
La Chica de Los Mafiosos
- Genre: Billionaire/CEO
- Author: BNLabaig
- Chapters: 14
- Status: Ongoing
- Age Rating: 18+
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Annotation
"¿Qué quieres, Drake?", preguntó Mor en tono firme. "Solo saber lo que es ser acosado por todos tus conocidos..." quiso reír y me miró dentro del coche, pero Mor mantuvo su postura rígida. "Las únicas personas que me importan me han tratado igual que siempre", se encogió de hombros, "no tengo nada de que quejarme". Drake pareció enfadarse aún más. "Te dije que no aparecieras más delante de mí". Mor se apoyó en el coche, impidiendo que Drake me viera. La vida de Betina, una chica sencilla e ingenua, cambia radicalmente cuando salva accidentalmente al líder de la mafia Drake. El inesperado encuentro desata la pasión entre ellos, pero Drake, preocupado por su seguridad, la abandona. Decidida a permanecer al lado del hombre que ama, Betina insiste en seguir en su vida y finalmente se gana el corazón de Drake, lo que les lleva a comprometerse el uno con el otro. Sin embargo, su unión con el jefe de la mafia coloca a Betina en el centro de una peligrosa red de intrigas y enemigos. Poco a poco, deja atrás su inocencia y se adapta al implacable entorno, convirtiéndose en un blanco constante por ser la esposa de un poderoso criminal. Cuando su relación empieza a desmoronarse, Betina encuentra protección y consuelo en los brazos de Leandro Moretti, la mano derecha de Drake, que se convierte en su devoto protector, incluso contra su propio jefe.
Chapter 1 -El rescate
- ¡Ha llegado la policía! - grité lo más fuerte que pude con la sirena de mi teléfono móvil.
Era aterrador lo que estaba ocurriendo tan cerca de mi casa. Siempre me habían dicho que era un barrio tranquilo, con poca delincuencia y perfecto para que viviera una mujer soltera.
Por lo que estaba viendo, me había dejado engañar por el agente inmobiliario y por la apatía del vecindario.
¿Nadie más estaba mirando?
¿Era imposible que un hombre estuviera siendo golpeado por otros tres matones, emitiendo sonidos de dolor y gimoteando, y nadie tuviera compasión?
Estaba ajeno a todo cuando doblé la esquina de mi casa y me di cuenta de lo que estaba ocurriendo. Me dieron ganas de volver corriendo al autobús que acababa de dejarme. Al menos habría allí otras personas que me ayudarían a hacer algo, pero a última hora de la tarde no había ni un alma. Todas las ventanas de los edificios estaban cerradas, las puertas atrancadas y la calle desierta. El único ajeno a toda la situación era yo.
¡Solo yo!
Odio la sangre, odio la violencia, odio la injusticia y esto era una combinación de las tres cosas.
El hombre que yacía en el suelo no parecía un vagabundo. Desde la distancia pude ver que llevaba un traje caro; probablemente le habían atracado y había intentado defenderse. Resultó que yo, la persona más pasiva del mundo, tuve que acudir en su rescate.
¡Y sangre! Cuánta sangre había a su alrededor.
Me acerqué despacio, temiendo que los bandidos se dieran cuenta de que mentía sobre la policía. La sirena seguía sonando en mi teléfono móvil, lo que me daba una falsa sensación de seguridad y quizá eso era lo que había mantenido ocultos a los vecinos. Debían de pensar que la policía había llegado de verdad y no tenían que preocuparse por lo que estaba pasando.
Con el corazón latiéndome en la boca, las piernas temblorosas y las manos aferrando el móvil, me acerqué lentamente.
"Podría estar muerto, ¿no? Habría muerto por la sucesión de puñetazos y patadas que vi. Menos mal que no había armas, porque entonces habría sabido con certeza que estaba muerto".
Me arrodillé frente a él, intentando no desmayarme ante la cantidad de sangre que tenía en la cara. El resto de su cuerpo no parecía tener señales de heridas, pero debajo de su ropa debían de haberle cubierto manchas negras y moradas.
Volví a mirarlo, que seguía inconsciente.
- ¿Chaval? - Le di un codazo en el hombro lentamente -¿Lad? - susurré, temiendo molestarle.
Sus gemidos me aliviaron un poco y busqué mi blusa en el bolso para intentar limpiarle la sangre de los ojos. Le limpié suavemente la sangre de los ojos y encontré el lugar por el que salía la mayor parte. Le presioné la ceja con la blusa.
- ¡AYUDA! - grité en voz alta, con la esperanza de que alguien viniera a ayudarme- ¡AYÚDENME, POR FAVOR! - un dolor desgarrador me recorrió la garganta. - ¡NECESITA AYUDA! - mis ojos empezaron a gotear mientras seguía intentando pedir ayuda.
Dejé la blusa sobre su cara y recogí mi teléfono móvil del suelo. Con las manos cubiertas de sangre, acabé ensuciando la pantalla y no pude marcar el número de emergencia. Lo froté contra mis pantalones con frustración y volví a sacarlo para intentar marcar.
- No", me agarró de la muñeca y solté un grito de terror. - No", me estremecí.
Sus ojos me evaluaron con curiosidad y pude encajar la parte perdida de mi memoria en el marco de su rostro. Sus ojos verdes hacían juego con su pelo rubio pajizo, que no estaba tan teñido de rojo. Incluso con todos los moratones, los labios hinchados y las manchas moradas, parecía un príncipe de cuento de hadas.
- Necesito pedir ayuda -intenté que sonara mi voz- ¡Te han atracado, estás muy magullado, has perdido sangre!
- No - volvió a decir sin soltarme. Solté el móvil y volví a llevar la mano a la blusa que se había desprendido.
- ¿Qué hago entonces? - pero no hizo falta que dijera nada. Un coche negro entró en la calle, haciendo chirriar los neumáticos, y se detuvo donde estábamos. Me aterroricé aún más.
Cuatro hombres bajaron y se detuvieron a nuestro alrededor.
- ¡Os dije que se iría a la mierda! - dijo un hombre enorme con mala cara, mientras otro un poco más pequeño se detenía a mi lado y tiraba de mí por los hombros, alejándome del hombre del traje.
- ¿Qué vais a hacer? Necesita un hospital. Necesita ayuda. - dije asustada, viendo cómo los otros dos levantaban con cuidado al hombre del suelo y lo llevaban al coche.
- No te preocupes, sabemos qué hacer -me susurró al oído el que estaba a mi lado, haciéndome dar un respingo. Me soltó y se volvió hacia el coche.
- Gracias - dijo inseguro el más grande - sigo sin entender cómo la bambina ha conseguido hacer algo, aun así - se encogió de hombros con cara de libertino y cerró la puerta sin decir ni una palabra más, desapareciendo calle abajo por donde había entrado.
Me levanté, recogiendo la blusa manchada de sangre, el móvil y el bolso, que de todas formas había tirado. Aún me temblaban las rodillas por todo lo que había presenciado.
Daba miedo ver que tan pronto como aparecían, desaparecían, como por arte de magia. Lo único que demostraba que era real eran las marcas de sangre en el suelo y en mi ropa.
Corrí al piso para deshacerme de todo. Apenas entré, fui directa al lavadero, tiré todo al depósito y me puse solo las bragas y el sujetador. Abrí el grifo y empecé a fregarlo todo, intentando quitar las manchas que ya empezaban a secarse.
Cuando por fin el agua empezó a aclararse, eché un montón de detergente en polvo y lo dejé en remojo para luego meterlo en la lavadora. Corrí al cuarto de baño y me puse bajo la ducha, intentando lavar toda la sangre de mi cuerpo y de mi mente.
Empecé a llorar después de superar el shock de todo lo que había visto. No sabía nada de los hombres que se lo habían llevado, ¿y si también eran ladrones? ¿Y si habían matado al hombre del traje?
Debería haber llamado a la policía, debería haber interrogado a esos hombres. Debería haber sido más inteligente.
Pero por desgracia no lo fui. Fui tan estúpida como para pensar que eran sus amigos y ahora me corroe no saber si fui responsable de la muerte de un hombre.
Chapter 2 - El encuentro
Volví al salón y me senté en el sofá, aún estaba anestesiada, mirara donde mirara, solo recordaba sus hipnotizantes ojos verdes y todas las heridas que le cubrían. Si dormía esa noche sería un milagro.
Oí sonar mi teléfono móvil, pero lo ignoré, no tenía ganas de hablar ni de ver a nadie. ¿Quién iba a creerme? No tenía forma de demostrar lo que había visto. No sabía el nombre, no anoté la matrícula. No hice nada. Me quedé allí mirando cómo se llevaban al hombre del traje. ¿Pero qué podía hacer?
Molesto por mi falta de acción, me acerqué a mi equipo de música y puse una de mis canciones favoritas para intentar relajarme, solo eso me daría algo de paz aquella noche.
The Pianos Guys era una mezcla de música clásica y moderna, y me encantaba como la combinación me hacía respirar mejor en momentos tensos como aquel. Alcé la voz todo lo que pude, dejando que los vecinos gritaran molestos. En ese momento necesitaba involucrarme con los acordes y los instrumentos.
Lo