El amor de un CEO
- Genre: Billionaire/CEO
- Author: Wendy Hernández
- Chapters: 36
- Status: Ongoing
- Age Rating: 18+
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Annotation
Ágata Meison es una joven de 22 años, algo torpe, pero muy inteligente. Ella se ha graduado como abogada en la universidad; sin embargo, por su muy poca experiencia nadie le da trabajo. Es una chica a la cual siempre han catalogado como niña mimada por venir de una familia muy rica, pero ella es todo lo contrario, intenta obtener las cosas por su propio medio. Dereck Hansol es un joven de 24 años, el hijo mayor y heredero de las empresas de su familia, las cuales son las encargadas de importar piezas de autos a diferentes partes del mundo, es un joven muy formal y quien nunca se ha enamorado. Una chica torpe y un patán... ¿Qué podría salir mal?.
El inicio de todo
La alarma comenzó a sonar, anunciando un nuevo día, este reloj se podía oír con tal fuerza, que estaba haciendo que la joven se molestará.
La dueña de aquel pequeño apartamento se empezó a dar vueltas en la cama, ella no quería apagar el despertador... Pero por obvias razones este no dejaba de sonar, seguía molestándola.
— Por favor, solo un minuto más — se empezó a tapar de pies a cabeza para luego apagar el despertador y así regresarse a acostar.
Ella estaba volviendo a recobrar el sueño, pero de pronto recordó algo, lo cual hizo que se sentará de inmediato en su cama, tomo el reloj entre sus manos y lo vio — 7:20 — susurró asustada, casi entrando en pánico mirando a todos lados — me faltan tan solo 40 minutos para entrar al trabajo, no sé por qué no lo escuché antes.
*FLASHBACK*
A las seis, en punto, el reloj empezó a sonar, se levantó, lo miro aún con sueño y se volvió a acostar.
6:20 Se escuchó de nuevo — dejen de molestar — lo apagó otra vez y se regresó a dormir, sin importarle las veces que esté siguiera sonando.
*FIN DEL FLASHBACK*
— Ash — empezó a revolotearse el cabello.
— Ya recordé porque no escuché la alarma antes — se notaba muy fastidiada — es mi primer día de trabajo y voy a llegar tarde— suspiro.
— Esto de independizarme fue mala idea, debí de hacerle caso a mis padres, no es momento de rezongar, es hora de que me ponga en marcha, aquí me sigo haciendo la tonta mientras el tiempo corre — se levantó con rapidez y fue en dirección al baño.
Ágata se lavó el rostro y cepillo los dientes — Perfecta— susurró al terminar y mirándose al espejo — tengo que darme prisa — se mordió el labio inferior.
Ágata empezó a correr por todo ese lugar buscando sus pertenencias, aquel apartamento de azotea no era el más ordenado y por esto le era más difícil poder hallar algunas cosas, ya que estás no se encontraban en su lugar.
— ¡Ay, no! — soltó angustiada.
—El señor Matthew no estará muy contento después de darme la confianza y el trabajo— la preocupación se notaba en su rostro.
— Tenía que cumplir con presentarme temprano y hacer mis deberes bien, en mi primer día de trabajo me he encargado de estropearlo todo — susurró avergonzada.
Ágata seguía quejándose de lo mal que la estaba pasando mientras buscaba la ropa que se iba a poner para poder ir elegante.
Por fortuna está si la tenía en un gancho y no se le había arrugado, entonces se la puso; era una camisa azul de mangas largas con una falda negra y zapatos del mismo color.
Se hizo una coleta, un poco de maquillaje intentando verse natural y sus gafas.
— No hay tiempo de comer — suspiro, se dio un vistazo más en el espejo y sonrió —ya estoy lista, hoy será un buen día, hoy será un buen día— soltó con una gran sonrisa mientras se miraba al espejo intentando creer en esto, después de que estaba a punto de llegar tarde a su trabajo.
Ágata salió de aquel pequeño departamento y empezó a mirarse las manos.
— ¿Por qué siento que me falta algo?— empezó a recordar.
Era cierto que algo le estaba faltando, pero para su suerte, todavía no había cerrado con seguro y esto le facilitaría el entrar con rapidez.
—¡Qué tonta! — se golpeó con la palma de la mano en la frente — tengo que llevar mis papeles el día de hoy, soy muy olvidadiza— soltó llena de frustración.
Volvió a entrar, busco su maletín por todos lados, pero no lo podía encontrar en ningún sitio, ella no sabía dónde lo había dejado.
— ¿Dónde podría estar?— empezó a buscar.
Después de unos minutos más, por fin lo había encontrado debajo de un montón de ropa.
Suspiró — ya habrá tiempo de arreglar todo este desorden — soltó avergonzada mientras miraba a su alrededor — ahora sí — soltó y se fue de nuevo, ahora sí, esperaba que nada se le olvidará y pudiera llegar a su nuevo trabajo sin ningún tipo de contratiempos.
Puso seguro a la puerta y empezó a caminar.
Empezó a bajar cada escalón con mucho cuidado, intentando que ningún tacón se le rompiera o pudiera caer y lastimarse.
El ruido se escuchaba a su alrededor, era una mezcla de animales, personas peleando, gritando todos al mismo tiempo.
También una pareja de recién casados empezaban con su primera pelea, ella aun así seguía bajando mientras se tapaba los oídos y bajaba con sumo cuidado las escaleras.
— Estoy muy joven para casarme y tener que soportar esas peleas innecesarias — soltó entre susurros.
Su padre le había ofrecido pagarle un departamento de lujo con todas las comodidades en lugar de ese cuchitril, como siempre le decía.
Su madre le dijo también que aprovechara esta oportunidad que su padre le daba, pero ella se negó.
Ambos habían ido a ver el nuevo departamento de su hija, pero no parecía haberles gustado en lo más mínimo, pero a Ágata eso no le importó ya qué ella quería hacer las cosas por su propio esfuerzo y era obvio que si aceptaba aquel departamento, no sería por mérito propio. Ella buscó por un tiempo y después de tanto buscar, esto era lo que se adecuaba a su presupuesto y después de haber vendido algunos postres.
Ella llevaba un par de meses que se había graduado de la universidad para abogados, pero no había tenido suerte en conseguir trabajo.
El trabajo que su padre logro conseguirle... Lo había aceptado por la única razón de que había estado buscando por mucho tiempo en algún bufete para abogados y a pesar de que se había graduado con muy buenas calificaciones, no lograba conseguir porque tenía que tener una experiencia mínima de al menos dos años.
¿Cómo iba a tener experiencia, si nunca nadie le había dado la oportunidad de demostrar que era buena para ser una gran abogada, y que podría defender a su cliente lo mejor posible?, Se preguntaba.
Aunque en estos momentos, su fuerte no era la puntualidad, siempre su madre era la que la despertaba cada que iba a la escuela, pero ahora con 22 años de edad, ella ya no era una niña y se había independizado y nadie estaba a cargo de ella.
Aquella joven estaba sola y tenía que hacer las cosas por ella misma.
Ahora se tenía que valer por sí sola, a pesar de que su madre le había dicho que regresará a casa para que tuviera sus antiguas comodidades y ellos le pondrían su propio bufete de abogados, pero ella en incontables ocasiones había rechazado esa propuesta... Se seguía negando en cada oportunidad que tenía. Ágata quería demostrar que lograría subir poco a poco y por su propio esfuerzo, sin necesitar la ayuda de sus padres, ella quería demostrar que ella no dependía de nadie para poder ser independiente y salir adelante por sus propias manos... A pesar de que ella había logrado estudiar para ser abogada, nadie la contrataba y tuvo que aceptar este trabajo que le habían ofrecido a sus padres para ella.
Todos siempre pensaban que aquella joven era una chica mimada, hija de uno de los hombres más ricos de la ciudad de Lotzet.
Pero lo que sí era cierto, era que ella siempre tenía en mente que ese era dinero de sus padres y no de ella.
Ágata siempre intentaba hacer todo por mérito propio y se comportaba con educación, sin importarle que persona fuera, pero si la trataban mal, ella trataría como la estuvieran tratando.
Ágata estuvo buscando taxi y nadie le hacía caso, todos iban llenos, esa hora era la hora pico en la que todos iban al trabajo y los carros pasaban llenos, por esta razón, Ágata no tenía tanta suerte y todos la ignoraban pasando de largo.
Ella suspiró.
—El día todavía sigue, sé que hoy será un buen día — se seguía repitiendo una y otra vez, ella intentaba creer en aquellas palabras... pero ya se le dificultaba por cada contratiempo que había tenido.
<< No hay otra opción >>, pensó.
Ella no lo pensó más y se echó a correr lo más rápido que pudo, no pensó en el desgaste o cansancio con aquellas zapatillas, ella solo quería llegar y nada más eso le importaba.
— Espero llegar a tiempo — soltó mientras cada vez más se empezaba a mostrar más cansada.
Ágata no tenía la mejor condición física y por ende toda esta situación se le dificultaba un poco.
Después de un poco más de tiempo de esfuerzo y correr como si de un maratón se tratara, por fin había llegado a la empresa.
Le dio un pequeño vistazo y pudo visualizar que era una oficina muy grande, la cual se encargaba de piezas para autos y esperaba que no la corrieran por este incidente, si no se sentiría demasiado avergonzada y no iba a poder tener para la renta.
Si algo así sucedía, ella no sabía como vería a sus padres cuando solo demostrará que había sido derrotada en su primer día de trabajo, todo esto se había convertido en un gran caos.
Ágata se acomodó un poco su cabello castaño.
Ágata se notaba demasiado cansada, pero aun así, tomo un gran respiro y siguió con su camino, ella no se pensaba rendir tan fácil, se dirigió al ascensor y tocó un botón, entonces se puso a esperar a que esté bajara y así ella pudiera subir.
Cuando este bajó, muchas personas se bajaron de él, ella con rapidez se subió, el ascensor estaba a punto de cerrarse, pero de pronto otro joven con un café en la mano, lo detuvo y se subió.
— Buenos días — soltó Ágata con amabilidad, después de todo, quería llevarse bien con las personas que ahí trabajaban... Pero no obtuvo respuesta alguna.
Aquel chico la había ignorado por completo.
— Qué maleducado— soltó entre dientes mientras lo miraba de pies a cabeza << vestir bien no es sinónimo de amabilidad >>, pensó.
Y el silencio se hizo presente.
Después de un gran silencio incómodo y un par de minutos más, por fin el ascensor subió y con esto Ágata se sentía demasiado agradecida, ya que no tenía que soportar a una persona que carece de amabilidad a su lado, observo por un momento y pudo ver que el pasillo estaba vacío.
Ágata, sin pensarlo más, miro el reloj que tenía en su mano derecha y abrió grandemente los ojos.
Se notaba aterrada, puesto que pudo ver que le quedaban solo 7 minutos para poder presentarse con su nuevo jefe, y ella no quería causar una mala impresión, aunque parecía que si la causaría, estaba a punto de llegar tarde.
Ágata suspiró y sin ponerse a pensar más se echó a correr, pero para su muy mala suerte, aquel chico del ascensor, camino al frente de ella cuando está estaba corriendo, lo que hizo que se tropezara con aquel chico tirándole el café encima... Ella lo miro un poco avergonzada, sin saber como expresarse.
— Di disculpa — alcanzo a decir.
— ¿Sabes cuánto cuesta este traje?— le pregunto frunciendo el ceño mientras se empezaba a limpiar, parecía que estaba a punto de hacerle pagar en ese preciso momento a aquella chica.
Aquel joven se empezó a limpiar con un pañuelo que llevaba consigo, pero él no obtuvo respuesta alguna, Ágata ya se había ido corriendo, no se detuvo en ningún momento, ella no quería que aquel chico se desquitara con ella, después de todo, se notaba demasiado furioso
Ella siguió corriendo y más adelante tropezó y sumándole algo más, a su zapatilla se le quebró el tacón, ella no podía creer su mala suerte.
— ¡Vaya día!— unas lágrimas se empezaron a asomar — ha sido un día demasiado difícil, ¿Tengo que renunciar a todo esto?, Tal vez este trabajo no es para mí y tengo que buscar algo más, eso tiene que ser—.
Empezó a decir muy angustiada, ella no quería que su maquillaje se corriera, pero parecía ser que esto era inevitable.
— No tienes por qué renunciar — escuchó que una dulce voz le empezaba a hablar.
Ágata miró hacia un lado y lo pudo ver, aquel joven parecía de unos 24 años, joven y apuesto, cabellera castaña y un poco ondulada, vestido de una forma muy elegante, complexión delgada y unos hermosos ojos verdes, quien la miraba con una gran sonrisa sin poder quitarle de encima la vista.
— Disculpa, sé que este no es asunto tuyo, pero estoy demasiado frustrada — soltó mientras intentaba ponerse de pie y se limpiaba con cuidado aquellas lágrimas para que no se corriera su maquillaje.
— No tienes de que preocuparte, para tu suerte traigo un pegamento demasiado eficaz para estos pequeños problemas, en ocasiones anteriores a mis compañeras ya les ha pasado algo igual y por eso siempre lo traigo—.
La ayudo a sentarse en unos asientos cerca y le tendió la mano para que le diera la zapatilla.
— No es necesario — soltó avergonzada abrazando aquella zapatilla.
— Tal vez no puedas presentarte a tiempo al trabajo si no te ayudo, ¿Eres nueva?— le preguntó con amabilidad.
— Sí, necesito entregarle mi solicitud y unas cosas al jefe y creo que llegaré tarde — soltó con miedo.
— Uy, con más razón necesito ayudarte, él no perdona los retrasos — soltó y sin previo aviso le quitó aquella zapatilla de las manos a Ágata, quien lo miraba con ternura.
— Eres la primera persona que se ha portado muy bien conmigo — soltó con una ligera sonrisa.
— Me llamo Andrew... Mucho gusto — soltó con una gran sonrisa y devolviéndole su zapatilla — ya quedó—.
— Gra — gracias Andrew— soltó nerviosa — me llamo Ágata — soltó un poco avergonzada — no pienses que siempre soy torpe, fue solo en este momento que nada me salió bien — dijo con una ligera sonrisa.
— No te preocupes, sé que los accidentes pasan y a cualquier mujer le puede pasar esto, he visto a muchas compañeras en este conflicto, por eso tienes que traer zapatos de plataforma baja, tómalo como un consejo — soltó mientras se le dibujó en el rostro una pequeña sonrisa.
Aquella sonrisa que hizo que también Ágata sonriera y que sus mejillas empezarán a tornarse rojizas.
Ella había tenido un día demasiado difícil, pero Andrew había logrado hacerla un poco feliz con el trato que le estaba proporcionando y como se estaba comportando con ella, Ágata empezaba a creer que ahora que lo conoció, no todo el día fue tan malo.
Se había despertado tarde, se había con chico muy grosero y ahora su zapatilla... Pero Andrew, como si de un príncipe se tratara, había llegado a su rescate y esto hacía que empezará a sentir cosas en su estómago.
¿Acaso esto era amor a primera vista?, Ella no sabía que podría significar eso, lo único que sabía era que quería seguir siendo su amiga y viéndolo.
— ¿Cómo puedo pagarte esto?, fuiste tan amable conmigo — preguntó.
— Hem mm, solo vamos a comer, yo invito, acéptame una comida — le dijo con amabilidad.
— Cla— claro — soltó apenada y sonrió.
— Bueno, nos vemos al salir, te veo en la puerta de entrada — aquel chico tenía una muy bella sonrisa que a cualquier chica podía hipnotizar, Ágata solo se limitó a asentir.
Andrew puso sus manos dentro de sus bolsillos y se fue...
— Qué amable — susurró y de repente recordó que tenía algo que hacer.
Ágata empezó a caminar con mucho más cuidado, para su suerte sabía dónde quedaba el cubíc*l* de su nuevo jefe por el hecho de que su padre le había indicado, así que no tardó mucho y tocó a la puerta.
— Adelante — dijo aquel hombre sin emoción alguna.
Ella se acomodó un poco la camisa, suspiro y se arregló el cabello, al parecer andaba perfecta y sin pensarlo más entro.
Todo estaba listo para intentar que todo le saliera bien de ahora en adelante, sin imaginarse que era lo que el destino le estaba preparando.
— Buenos días, me dijeron que tengo que entregarle mis papeles… Seré su nueva secretaria, me mandó el señor Matthew — soltó sonriendo mientras aquel hombre seguía dándole espalda.
De repente aquella sonrisa se le borró al ver que él dio media vuelta en su silla, ella palideció al ver de quién se encontraba sentado en el escritorio.
El joven jefe se puso de pie.
— ¡Tú!— soltó un poco asustada al mismo tiempo que aquel chico.
Un desastre
— ¿Secretaria?— preguntó confundido — no puede ser, a mí no me habían dicho nada al respecto, pero ¿Qué ha pasado con la anterior?— aquel chico no entendía que era lo que estaba ocurriendo, nadie le dijo nada al respecto.Su padre había contratado a otra secretaria y despedido a la anterior por unas sencillas razones.— Pues descubrimos que el dinero que se suponía que era para los productores de nuestra empresa.Estaba siendo menos de lo que nosotros le dábamos a ella para que pudiera mandar... Hace poco, vimos las cámaras de seguridad y nos pudimos dar cuenta de que Londres estuvo haciendo malversaciones en la empresa... y por esta razón la despedimos, no era justo lo que estaba haciendo, mientras nosotros seguíamos perdiendo un dinero importante para la empresa, después de que se le depositó toda la confianza — dio un gran suspiro.Aquella señora de cuarenta años, quien había sido su secretaria durante mucho tiempo, y se había convertido en alg