hice, lo hice siguiendo tus ordenes!— gritó muy molesto.
—¿Siguiendo mis ordenes? ¿O sirviendo a tus intereses?— Cornelio se mofaba de la molestia que sentía Urelio, sobretodo sabiendo que este ni podía hacerle absolutamente nada, ni siquiera un rasguño.
—Sea como sea, yo ya no soy ese hombre que saqueó, robó, y mató por dinero. Ese Urelio murió hace años— aseguró.
—Entonces en ese caso tendrás que revivirlo por cinco minutos, porque es precisamente con él, que deseo hablar en este momento— demandó Cornelio con mucha autoridad.
—No sabes ni lo que dices, Cornelio. Será mejor que te vayas por dónde viniste. Aquí no queremos problemas— dijo Urelio señalando la salida.
—Tranquilo, Urelio. Yo me iré sin causar alboroto alguno, pero no sin antes hacerte saber lo que he venido personalmente a decirte esta tarde... ¿Recuerdas a mi hijo Ismael?— preguntó Cornelio.
—¡Claro! Acaba de cumplir un año de vida el mes pasado. Mi mujer y yo fuimos para la celebración en tu casa, pero ¿Qué tiene que ver Ismaelito en todo esto?— preguntó Urelio sin entender nada.
—Bueno la cosa va a así, querido Urelio. Necesito conseguir una esposa para mi hijo. Una niña de buen apellido, con tierras que respalden una unión marital. ¿Qué mejor que tu pequeña hija para que se case con mi hijo?— sugirió Cornelio de la forma más descarada.
—¿Cómo dices? ¿Y porqué mi pequeña Haisha?— Urelio quedó totalmente desconcertado por aquella sorpresiva propuesta alocada que sugería Cornelio.
Chapter 2
—¡Es lo mejor para ambos, Urelio! ¿Qué mejor que una hija de mi mejor amigo para que se case con mi hijo? Imagínate en el futuro cuando formen una familia poderosa que gobiernen mis tierras y las tuyas. Serían simplemente intocables, los más adinerados que este pueblucho de mala muerte haya visto jamás— dijo Cornelio.
—Pero... ¿Y cómo sabremos si ellos se van a enamorar cuando tengan edad para casarse?— respondió Urelio tratando de poner una excusa que pudiera salvar a su hija de ese triste futuro.
—¿Urelio? ¿Es en serio lo que me estás diciendo? ¿Amor? ¿A quién canijos le importa el sobrevalorado amor? Aquí solo importa cuidar nuestras tierras, nuestro legado, nuestras propiedades cuando ya nos hayamos ido. No podemos permitir que vengan foráneos para quedarse con todo aquello por lo que un día trabajábamos tan duro— predicaba Cornelio mientras caminada gestualizando con las manos.
—¿Trabajamos? Cornelio... Todo lo que tenemo